La crisis económica de Portugal, la extrema rigidez de sus policías fronterizos y vuelos más baratos entre América del Sur y Madrid son los principales motivos que explican el creciente número de brasileños que optan por emigrar a España en lugar del vecino ibérico.
Esta es la apreciación señalada a IPS por Eduardo Tavares de Lima, miembro del cuerpo ejecutivo de la Casa do Brasil en Lisboa, ciudad que este escritor y periodista brasileño de 63 años eligió para residir desde 1975, destacándose desde entonces como dirigente de la vasta comunidad procedente del gigante sudamericano que reside en Portugal.
Pero ese incremento ya provocó un incidente diplomático entre Brasil y España luego de que las también rigurosas autoridades migratorias del aeropuerto madrileño de Barajas expulsaron a varios brasileños cuando intentaban ingresar al país.
Brasilia decidió, como respuesta, impedir a su vez la entrada de turistas españoles sin reservas confirmadas de hoteles.
Entre el 6 y el 12 de marzo, 24 turistas españoles fueron devueltos a su país por los controles de migración de los aeropuertos de Fortaleza, Río de Janeiro y Salvador de Bahía.
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El diario madrileño El País señaló el día 24 que la cancillería brasileña "no esconde que estas medidas constituyen una reciprocidad en relación a España, que impidió la entrada a cerca de 1.000 brasileños en el primer trimestre de este año".
Las muestras más notorias del excesivo celo de las autoridades españolas se verificaron a comienzos de marzo, al impedir a académicos brasileños transitar hacia un congreso en Lisboa y detener a la estudiante Yanaina Agostinho.
Aunque la joven cumplía con los requisitos de tener 750 dólares, pasaje de vuelta y reservas de hotel, fue deportada tras pasar una semana encerrada en el aeropuerto de Madrid.
El jueves pasado, el ministro del Interior de España, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmó que su país no permitiría la entrada ilegal de inmigrantes, pero reconoció que podrían haber surgido problemas "por la actuación de algún policía que no esté excesivamente acertada".
Sus declaraciones hicieron bajar un poco la temperatura de la "guerra de las deportaciones" entre los dos países.
La cancillería brasileña, según la prensa portuguesa, reclama por la falta de sensibilidad de los policías españoles, como en el caso de estudiantes a los que se les negó la entrada cuando estaban de paso hacia Lisboa, donde son alumnos de universidades, a pesar de que el cónsul de Brasil confirmó su condición de tales.
La tradicional opción por Lisboa de los inmigrantes, turistas o estudiantes de Brasil que viajan a la Unión Europea (UE) se alteró gradualmente en los últimos dos años.
Según un documento del Palacio de Itamaraty, sede de la diplomacia brasileña, citado por el diario portugués Público, "el número de brasileños impedidos de entrar en Portugal ha ido disminuyendo con la misma velocidad con la que aumenta en el país vecino".
El documento indica que, según los españoles, esa preferencia también se alteró porque "como en Portugal se habla la misma lengua que en Brasil, a los inmigrantes se les hacía más difícil engañar a las autoridades en los intensos interrogatorios", no siendo posible alegar no entender las preguntas.
Según la organización no gubernamental SOS Racismo, el número de brasileños en España pasó de 30.000 en 2005 a 80.000 en 2007. Sin embargo, esta cifra continúa siendo menor que la registrada en Portugal, donde viven unos 120.000 originarios del país sudamericano, según estimaciones de la Casa do Brasil.
"Esta proporción se vuelve considerablemente mayor si se tiene en cuenta que en población y en territorio España es cinco veces mayor que Portugal. Como aquí los brasileños tienen una fuerte presencia en los sectores del comercio, turismo y restaurantes, son muy notorios en la sociedad", dijo a IPS Tavares de Lima.
"El fenómeno migratorio de brasileños hacia el extranjero es reciente. Antes ocurría exactamente lo opuesto. Brasil recibía gente de otros países. Pero los tiempos cambiaron con la serie de crisis económicas que se sucedieron a partir de la década del 70, cuando el 'milagro brasileño' se esfumó".
A partir de entonces, el éxodo comenzó "con la partida de un gran número de personas hacia Paraguay, con mejores perspectivas que las ofrecidas por Brasil y luego siguieron los descendientes de japoneses, seducidos por el vertiginoso crecimiento económico que se verificaba en el país de sus antepasados", agregó.
Tavares de Lima aseguró que el broche de oro "fue el fracaso del plan económico del presidente José Sarney (1985-1990) en 1986, que coincidió con la entrada de Portugal y España a la entonces Comunidad Económica Europea, hoy la UE, que se convirtió en la quimera de quienes buscaban las nuevas oportunidades que Brasil les negaba".
Dos décadas atrás, "la economía europea vivía una fase de fuerte expansión y todos eran bienvenidos. Hoy, Europa tiene una patata caliente en sus manos y no sabe qué hacer con ella", concluyó el escritor.
El director del Departamento de las Comunidades Brasileñas en el Exterior (DCBE), Eduardo Gradinole, declaró al diario Público que "muchos brasileños retenidos en Madrid relataron haber sido víctimas de malos tratos, encierro injustificado y falta de respeto a sus derechos humanos".
Según un documento del DCBE, la lista de países "inflexibles" en la aplicación de las reglas para ingresar a territorio de la UE comienza con el trío formado por España, Irlanda y Portugal.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, planteó el tema a su par portugués, Aníbal Cavaco Silva, cuando lo recibió en una visita oficial el mes pasado.
Lula se refirió a los 1,37 millones de portugueses que viven en este país y manifestó su esperanza de que "los brasileños sean tan bien recibidos en Portugal como los portugueses lo han sido siempre en Brasil".