El izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), primera fuerza opositora de México, afianzó su estrategia de movilización y confrontación con el gobierno conservador en las elecciones de su dirección interna, en las que hubo robo de boletas, amenazas y otras irregularidades.
Según encuestas realizadas a boca de urna en los comicios internos del PRD celebrados el domingo, el nuevo presidente de ese partido será el economista y ex legislador Alejandro Encinas, de 53 años de edad, un ex comunista cercano al ex candidato presidencial de la izquierda, Andrés López Obrador.
El triunfo de Encinas representa la continuación de "la rijosidad a que nos tiene acostumbrados la izquierda desde las elecciones presidenciales de julio de 2006, así que esta noticia no es muy buena para el gobierno" del conservador Felipe Calderón, dijo a IPS la politóloga Erika Enríquez, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Encinas, que asumirá su cargo en abril por un período de cuatro años, obtuvo 50 por ciento de los votos, seis o siete puntos por encima de su contrincante Jesús Ortega, portavoz de posturas socialdemócratas.
El resultado fue anunciado por la dirección saliente del PRD, que contrató a dos empresas consultoras de opinión pública para realizar encuestas a los votantes.
Pero faltan aún datos de resultados sobre los consejeros nacionales, presidentes y delegados estatales y municipales y otros cargos menores que, en conjunto, suman 25.000 en todo el país, y en los que el sector de Encinas quizás no obtenga un triunfo claro.
Ortega señaló que esperaría el resultado oficial del escrutinio, previsto para el miércoles. No obstante, los observadores creen que el éxito de Encinas parece irreversible. "Fue un proceso con muchos problemas, pero finalmente democrático", reconoció Encinas este lunes.
Según los árbitros electorales del PRD, hubo irregularidades en 17 de los 32 estados del país, pero no suficientes como para anular los comicios en los que podían votar unos siete millones de afiliados. La concurrencia a las urnas se estimó en menos de cuatro millones.
Durante la campaña hubo denuncias de compra de votos, robo de boletas y acciones de propaganda prohibidas. El domingo se sumaron golpes de puño en centros de votación, destrucción de urnas, amenazas con armas de fuego a los votantes y entrega de alimentos a cambio de sufragios.
El PRD fue fundado a fines de los años 80 por un sector disidente del entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional, que se mantuvo en el poder entre 1929 y 2000, al que se sumaron partidos y corrientes izquierdistas y socialdemócratas opositoras.
En este frente de sectores de tradiciones y orígenes diferentes, las confrontaciones han sido constantes en los últimos años, en algunos casos en forma violenta y con denuncias de corrupción, como han reconocido Encinas y Ortega.
Las diferencias principales entre estos dos candidatos a conducir el PRD radican en sus posturas estratégicas y su relación con López Obrador, el ex alcalde de la capital mexicana (2000-2005) que se mantiene como eje del accionar del partido.
López Obrador cayó derrotado frente a Calderón por una diferencia de menos de un punto porcentual en los comicios presidenciales de 2006, marcados por las sospechas y las denuncias de fraude. La justicia electoral no consideró que las irregularidades ameritaran anular las elecciones.
Encinas reivindica la necesidad de subir el tono a la movilización social y rechazar el diálogo con Calderón, mientras Ortega propone posturas menos radicales y dialogar con el oficialismo dentro de las instituciones del Estado, además de rechazar los "caudillismos" de izquierda, calificativo con el que parece aludir el estilo de conducción de López Obrador.
Depende del PRD "definir por dónde y cómo camina para mantenerse como una opción real de poder y contribuir así a los cambios que el país requiere", opinó Enríquez, de la UNAM.
Según encuestas, la popularidad del PRD, que gobierna en cinco estados, ha caído desde las elecciones de 2006.
Encinas y su equipo enfrentarán a mediados de 2009 elecciones legislativas de mitad de período. Si el PRD no logra recomponer su imagen podría sufrir una dura derrota, afirman algunos analistas.
Para el escritor Juan Villoro, lo decisivo ahora "no es tanto el relevo de liderazgo", sino demostrar que el PRD puede conducirse con civilidad y dejar de lado "intolerancias y brotes fanáticos".
"Pensar distinto no es traicionar, buscar el diálogo no significa abjurar de las convicciones. Estos axiomas del trato democrático no siempre están presentes en un partido acostumbrado a hacer de la confrontación una estrategia", dijo Villoro, quien se declara parte de la izquierda mexicana.
La comisión organizadora del X Congreso del PRD, celebrado en 2007, reconoció que en el partido falta "institucionalidad" y prevalecen las luchas intestinas, el pragmatismo y la ausencia de una cultura democrática.
"Hacia fuera, la crisis del partido se refleja en pérdida de autoridad moral y de credibilidad ante la sociedad", sostuvo el documento de ese cuerpo.
El virtual nuevo presidente del PRD promete que la vida interna del partido transitará por nuevos derroteros de unidad, tolerancia y diversidad.
El PRD se mantendrá como un partido en los cauces institucionales y apelará a la movilización social para promover cambios "frente a la derecha y la oligarquía que mantienen secuestrado al país", ha dicho Encinas.
Además, seguirá considerando "espurio" al gobierno de Calderón, del Partido Acción Nacional, y no dialogará con sus portavoces, agregó.
En lo inmediato, los líderes del PRD han advertido que si durante este mes o el próximo el oficialismo presenta un proyecto de reforma energética, sus parlamentarios tomarán la tribuna del Poder Legislativo par impedir el debate, pues la "derecha y la oligarquía" quieren privatizar la empresa estatal Pemex.