Al reivindicar de nuevo la guerra en Iraq, de la que fue un decidido impulsor hace cinco años, el ex presidente del gobierno de España José María Aznar provocó una gran conmoción con réplicas, incluso, dentro de su centroderechista Partido Popular (PP).
"La situación en Iraq no es idílica, pero es muy buena", dijo el martes a la cadena de radio británica BBC Aznar, que gobernó España entre 1996 y 2004.
El respaldo brindado por este país europeo a la invasión encabezada por Estados Unidos no contó entonces con la aprobación del Congreso de los Diputados, y fue objeto de protestas en las que participaron millones de personas.
Aunque carecía del aval del Consejo de Seguridad de la ONU, la guerra se tornó inevitable el 13 de marzo de 2003, una semana antes de iniciada, cuando anunciaron su decisión en ese sentido el presidente estadounidense George W. Bush, el entonces primer ministro británico Tony Blair y Aznar, reunidos en las portuguesas Islas Azores. "Albergábamos la convicción muy seria de que teníamos razón, de que actuábamos en beneficio de mucha gente, de que teníamos que adoptar una decisión muy difícil, pero era nuestra responsabilidad", dijo Aznar.
De plantearse hoy la misma situación, "actuaría de igual modo", aseguró el ex presidente español.
Según Aznar, gracias a la invasión y a la guerra, la población de Iraq puede hoy "participar en elecciones, puede hablar libremente, hay libertad en el país y existe la posibilidad de establecer una democracia, porque hay más seguridad".
"Aunque fue un momento muy difícil para mí, mi convicción, mi conciencia y mi mente están limpias", sostuvo
Estas declaraciones, coincidentes con otras de Bush al respecto —para quien "la guerra de Iraq fue noble, justa y necesaria"—, cayeron como un jarro de agua fría sobre el sector centrista del PP, cada día más exiguo y marginado dentro del partido.
El PP, que el ex jefe de gobierno lideró y del que es presidente honorario, sufrió el 9 de este mes su segunda derrota electoral consecutiva.
"Siempre que el PP trata de recuperar el centro perdido, Aznar dice o hace algo que resta credibilidad a nuestros sinceros deseos", expresaron a IPS fuentes próximas al alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón, defensor dentro del partido de un viraje al centro.
Dada la tensión interna por la derrota electoral, estas fuentes prefirieron no ser identificadas.
La diputada del PP de Cataluña Monserrat Negrera, partidaria de una reforma interna "urgente, amplia y profunda" que apuntale al sector centrista, calificó al ex presidente de "jarrón chino muy valioso", aludiendo a su supuesta inutilidad más allá de lo decorativo.
Aznar preside la poderosa Fundación FAES, del PP, que moviliza grandes fondos y realiza actos culturales y políticos dentro y fuera de España, algunos de ellos en la estadounidense Universidad de Georgetown, donde él mismo y sus colaboradores más próximos suelen dar conferencias.
Negrera advirtió que el PP precisa una "renovación total" que incluya apartar de la dirección a su secretario general, Ángel Acebes, al portavoz de su grupo parlamentario, Eduardo Zaplana, y al candidato a presidente del gobierno, Mariano Rajoy, así como asignar a Aznar otro papel dentro del partido.
El ala centrista del PP tuvo hasta el año pasado presencia destacada en Cataluña, bajo el liderazgo del ex ministro de Industria y ex canciller Joseph Piqué, quien abandonó entonces la política y el partido al ser derrotado por el sector más conservador y reticente a la autonomía de esa región.
Las declaraciones de Aznar sorprenden a pocos en España, aunque fueron más lejos que otras anteriores en su identificación con Bush y con su "guerra contra el terrorismo".
El hoy ex presidente español se ha mostrado siempre convencido de que la guerra era imprescindible para acabar con el régimen del presidente de Iraq Sadam Husseim (1978-2003), ejecutado en la horca en diciembre de 2006, y para frenar el terrorismo internacional de origen árabe e islamista, que, según él, tenía allí su origen y sede.
Solo una vez admitió la posibilidad de haberse equivocado, en relación con la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq, uno de los principales pretextos para justificar la guerra.
A cinco años de la invasión, los ocupantes no han constatado la existencia de tales arsenales ni de programas para desarrollarlos.
Inspectores de armas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) habían desacreditado antes de la guerra las versiones estadounidenses.
Aznar reafirmó que "la guerra era necesaria", a pesar de que por su causa, según cálculos independientes, murieron entre 600.000 y un millón de iraquíes y 4,5 millones debieron abandonar sus hogares.
Cuarenta por ciento de la población de Iraq está sumida en la pobreza y 28 por ciento de los niños y niñas sufren desnutrición. La ocupación no logró instaurar la seguridad en el país ni acabar con el caos en el aparato del Estado.
En estos días se realizan protestas en numerosas ciudades españolas contra la situación que vive Iraq, y para recordar al camarógrafo español José Couso, muerto por la artillería de un tanque estadounidense en abril de 2003, cuando cubría la llegada de los invasores a Bagdad desde un balcón del Hotel Palestina.