La pequeña Kosovo puede estar muy lejos de China, pero su declaración de independencia esta semana tuvo un gran impacto en este gigante de Asia.
La declaración del parlamento en Pristina golpeó en el corazón de la estructura constitucional que sostiene el moderno estado chino, diseñado con el mismo modelo federal de las ahora desaparecidas Unión Soviética y Yugoslavia.
La decisión de la región balcánica de Kosovo de separarse de Serbia amenaza con establecer un precedente para las 56 minorías reconocidas en China que ocupan la mitad de su territorio.
Además, hay regiones administrativas especiales, como Hong Kong y Macao y el territorio de Taiwán, que en teoría tienen las mismas relaciones con Beijing como las que Pristina tenía con Belgrado.
Pero nada es más inquietante que el hecho de que la declaración de Kosovo fuera apoyada por Estados Unidos y las principales potencias de Europa. La determinación de Occidente a reconocer los derechos de autonomía de una minoría sobre la soberanía nacional de Serbia llevó a Beijing a expresar "seria preocupación".
[related_articles]
El portavoz de la cancillería china Liu Jianchao divulgó un comunicado el lunes alertando que la declaración de Pristina podría desestabilizar toda la región de los Balcanes.
"La decisión unilateral de Kosovo podría derivar en una serie de consecuencias y crear un grave impacto negativo en la paz y en la estabilidad de los Balcanes, y en los esfuerzos para construir una sociedad multiétnica en Kosovo, por lo que China está profundamente preocupada", indicó.
Lo que teme Beijing es que el inmediato reconocimiento a la independencia kosovar por parte de los principales países europeos y Estados Unidos pueda estimular a las minorías chinas, como los tibetanos o los uighurs en la provincia de Xinjiang a exigir una mayor autonomía.
Aun más preocupante es el hecho de que la declaración de Kosovo ocurre justo un mes antes de que Taiwán realice un controvertido referendo sobre si esa isla autónoma debe solicitar el ingreso a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con ese nombre o con el de República de China.
Taiwán se separó políticamente de Beijing tras la victoria en 1949 de las fuerzas comunistas en China continental y la huida de los líderes del Kuomintang (Partido Popular Nacional) hacia la isla, donde establecieron un gobierno rival.
Beijing insiste en que la isla debe volver bajo su control, por la fuerza si es necesario.
El gobierno taiwanés fue uno de los primeros en felicitar a Kosovo por su declaración de independencia, calificando de "verdaderamente admirable" la determinación del pueblo kosovar.
"Taiwán es miembro de la comunidad internacional y anhela la democracia y la libertad, y el gobierno está feliz de que el pueblo de Kosovo busque los frutos de la independencia, democracia y libertad", señaló Taipei en una declaración el lunes.
Pero Beijing también fue rápido en contestarle a Taiwán por su audacia, señalando que la isla no tenía autoridad para reconocer a otros estados.
"Es sabido por todos que Taiwán, como parte de China, no tiene derecho ni está calificada para hacer un reconocimiento", señaló la cancillería.
El ejemplo de Kosovo preocupa a China además porque revive el recuerdo de las promesas de autodeterminación hechas por el Partido Comunista a las minorías, rápidamente olvidadas después de acceder al poder en 1949.
El caso más famoso es el de Tíbet. China redactó un acuerdo de 17 untos con el gobierno de Lhasa en 1951, que reconoce los derechos de los tibetanos al autogobierno, a la independencia religiosa y a tener sus propias instituciones educativas, aunque no a controlar asuntos militares ni diplomáticos.
Pero, luego de ahogar una rebelión en 1959 que obligó al líder espiritual tibetano Dalai Lama a exiliarse en India, China revocó sus promesas y usó medidas represivas para mantener a la zona bajo control.
Las similitudes con Kosovo son asombrosas. La comunidad albanesa en esa región balcánica, que representa 95 por ciento de los 2,1 millones de habitantes, gozaba de una verdadera autonomía durante el régimen de Josip Tito (1945-1980), fundador de Yugoslavia.
Aunque era una provincia de Serbia, Kosovo gozaba del mismo autogobierno que las otras seis ex repúblicas yugoslavas. Tenía su propia asamblea, fuerza policial, gobierno local, escuelas y universidades.
Pero el régimen de Slobodan Milosevic (1989-1997) acabó con la autonomía kosovar e impuso el control desde Belgrado. Una serie de guerras siguieron en Esolvenia, luego Croacia, la más devastadora de Bosnia-Herzegovina y finalmente Kosovo, que terminó con más de 200.000 muertos.
Al término de estas guerras, la Yugoslavia de Tito estaba totalmente desmembrada. Kosovo había quedado bajo jurisdicción de la ONU y con la protección de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras se buscaba un acuerdo final entre Belgrado y Pristina.
Luego de que el parlamento kosovar aprobara el domingo en forma unánime la declaración de independencia, China se unió a Rusia, España y Serbia, entre otros, en oponerse.
El embajador de China en la ONU, Wang Guangya, alertó que la decisión de Kosovo, respaldada por Gran Bretaña, Francia, Italia y Estados Unidos, amenaza con socavar la credibilidad de la ONU, que ha supervisado el territorio desde 19999.
"Si la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad no es observada e implementada, se convertirá en un mero pedazo de papel", dijo en una reunión de emergencia de ese órgano, en el que China es miembro permanente y con poder de veto.