Una investigación de la Cepal destaca la solidez de la recuperación económica de Argentina en los últimos cinco años y señala la oportunidad de avanzar hacia un modelo que incorpore valor agregado a los productos primarios, aún predominantes en las ventas al exterior.
El libro, elaborado por una veintena de economistas, forma parte de una indagación más amplia acerca de los efectos de la especialización productiva sobre la pobreza y la equidad en la región. Se publicará en abril con el título "Crisis, recuperación y nuevos dilemas. La economía argentina 2002-2007".
"Argentina recorrió una primera parte del camino", dijo a IPS Bernardo Kosacoff, editor del libro y director de la oficina argentina de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
"El país logró una macroeconomía consistente, una notable normalización y recuperación económica, y ahora está en el punto de partida de una dinámica de cambio estructural", agregó.
Pero, "para lograr sustentabilidad en el largo plazo y tener certeza de que no habrá una crisis dentro de 10 años es fundamental avanzar con un patrón industrial que permita expandir la base de generación de riqueza y que garantice una mayor inclusión social", advirtió.
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Kosacoff consideró que el gobierno de Cristina Fernández "tiene clara la necesidad de agregar valor a la producción y de fomentar las ventas externas de servicios".
El ministro de Economía, Martín Lousteau, sostiene que la incorporación de valor agregado a las exportaciones locales "es una directriz fundamental del desarrollo económico para los próximos años".
A raíz del aumento de las retenciones a las exportaciones de cereales, una medida que desató un profundo conflicto con el sector agropecuario que aún continúa, Lousteau explicó que el gobierno busca fomentar la industrialización de los granos, de manera de producir alimentos y biocombustibles cuyo precio de exportación es más alto.
Pero, por el momento, ese objetivo se encuentra más en el terreno de la retórica que en el de su implementación, indicó Kosacoff. "Se requiere un esfuerzo sistemático por mucho tiempo para cambiar el patrón industrial", remarcó. Entretanto, el sector crece y genera empleo, pero sin haber hecho un salto de calidad.
Esta asignatura pendiente queda en evidencia en el intercambio comercial deficitario con Brasil, con mayor desarrollo industrial que Argentina.
Esta semana, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, viajó a Brasil acompañado por gobernadores provinciales, alcaldes y más de un centenar de representantes de pequeñas y medianas empresas locales que producen bienes de exportación con alto valor agregado.
El objetivo de la misión es reducir el déficit comercial argentino que se arrastra desde 2003. Según datos de la Unión Industrial Argentina, 35 por ciento de las manufacturas de origen industrial importadas son brasileñas, mientras ese rubro representa apenas seis por ciento de lo que Brasil le compra a este país.
Alimentos "gourmet" (con reputación de muy alta calidad), cosméticos, programas informáticos (software), conductores eléctricos y diseño y fabricación de juguetes son algunos de los rubros de la industria argentina que buscan expandirse en Brasil.
El economista Aldo Ferrer, director de la petrolera estatal Enarsa, dijo a IPS que en los últimos años hubo una fuerte recuperación industrial, pero "queda la enorme tarea de incorporar tecnología de punta. Tenemos una industria con gran dependencia de insumos importados", remarcó.
"Con la revalorización de los recursos naturales en el mercado internacional, Argentina corre el riesgo de volver a dinamizar una vieja estructura industrial que no hizo la transformación interna requerida", sostuvo Ferrer, quien desafió a las empresas a desarrollar productos de telefonía y microelectrónica.
Según el trabajo de la Cepal, la economía argentina posterior a la crisis desatada en 2001 tuvo un desempeño "sorprendentemente positivo". La tasa de crecimiento promedio entre 2002 y 2007 fue de 8,2 por ciento. Se reestructuró la deuda externa, se recuperó el empleo, la inversión y hubo una importante reducción de la pobreza, señala.
"Ni los más optimistas lo previeron", destaca el estudio. La industria revirtió la tendencia negativa que había registrado en los años 90 con pérdida de participación relativa en el producto interno bruto y "se transformó en uno de los sectores más dinámicos en la generación de nuevos empleos".
La industria creció 32,8 por ciento entre 2002 y 2006. Inicialmente, a través del aumento en el uso de la capacidad instalada y luego como consecuencia de una mayor inversión, cuya tasa se elevó de 11 a 23 por ciento en ese período.
Sin embargo, advierte la Cepal, a pesar del crecimiento "no hay señales claras de un proceso de cambio estructural que genere mayor diversificación de la canasta exportadora", ni se avanzó en la sustitución de importaciones de bienes intermedios y finales tecnológicamente complejos.
"Si bien hubo reestructuraciones sectoriales, faltan pasos hacia la sofisticación en la producción e innovación en los procesos. Las respuestas a estímulos macroeconómicos estuvieron condicionadas por la estructura heredada de la década anterior", según el estudio.
Como prueba de los desafíos pendientes, la Cepal remarca que 85 por ciento de las exportaciones argentinas siguen concentradas en bienes primarios, combustibles y manufacturas de bajo contenido tecnológico. "No se ha modificado, al menos no todavía, la pauta de especialización externa", señala.
Los alimentos representan 50 por ciento de las exportaciones. El resto está compuesto por, aproximadamente, 30 por ciento de bienes con baja tecnología (combustibles y metales básicos), 20 por ciento con alto contenido tecnológico (automóviles y químicos) y un porcentaje marginal de productos de alta tecnología, particularmente fármacos.
"La vigencia de una estructura industrial que —salvo excepciones que no alcanzan a constituir una masa crítica— permanece especializada en gamas inferiores o menos complejas de las cadenas productivas, puede comprometer la competitividad a futuro", advierten los expertos.
"La superación de estas limitaciones requiere el desarrollo de un nuevo modelo productivo que combine un salto de calidad en la actividad instalada y la incorporación de nuevas actividades o ramas de productividad más elevada", indica la Cepal.