Miles de millones de barriles de crudo yacen en el lecho profundo del Golfo de México, zona compartida por Cuba, Estados Unidos y México. Los dos primeros se encaminan a etapas de pleno aprovechamiento, mientras el tercero aún intenta definir un plan.
En el lado estadounidense del golfo, empresas privadas trabajan desde hace más de 15 años a profundidades de entre 1.000 a casi 3.000 metros. En 2007, extrajeron de allí un promedio de un millón diario de barriles (de 159 litros) de crudo y 3.900 millones de pies cúbicos de gas.
Se espera que la producción se multiplique a partir de 2011, cuando venza el compromiso de 10 años que Estados Unidos firmó con México para no explotar crudo en el polígono conocido como Hoyo de Dona, frente a las costas del estado mexicano de Tamaulipas y del estadounidense Texas.
Del lado cubano del golfo, este año empezará la extracción de crudo en algunos de los bloques concesionados a la empresa estatal venezolana Pdvsa, a la española Repsol-YPF y a la brasileña Petrobras, entre otras.
México estima que en su zona del golfo, un área de 575.000 kilómetros cuadrados, habría entre 30.000 y 100.000 millones de barriles de crudo a profundidades que oscilan entre los 1.000 y los 3.200 metros.
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En los últimos cinco años, la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) perforó allí apenas seis pozos exploratorios a 500 y 1.000 metros bajo el nivel del mar, pero no está en condiciones técnicas ni económicas para iniciar una fase de extracción ni para desarrollar actividades a mayor profundidad.
Al gobierno del conservador Felipe Calderón le preocupa la delantera que llevan los países vecinos, pues parte de las reservas del lecho marino se encuentran en zonas fronterizas, conectadas por cavernas y lagos subterráneos: existe la posibilidad de que la explotación de un lado merme las reservas del otro.
Durante el mes de abril, el parlamento discutirá posibles reformas al funcionamiento de Pemex y definiciones sobre el futuro de la exploración en el Golfo de México.
Mientras los costos de perforación de un pozo en aguas superficiales oscilan entre 10 y 15 millones de dólares, en aguas profundas llegan a superar los 100 millones de dólares. Además, está el reto de trabajar a profundidades donde la presión es altísima, y por tanto el uso de modernas técnicas robóticas es indispensable.
Deben pasar entre 10 y 12 años luego de los primeros trabajos exploratorios —en los que la posibilidad de fracaso es alta— antes de alcanzar condiciones para una extracción comercial de aguas profundas, dijo a IPS el consultor petrolero David Shields.
Al contrario de lo que indican estudios de Pemex y de expertos independientes, la oposición de izquierda, segunda fuerza en el parlamento, no ve urgencia en explorar el lecho del golfo mexicano y estima que ese argumento sólo busca justificar la privatización de la empresa petrolera.
La izquierda se propone liderar movilizaciones sociales contra los intentos de alterar el carácter estatal de Pemex, nacida 70 años atrás, pues a su juicio bastaría con una reforma que liberara a la empresa de la obligación de volcar al fisco una enorme parte de sus ingresos, ahora más abultados por los precios extraordinarios del crudo.
Esos ingresos —que financian 40 por ciento del gasto presupuestario corriente— serían una fuente legítima para reinvertir en el saneamiento y modernización de Pemex y en la ampliación de sus operaciones.
En los últimos 20 años, los problemas de Pemex se fueron agravando. A pesar de los altos precios del crudo, que exceden las previsiones oficiales, la crisis no cede, puesto que todo recurso adicional va a parar a las arcas públicas y de allí a los gobiernos estaduales para paliar la insuficiente recaudación fiscal.
Estudios advierten que el tiempo se agota para México debido a que sus reservas de crudo en tierra y aguas poco profundas tienen un horizonte de apenas 9,3 años más.
México es todavía uno de los 10 países petroleros más importantes del mundo, pero debe importar 40 por ciento de la gasolina y de otros combustibles para mantener en marcha su parque automotor e industrial. En ese rubro el Estado gasta cada vez más, porque esos costos aumentan de forma paralela a los precios del petróleo.
El director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles, asegura que la explotación cubana y estadounidense en el Golfo de México podría perjudicar a este país si no hace lo mismo o negocia acuerdos con los vecinos para trabajos conjuntos.
La potencial merma de las reservas mexicanas en el golfo por la extracción de Cuba y Estados Unidos es un peligro real, según Reyes Heroles.
El líder del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, Andrés López Obrador, asegura que ese argumento "no es serio".
Hablar de la pérdida de crudo mexicano por la extracción que hagan Cuba o Estados Unidos "son puras justificaciones para que aceptemos la asociación con empresas extranjeras que supuestamente tienen la tecnología", ha dicho López Obrador.
"No comento la retórica política, sino los datos duros, y esos indican que urge trazar un plan para explotar el golfo y defender los recursos transfronterizos (petróleo y gas ubicados en zonas de frontera), lo que implica reformar Pemex, una empresa en crisis y con un marcado rezago tecnológico", dijo a IPS otro consultor en cuestiones energéticas, Marcelo Contreras.
Con la incorporación de reservas de aguas profundas, el horizonte petrolero de México se extendería a 26 años o más.
México necesitaría contratar o comprar tecnología para operar en aguas profundas o establecer alianzas con empresas extranjeras, privadas o públicas, si quiere extraer su crudo del lecho marino, señaló Contreras.
Además, se debe reformular el modelo de Pemex para que pueda participar en trabajos conjuntos con petroleras que ya operan en las porciones estadounidense y cubana del golfo, añadió.
Mientras, el gobierno de Calderón no explica con precisión qué cambios propone para recuperar a Pemex y enfrentar el reto de las aguas profundas, aunque en el segundo punto algunos portavoces han hablado de autorizar una asociación con empresas extranjeras estatales como Petrobras, que en rigor es de propiedad mixta.
Pero las autoridades insisten una y otra vez que privatizar Pemex no está en sus planes.
Lourdes Melgar, ex directora de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Energía, sugiere que, además de buscar salidas para Pemex y la exploración en aguas profundas, este país tendría que trabajar con urgencia en el terreno diplomático.
El objetivo sería definir con Estados Unidos qué pasará con el Hoyo de Dona cuando concluya en 2011 la moratoria a la explotación, y negociar otro instrumento para el polígono oriental del golfo conocido como Cinturón de Pliego Perdido, donde ya hay empresas estadounidenses extrayendo petróleo.
La negociación apuntaría a precisar la distribución de reservas transfronterizas y cómo proceder cuando el vecino adelante sus operaciones, señaló Melgar.
Estos delicados asuntos, junto a la dilucidación del futuro de Pemex, estarán en el corazón de los debates que entablará el Poder Legislativo en las próximas semanas.
Mientras, la producción petrolera nacional va en descenso. Entre diciembre y febrero, la extracción bajó de 3,1 a 2,9 millones de barriles diarios. Las exportaciones de crudo cayeron 14,6 por ciento hasta ubicarse en 1,4 millones de unidades por día.