Marcia Cueva ya no podrá ampliar su pequeña vivienda en una zona periférica de la capital mexicana, pues no recibió el dinero esperado desde Estados Unidos, donde trabaja su marido. En situación similar están miles de personas ante el declive del flujo de remesas luego de un lapso de aumentos explosivos.
Las remesas de dinero procedentes del exterior llegaron el año pasado en México a 23.979 millones de dólares, lo cual representó un aumento de apenas uno por ciento respecto de 2006, reportó el Banco de México (Central).
Se trata del más bajo crecimiento registrado desde 2000 en esos envíos. Entre ese año y 2006, los repuntes anuales oscilaron entre 35 y 17 por ciento.
Pero aún con la desaceleración, entre comienzos del siglo y el año pasado, las remesas pasaron de menos de 10.000 millones de dólares a casi 24.000 millones.
Para Juan Carlos Moreno-Brid, coordinador de investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en México, el retroceso se relaciona con la contracción de la economía de Estados Unidos y el endurecimiento de los controles migratorios en ese país, donde viven unos 11 millones de mexicanos, seis millones de ellos sin los documentos exigidos.
"Creo que en este año veremos una situación similar, incluso puede darse por primera vez en los últimos años una contracción de las remesas", declaró Moreno-Brid a IPS.
Cueva, quien labora de lunes a viernes como trabajadora domestica en dos hogares de clase media de la capital mexicana, indicó a IPS que su esposo ha tenido problemas para mantener los envíos habituales de 250 dólares mensuales, como sucedió en todo 2006.
"El año pasado hubo meses que no pudo mandarnos nada", se lamentó.
Dueña de una pequeña casa en el estado de México, vecino a la capital, Cueva aspiraba poder construir en 2007 una habitación para su hijo mayor, de 16 años, pues deseaba darle más independencia y comodidad. El plan no prosperó, así que el joven sigue compartiendo espacio con sus hermanas de ocho y 10 años.
El esposo de esta mujer trabaja en el occidental estado estadounidense de California desde 2005 en la construcción, pero también como jardinero, mesero y en tareas de limpieza.
En su informe sobre las remesas 2007, difundido esta semana, el Banco de México atribuyó el bajo crecimiento de las remesas al menor ritmo de actividad económica en Estados Unidos, especialmente en la industria de la construcción, donde se emplean numerosos trabajadores mexicanos. Además, recordó que ahora hay controles estrictos en los puestos de trabajo para impedir la contratación de indocumentados. Pero aún con la desaceleración, los 23.979 millones de dólares que los inmigrantes mexicanos enviaron a sus hogares en 2007, representaron la segunda fuente de divisas de México, sólo detrás del petróleo por los que se obtuvo 104.511 millones de dólares. Desde el año pasado, los inmigrantes enfrentan en Estados Unidos un marcado endurecimiento de las autoridades. Las redadas policíacas son periódicas en los lugares de trabajo, así como las consecuentes deportaciones.
El año pasado, 513.000 mexicanos fueron deportados desde Estados Unidos. Parte de ese grupo fue detenido previamente en su lugar de trabajo, la calle o en centrales de autobuses y aeropuertos.
"Mi marido me dice que la situación es difícil, pero él seguirá echándole ganas y no se va a regresar (a México) así de fácil", declaró Cueva.
En un informe difundido en junio de 2007, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indicó que la expulsión de mexicanos hacia Estados Unidos podría moderarse sólo "si hubiera una reducción significativa de la desigualdad entre zonas de origen y destino".
Según esa agencia, la desigualdad económica y social, más que la pobreza, son el factor determinante para que miles de mexicanos y centroamericanos emigren cada año hacia Estados Unidos.
El estudio indica que las remesas ayudan a generar un mejor nivel de vida e "inducen a una mayor inversión en educación primaria y secundaria de los hijos de familias migrantes, con un sesgo favorable a las niñas".
Además, precisa la agencia en contra de la creencia general, que quienes migran no provienen de los hogares más pobres de México.
Datos oficiales indican que alrededor de 500.000 mexicanos emigraron anualmente entre 2004 y 2007, a Estados Unidos, a pesar del aumento de los controles en las fronteras.
Casi 500 mexicanos murieron el año pasado mientras intentaban ingresar al país vecino. Tal cifra fue apenas inferior a las de 2006, cuando ese cruce le costó la vida a 485 personas, y en 2005 con 516 fallecidas.