Phnom Penh se prepara para un cambio drástico en su horizonte, ahora que empresas surcoreanas confirmaron sus planes de construir dos rascacielos en la capital camboyana.
Se prevé que la Gold Tower ("torre de oro"), de 42 pisos, esté terminada para 2011, mientras que una estructura de 53 pisos estará pronta al año siguiente.
Esa transformación servirá como símbolo visual de la dirección que esta nación ha tomado en el camino al desarrollo. Se sumará a los impactantes números que registró Camboya en los últimos dos años, con un crecimiento económico de 11 por ciento en 2006 y de nueve por ciento en 2007.
Parece probable que aparezcan más torres elevadas envueltas en cristal, luego de estas dos. El país de Asia sudoriental "recibió más de 1.500 pedidos de proyectos de construcción por valor de 1.500 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2007", informó el periódico Phnom Penh Post, citando al ministro de Urbanismo y Construcción, Im Chhum.
Aunque ese panorama solamente confirma por qué Camboya se vuelve cada vez más un país con profundas divisiones, con el auge económico concentrado en apenas tres centros urbanos —Phnom Penh, Siem Reap (norte) y Sihanoukville (sur)— a expensas de sus áreas rurales, donde vive 80 por ciento de los 14 millones de habitantes.
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Un nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) expone el grado de la inseguridad alimentaria, la elevada malnutrición y la situación de los "privados de alimentos" en uno de los países más pobres de esta región que todavía se esfuerza por dejar atrás la pesadilla de una guerra y un régimen de opresión que duraron dos décadas.
"La mezcla de productos alimenticios disponibles en Camboya normalmente debería adecuarse a una dieta equilibrada, pero la capacidad productiva o el poder adquisitivo de muchos hogares es limitado", indica el Atlas de la Seguridad Alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Cerca de 35 por ciento de camboyanos —unos 4,6 millones de personas— viven debajo de la línea de pobreza de un dólar por día. De ellas, 90 por ciento proceden de áreas rurales, según el PMA.
"En 2005, unos 630.000, o 37 por ciento, de las niñas y niños camboyanos menores de cinco años sufrían malnutrición proteico-energética crónica", agrega el PMA, citando cifras del Informe Camboyano de Relevamiento Demográfico y Sanitario.
Los camboyanos clasificados como "privados de alimentos" equivalen a 21 por ciento de la población, cerca de tres millones de personas, señaló el PMA, basándose en la Evaluación sobre Inseguridad Alimentaria 2007, realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre otras agencias.
Los "privados de alimentos" son aquellos que comen menos que lo que establece la dieta mínima para satisfacer los requisitos energéticos básicos.
La aparición de Siem Reap entre las 10 provincias que el PMA describe como puntos de mayor malnutrición en su estudio de mediados de este mes ilustra las dos caras de la historia del desarrollo de Camboya.
Durante años, la ciudad de Siem Reap fue testigo de un rápido crecimiento. Surgieron muchos hoteles lujosos para alojar a la enorme cantidad de turistas que llegaban a la ciudad. La imagen que mejor identifica a esta localidad es el majestuoso templo de Angkor Wat y otros que lo circundan, construidos durante el siglo XIV e incluso antes.
Pero los dólares de los turistas no traspasaron las fronteras de la ciudad. "Siem Reap es una de las provincias más pobres del país. El turismo sólo se centra en la ciudad. Pero a menos de 25 kilómetros del centro, la gente es muy pobre", dijo telefónicamente a IPS el director de la oficina camboyana del PMA, Thomas Keusters, desde Phnom Penh.
Los camboyanos que quedaron por fuera del crecimiento de la ciudad son aquellos con poca educación en la provincia, que no pueden hallar trabajos en los hoteles, agregó. "Las personas que han encontrado empleo son las que pueden leer y escribir y ayudar en el sector turístico", ratificó.
El débil sistema educativo de Camboya más allá de los centros urbanos fue subrayado el jueves 14 en un informe sobre tendencias educativas en la región presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Tiene una de las proporciones más elevadas de repetición en niños del primer año de la enseñanza primaria, 24 por ciento, reveló el "Informe 2008 de Control Mundial Educación para Todos".
Además, Camboya y Laos "tienen la cobertura más baja de atención a la primera infancia en Asia sudoriental, con apenas nueve por ciento y ocho por ciento de los niños de entre tres y cinco años inscriptos en centros preescolares respectivamente", agrega el estudio de la Unesco.
Incluso el Banco Mundial admite que, pese al éxito de Camboya en algunos frentes —como reducir la cantidad de personas que viven en la pobreza de 47 por ciento de la población en 1994 a 35 por ciento una década después—, la desigualdad es un problema.
Durante los últimos 10 años, el poder de consumo del 20 por ciento más rico del país creció 45 por ciento, contra un aumento de apenas ocho por ciento en el poder adquisitivo del 20 por ciento más pobre, observó el Banco en su estudio 2007 sobre la equidad en Camboya.
Esta división económica expone lo que "el crecimiento no muestra, sobre quién se está beneficiando y quiénes son los perdedores. La gente común en las áreas rurales y urbanas perdió durante años. Hay un problema sistémico en la distribución de los recursos", destacó Shalmali Guttal, investigadora de la organización de expertos Focus on the Global South, con sede en Bangkok.
La perspectiva de un cambio inmediato para los marginados económicamente parece remota, explicó en una entrevista, porque a los pobres se les niega el acceso a la tierra en las áreas rurales o incluso se les impide pescar en el lago más grande del país.
"Las concesiones de pesca fueron vendidas a empresas privadas y las comunidades de pescadores del lugar capturan poco, lo que las priva de ingresos y de su principal fuente de proteínas", agregó.
Amnistía Internacional también alertó sobre las duras medidas utilizadas por el gobierno del primer ministro Hun Sen para apoyar desalojos forzados en las áreas urbanas y rurales a fin de adquirir tierra para emprendimientos comerciales y proyectos de "desarrollo".
La organización con sede en Londres advirtió que 150.000 camboyanos corren peligro de perder sus hogares y tierras por culpa de proyectos que satisfacen los caprichos de los más adinerados del país.
Vireak y Sopheap son dos miembros de una aldea de agricultores de subsistencia cerca del pueblo costero de Sihanoukville, que fueron afectados por esta situación en abril pasado, señaló Amnistía. La mayor parte de la aldea "fue incendiada por policías y militares, desalojando por la fuerza a más de 100 familias", añadió.
"El gobierno camboyano adoptó políticas, apoyadas por donantes internacionales, que aspiraban a desarrollar y mejorar las vidas de los pobres. Pero esas políticas contrastan severamente con las realidades experimentadas por Vireak, Sopheap y otras víctimas de desalojos forzados, que se hunden cada vez más en la pobreza a través de las acciones de las autoridades", agregó.