El tráfico de fauna en México amenaza con exterminar a varias especies mucho antes de 2030. El gobierno cree que para ese año el país seguirá siendo uno de los cinco de mayor diversidad biológica del mundo.
La mitad de las 22 variedades de pericos verdes y multicolores corren peligro de extinción, y de la guacamaya roja (Ara macao) quedan apenas 300 parejas, según documentos oficiales. Pero ejemplares de estas especies se venden en mercados de la capital y otras ciudades casi a la vista pública.
"Nosotros te conseguimos cualquier animal escaso", dice a este cronista Germán, quien administra un puesto de cuatro metros cuadrados en el mercado capitalino de Sonora.
El vendedor, que no da su apellido, exhibe perros, gatos y canarios, pero oculta tras una mampara un águila que vende en 200 dólares y una pecera sucia con decenas de pequeñas ranas amarillas, cada una de las cuales ofrece a cinco dólares.
Lo que esconde Germán son animales silvestres en peligro de extinción, cuya venta está penada con entre uno y nueve años de prisión. Pero él vende todo, regulado o prohibido: tarántulas (Lycosidae) a nueve dólares, monos araña (Ateles hybridus) a casi mil y una iguana negra (Ctenosaura spp.) a unos 350 dólares.
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El tráfico ilegal de especies es grave, pero "nadie tiene cifras confiables" para precisar su dimensión, dice a Tierramérica José Ramiro Rubio, subtitular de la Procuraduría (fiscalía) Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
Rubio lamenta que la Profepa tenga sólo 500 inspectores y que cada uno, por un salario de 750 dólares mensuales, deba vigilar el comercio de especies, la tala de bosques y el cumplimiento de regulaciones ambientales.
Para proteger animales silvestres, "a lo sumo nuestro presupuesto anual llega a un millón de pesos", unos 935.000 dólares, indicó.
"No tenemos capacidad para atender problemas de esta magnitud, necesitaríamos un ejército. El asunto es complejo por la dimensión del territorio mexicano (1,9 millones de kilómetros cuadrados) y las riquezas que tiene", señala.
México es uno de los 15 del Grupo de Países Megadiversos, creado en 2002 por las naciones que poseen en conjunto 70 por ciento de la diversidad de flora y fauna del planeta. Los demás son Bolivia, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Filipinas, India, Indonesia, Kenia, Malasia, Perú, Sudáfrica y Venezuela.
Aunque no hay cifras oficiales, las autoridades estiman que las ganancias del comercio de especies exóticas de México se ubican sólo por debajo de la venta de drogas y el tráfico de armas.
Cada año, la Profepa decomisa entre 15.000 y 23.000 animales capturados ilegalmente o que estaban a punto de salir del país o de venderse aquí mismo, y detiene por esa causa a unas 50 personas.
El vasto territorio mexicano, bañado por los océanos Pacífico y Atlántico y con múltiples rutas de salida, hace muy difícil frenar con inspectores el comercio local e internacional de especies, insistió Rubio.
Sin embargo, la Profepa identifica unos 60 lugares en la capital y las meridionales ciudades de Guadalajara y Puebla, donde el tráfico es importante.
Las autoridades ubican las rutas que se dirigen a Estados Unidos y Europa en el aeropuerto de la capital y los estados situados en el Golfo de México y la frontera norte del país.
En el sur y este, que corresponden a selvas y cañadas, el comercio y la cacería ilegal afecta sobre todo a jaguares (Panthera onca), aves canoras y de ornato, jabalíes (Sus scrofa), monos araña y aulladores (Alouatta palliata), cocodrilos (Crocodylidae) y otros reptiles, y también orquídeas.
En el norte y centro, las especies afectadas son los venados (Cervus elaphus), borregos cimarrones (Ovis canadensis) y linces (Lynx), además de pumas, guacamayas, aves acuáticas, urracas, palomas, orquídeas, palmas y cactáceas.
Los pericos y otras aves similares están por desaparecer por el tráfico, aseguró María Elena Sánchez, presidenta de Teyeliz, organización no gubernamental que combate este delito.
Por cada animal que llega a manos de un comprador, se estima que mueren cuatro durante la captura y el transporte, además de destruirse nidos y huevos, indicó Sánchez a Tierramérica.
Algo similar sucede con muchos mamíferos y reptiles, agregó.
Una extensa investigación publicada en 2007 por Teyeliz y Defenders of Wildlife (Defensores de la Naturaleza) en México advierte que en 10 o 15 años varias especies habrán desaparecido definitivamente en este país.
Para el vendedor del mercado de Sonora, no es difícil esquivar a los inspectores de la Profepa. "No vienen mucho", señala Germán.
Las tiendas de animales ocupan unos 400 metros cuadrados. Decenas de pericos, loros, palomas, gaviotas y pavos se apiñan en pequeñas jaulas. Lo mismo que perros y gatos, iguanas y lagartijas.
Pero la mayoría de los vendedores prometen conseguir cualquier animal, incluso en pocos minutos, siempre que se pague un adelanto.
La presidenta de Teyeliz pidió más personal y presupuesto a las autoridades. Sin embargo, "más que un ejército, lo que se requiere es educar al consumidor para que no compre más animales en peligro", dijo.
El gobierno nunca realizó una campaña educativa, pero no hay que esperar, así que con los pocos recursos que consigan, Teyeliz y otras organizaciones se plantean hacerlo este año, añadió.
* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 5 de abril por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.