CHINA: Llamado al diálogo con el Dalai Lama

Las presiones para que China inicie un diálogo con el Dalai Lama, el exiliado líder espiritual de Tíbet, van en aumento a medida que las continuas protestas callejeras en ese territorio confirman el fracaso de la estrategia de Beijing de férreo control político.

Un gran número de tropas chinas han sido desplegadas en Tíbet, luego de las mayores manifestaciones en dos décadas.

Beijing acusó al Dalai Lama de promover los violentos disturbios con la intención de sabotear los Juegos Olímpicos, que se realizarán este año en la capital china, y promover la independencia de Tíbet.

Pero aunque la retórica oficial respecto del Dalai Lama se vuelve más agresiva, crecen también los llamados para que Beijing reconozca su gran influencia sobre la población tibetana y encuentre una solución a un problema que se arrastra desde hace décadas.

Un grupo de 26 personalidades ganadoras del premio Nobel pidieron a China que retome el diálogo con el Dalai Lama y repudiaron la campaña contra el líder espiritual, quien vive en el exilio, en la septentrional ciudad india de Dharamsala, desde 1959, cuando Beijing aplastó un levantamiento en Tíbet en el que perdieron la vida decenas de miles de personas.
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El Dalai Lama obtuvo en 1989 el premio Nobel de la Paz por su firme compromiso con la no violencia en su defensa de la causa tibetana. El líder espiritual ha dicho reiteradamente que no busca la independencia sino una auténtica autonomía, prometida por los líderes comunistas de Beijing en 1951 pero nunca concedida.

La autonomía cultural y religiosa, dice la declaración de los premios Nobel, "es fundamental para la preservación de la herencia tibetana".

China rechazó los llamados al diálogo. En cambio, reclamó una investigación internacional sobre los disturbios que, según Beijing, provocaron una destrucción masiva en Lhasa, la capital de Tíbet, y dejaron 16 muertos, la mayoría de ellos "civiles inocentes".

El gobierno tibetano en el exilio, sin embargo, ofrece una versión diametralmente opuesta. Afirma que se permitió a las tropas abrir fuego sobre los participantes en las protestas y que más de 90 personas murieron.

Políticos europeos no han dado señales claras sobre su voluntad de considerar la aplicación de sanciones a China por su brutal represión, pero se han sumado a los pedidos para que Beijing retome un diálogo directo con el Dalai Lama.

El primer ministro británico, Gordon Brown, quien la semana pasada habló con su par chino Wen Jiabao, a quien le pidió mesura, dijo que se reunirá con el Dalai Lama cuando visite Gran Bretaña en mayo.

El líder espiritual tibetano ha dicho en el pasado que estaba dispuesto a reunirse con los líderes chinos. Representantes del Dalai Lama mantuvieron contactos con funcionarios chinos en 2002, reabriendo un canal de diálogo que se había cerrado en 1989, cuando China reprimió protestas en Lhasa.

Los observadores señalan, sin embargo, que pocos progresos se han hecho en esas conversaciones.

Wen Jiabao le dijo a Brown que el Dalai Lama debía abandonar "su proposición de independencia" y poner fin a sus "actividades separatistas".

Esas son las precondiciones para que el gobierno chino dialogue con él, dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Qin Gang.

Mientras, la presidenta de la Cámara de Representantes el Congreso legislativo de Estados Unidos, Nancy Pelosi, hizo un llamado este viernes a la comunidad internacional a condenar la "opresión" china en Tíbet.

Pelosi se reunió con el Dalai Lama en Dharamsala.

Los pedidos para que se reanude el diálogo no provinieron sólo de la comunidad internacional.

Wang Lixiong, un escritor cuyas investigaciones sobre Tíbet circularon entre los líderes del Partido Comunista, consideró que la actual crisis debe hacer tomar conciencia a las autoridades de que su política de rápido crecimiento económico ha resultado allí un fracaso.

"Las protestas en 1987 y 1989, cuando se impuso la ley marcial, estuvieron limitadas a Lhasa y sólo participaron monjes, intelectuales y estudiantes. Pero ahora se extienden a todo el territorio y toman parte toda clase de personas, incluyendo campesinos y trabajadores", afirmó.

En uno de sus trabajos, publicado en 1998 fuera de China, Wang señaló que las inversiones de Beijing en Tíbet, motivadas políticamente, alimentaron un crecimiento económico que agravó las desigualdades sociales y generó descontento.

Wang señaló que el marcado incremento en el nivel de vida de la elite tibetana muestra un marcado contraste con el empobrecimiento de la inmensa mayoría, que permanece pobre y analfabeta.

Si las autoridades chinas no reconsideran su política, advirtió Wang, en 10 o 20 años la lucha se volverá más violenta. "Deben reconocer que la prosperidad económica impuesta no elimina la influencia del Dalai Lama. Él es la clave para la solución del problema, porque es su máximo líder espiritual y un símbolo internacional de la identidad tibetana", afirmó.

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