PALESTINA: El hijo que vivió, el hijo que murió

Los familiares de Ahmed Abu Salamah, de 16 años, enterraron los restos de lo que creían era su cuerpo. Tras dos semanas de duelo, descubrieron que el joven estaba vivo en la unidad de cuidados intensivos del hospital al-Shifa, en el territorio palestino de Gaza.

En realidad, en su tumba había sido colocado el cadáver de otro adolescente.

El descubrimiento del error llevó alegría a la familia de Ahmed, pero hundió en un profundo dolor a los padres del fallecido, que habían permanecido dos semanas en el hospital pensando que quien estaba internado era su hijo.

La confusión se debió a que ambos jóvenes habían quedado irreconocibles tras un ataque israelí.

"Israel utiliza misiles y materiales que destrozan y queman los cuerpos de tal manera que ni siquiera una madre puede reconocer a su propio hijo", dijo a IPS el doctor Raed al-Arini, responsable de relaciones públicas del hospital al-Shifa.
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El Estado judío utilizó materiales prohibidos internacionalmente como el Explosivo de Metal Denso e Inerte (DIME, por sus siglas en inglés) y el incendiario fósforo blanco, denunció.

Ahmed sufrió hemorragia cerebral y tiene heridas graves en todo el cuerpo. El joven salió de su hogar el 1 de este mes, relató su madre, y fue víctima de un misil israelí F-16 que cayó justo afuera de su casa. Ese sábado murieron más de 55 personas, muchas de ellas civiles y niños y niñas.

La familia no pudo encontrar indicios de Ahmed. Luego de tres días recibieron una llamada del hospital diciendo que los restos de un joven que estaba en la morgue eran de su hijo.

A las dos semanas, un amigo de Ahmed le aseguró a la dolida madre que el adolescente aún estaba vivo en al-Shifa. Ella de inmediato se trasladó al hospital.

"Sacudí su cama y cuando abrió los ojos le dije: ‘Soy tu madre. Estoy aquí contigo’", recordó.

La otra cara de esta historia es el dolor que siguió a la esperanza.

El cuerpo destrozado que la familia Salamah había enterrado pertenecía a Mohammed Hejazi, de 17 años, del mismo barrio.

Su madre Aminah Hejazi y su familia estuvieron todos los días durante dos semanas fuera de la sala de cuidados intensivos, creyendo que el joven que estaba adentro era su Mohammed.

El rostro de Ahmed estaba vendado por completo. Los adolescentes tenían casi la misma altura.

"Al principio dudé si era realmente mi hijo, pero sentí la necesidad de estar cerca de él", relató Aminah.

A los pocos días terminó convenciéndose de que el joven era su hijo, hasta que llegó la otra familia y los doctores le dieron la mala noticia.

Aminah solloza cuando recuerda aquellos momentos. La familia quedó devastada. Su esposo no podía creer que Mohammed estuviera muerto.

La identificación pudo hacerse gracias al color del cabello. Karima señaló que el pelo de su hijo era castaño, en tanto Aminah dijo que el de Mohammed era negro.

Al igual que sucedió con la familia Salamah, los Hejazi montaron una tienda de campaña para recibir las condolencias de amigos y vecinos.

Del otro lado, muchos amigos de Ahmed, que creyeron haberlo perdido después de "su" funeral, corrieron a verlo al hospital.

Ahmed no puede hablar. Está consciente y tiene los ojos abiertos, pero está paralizado. Su estado es crítico. Los doctores dicen que no tienen suficientes medicamentos para tratarlo.

Aminah hace el duelo por si hijo muerto y reza por el joven que sobrevivió. "Le ruego a Dios que lo cure", dijo llorando.

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