Rusia elegirá este domingo un nuevo presidente, en comicios que la oposición y activistas por los derechos humanos consideran un mero ejercicio para consagrar al candidato del actual mandatario, Vladimir Putin, y su estrategia para mantener el poder en el nuevo gobierno.
Cuatro candidatos se han presentado a las elecciones. El primer viceprimer ministro Dmitry Medvedev, del oficialista Rusia Unida, Gennady Zyuganov, líder del Partido Comunista, Vladimir Zhirinovsky, del Partido Liberal Democrático, y Andrey Bogdanov, del prooccidental Partido Demócrata.
Los analistas prevén una victoria arrolladora de Medvedev. La última encuesta preelectoral mostró esta semana que obtendría 73 por ciento de los votos, contra 11 por ciento de Zyuganov y alrededor de ocho por ciento de Zhirinovsky.
Medvedev, de 42 años, recibió el apoyo explícito de Putin a mediados de diciembre. Dada la popularidad del actual presidente, esto prácticamente lo convierte en su sucesor. Putin, quien no puede aspirar a un tercer mandato, también afirmó que aceptará el puesto de primer ministro si su delfín gana los comicios.
Medvedev recorrió varias ciudades importantes del país durante la campaña, incluso en la vasta e inhóspita Siberia. Prometió desarrollar la economía, la infraestructura, la educación y la salud. También habló de ayudar a las familias rusas.
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El candidato oficialista subrayó la necesidad de eliminar las trabas burocráticas y reducir los impuestos para fomentar la innovación y la inversión privada para el desarrollo social.
Medvedev enfatizó que se necesita estabilidad política para que el gobierno pueda concretar sus prioridades para este país de 143 millones de habitantes. Su programa de desarrollo se extenderá por los próximos 12 años.
Este plan es popular en las repúblicas que conforman la Federación Rusa. "El gobierno ha creado condiciones favorables para los negocios y ha alcanzado un éxito considerable", dijo a IPS Vassily Panchenko, portavoz de la administración de Mari El, una república autónoma de 770.000 habitantes, en la zona occidental del país.
El jueves arribaron los observadores internacionales que supervisarán los comicios, incluyendo una delegación de 25 miembros de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE, por sus siglas en inglés), organismo que promueve los derechos humanos y la democracia en el continente.
El director de la Comisión Central Electoral rusa, Vladimir Churov, advirtió que cualquier comentario que realicen los observadores previo a las elecciones será considerado una intromisión en los asuntos internos del país.
El líder de la delegación de la PACE, Andreas Gross, declaró al diario Nezavisimaya Gazeta que los comicios no ofrecen opciones reales a los votantes. También señaló su decepción por el hecho de que Medvedev se negó a participar en debates televisivos con los otros candidatos y advirtió que hay indicios de que las elecciones del domingo no serán ni libres ni justas.
Gross también señaló que la ausencia de observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), foro para el diálogo político, afectará negativamente la percepción de los comicios en el exterior.
La OSCE se negó a supervisar la votación a causa de las restricciones impuestas por las autoridades rusas.
"Según la metodología de esa organización, se requieren tantos observadores como ellos consideren necesario. Pero les ofrecieron unas pocas invitaciones, por primera vez desde 1991", señaló a IPS Alexey Sidorenko, coordinador de programas de la filial moscovita del centro de estudios Carnegie, con sede en Estados Unidos.
Lilia Shevtsova, una investigadora del centro, dijo que Medvedev ha sido leal a Putin durante los 17 años de su relación y que representa al mejor candidato para convertirse en un presidente sólo en el aspecto formal.
Shetsova considera que si Medvedev resulta electo, Putin continuará influyendo en las decisiones políticas y que incluso podría retornar a la presidencia.
El actual mandatario tiene el apoyo de los jóvenes, agregó. "Consideran que ha sido responsable del fortalecimiento de Rusia y de su ampliada influencia en la política internacional, que dinamizó al país y garantizó una mayor estabilidad", afirmó.
Los jóvenes "quieren tener esperanza, y últimamente esa esperanza está ligada a Putin, porque la gente comenzó a vivir mejor bajo su régimen y Rusia es mucho más prominente en la escena internacional", concluyó.