En 2007 los extranjeros que viven en territorio español, más de 36 por ciento de ellos latinoamericanos, enviaron a sus países de origen casi 13.000 millones de dólares, 19,5 por ciento más que el año anterior, según un informe del Banco de España.
En términos absolutos, las cifras de la entidad central bancaria española sitúan a este país como tercero en el mundo en cantidad de remesas de trabajadores inmigrantes, sólo detrás de Estados Unidos y de Arabia Saudita. En términos relativos, España es la primera nación emisora de este tipo remesas.
Según el portal de Internet especializado Remesas.org, los inmigrantes que mandan más cantidad de dinero a sus países y familiares son, en primer término, los colombianos, con 23 por ciento, seguidos de los ecuatorianos, 20,2 por ciento, los bolivianos, 11 por ciento, los marroquíes, 6,9 por ciento, y los rumanos, 6,34 por ciento.
Estas cifras coinciden con datos de las áreas y regiones de las que, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), proceden las colectividades más numerosas. Iberoamérica se alza con 36,32 por ciento de los extranjeros de España, seguida de Europa occidental, que alcanza 21 por ciento, Europa oriental, con 17,7 por ciento y África del Norte, con casi 15 por ciento.
Las principales nacionalidades de las que proceden las colectividades de trabajadores inmigrantes son Marruecos, Ecuador, Rumania, Colombia, Argentina, Bolivia, Bulgaria, Perú, Portugal y Brasil.
El mercado de remesas mueve cifras tan elevadas que los bancos, nacionales e internacionales, tratan de introducirse en él asociándose o compitiendo con las entidades que tradicionalmente lo han monopolizado: en España, hasta hace poco tiempo, Western Union y Money Gram controlaban las tres cuartas partes de estas transferencias electrónicas de dinero.
Entraron de lleno en la actividad el Banco Santander, que adquirió la firma especializada Latinoenvíos, y el BBVA, que creo la marca Dinero Express. Las cajas de ahorros, que dependen de las comunidades autonómicas y de otras instituciones regionales, también pretenden entrar en un negocio que, además de las comisiones por envíos, mueven el dinero hacia otras ofertas bancarias.
Las comisiones percibidas por las transferencias eran tan elevadas que las asociaciones de inmigrantes, apoyadas por organizaciones de consumidores y sindicatos, elevaron su voz ante las autoridades españolas, las de sus países y las de la Unión Europea.
Para evitar abusos, el gobierno de España legisló en la materia, y las comisiones, aunque lentamente, bajaron. Las asociaciones de inmigrantes continúan considerándolas excesivas, igual que los impuestos de algunos países receptores que obligan a pagar casi seis por ciento por cada 150 euros (236 dólares) remitidos.
La sensibilidad sobre esto es grande en un país como España, que, al comenzar la década de los 90, dejó de ser un emisor neto de trabajadores, como lo fue durante medio siglo, para transformarse en uno de los principales receptores de inmigrantes. En 1991, el INE censó a poco más de 360.000 extranjeros, y en 2007 a casi 4,5 millones.
Sociólogos y analistas económicos coinciden en que los inmigrantes están en una situación igual a la de los trabajadores españoles que emigraron al resto de Europa y a América en tres diferentes etapas: antes de la guerra civil (1936-1939), durante dicho conflicto (principalmente exiliados) y después de 1960. "La situación en la que se encuentran los inmigrantes en nuestro país es semejante a la que vivieron nuestros compatriotas en los años 60 y 70", escribe Elena Izquierdo, socióloga y comentarista económica de la filial española de la organización Consumers International.
"Emigraron a Europa y a América con el objetivo de mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias. El dinero que ahorraron y enviaron a España impulsó, sin duda, el desarrollo del país. Hasta hace sólo tres años, las cantidades que los españoles residentes en el extranjero enviaban a España eran superiores a las que mandaban los inmigrantes a sus países", agregó.
Ese cambio acelerado se refleja en otro informe del Banco de España, según el cual los ingresos por remesas del Estado español se multiplicaron por tres desde 1990 y los pagos por remesas al extranjero se multiplicaron por sesenta en el mismo periodo.
Esta transformación conduce a analizar los beneficios o perjuicios que produce en España y en los países receptores de las remesas.
"La migración opera como un mecanismo de equilibrio. En presencia de desigualdades salariales, la inmigración permite una mayor igualdad de salarios entre las regiones que envían y reciben inmigrantes", dijo Enrique Alberola, responsable de la División de Economía Internacional del Banco de España.
En la recién concluida campaña electoral, el gobierno admitió que el "boom" económico se debió en gran parte al trabajo de los inmigrantes. Su lentitud actual, provocada por el alza de precios de productos básicos como el petróleo, anima a grupos ultraderechistas a echar la responsabilidad sobre los hombros de los inmigrantes.