Arduo parece aún el camino para construir la igualdad de género en las sociedades de América Latina y el Caribe, donde el tema continúa mayormente recluido en espacios académicos, lejos de los medios de comunicación y raras veces comprendido en los debates que acaparan la atención de la ciudadanía.
Aunque en varios países de la región existen legislaciones con similares derechos y obligaciones para mujeres y hombres, la discriminación encuentra refugio en el espacio doméstico y sobrevive en ideas y tradiciones ancestrales, que contemplan la subordinación de lo femenino como algo natural.
"El reto en esta batalla por una cultura de la igualdad está en el campo de lo subjetivo", dijo a IPS la cubana Isabel Moya, directora de la estatal Editorial de la Mujer. "Los cambios que dependen de la conciencia social, de las costumbres, no se articulan automáticamente a partir de los cambios en la legislación", afirmó.
En las últimas cinco décadas, las mujeres cubanas han conquistado notables espacios en la vida pública, al punto de representar más de 43 por ciento en el parlamento y 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional. Sin embargo, en la mayoría de las familias se mantiene el orden patriarcal, que las enfrenta a una doble o triple jornada de trabajo.
"A pesar de toda esa participación, en la vida privada en muchos hogares las mujeres siguen siendo responsables de la educación de los hijos, de las tareas domésticas y el cuidado de sus mayores y los de su compañero", sostuvo Moya, una de las más tenaces defensoras de los derechos femeninos desde la academia y la prensa cubanas.
Para la argentina Ximena Cabral, periodista y profesora en la Universidad Nacional de Córdoba, resulta fundamental "visibilizar la inequidad y los estereotipos de los roles femeninos y masculinos", que pueden expresarse cotidianamente en hechos de violencia explícita o simbólica contra las mujeres.
Según Cabral, de 31 años, también es preciso que el movimiento de mujeres, muy fuerte en su país, gane en organización "para trabajar en estas cuestiones de género y a la vez incidir en las políticas públicas".
A juicio de la abogada uruguaya Graciela Navarro García, se debe concienciar de la desigualdad predominante a toda la sociedad, en particular a las mujeres, para que una vez convencidas de su condición de ciudadanas con iguales derechos "puedan movilizarse y realizar acciones para llegar a un plano de equidad".
Gabriela Romero, profesora argentina, considera esencial capacitar a los profesores y maestros para introducir la perspectiva de género en todos los niveles de educación, y de este modo evitar "la construcción y perpetuación de los estereotipos" arraigados desde la infancia en el entorno escolar.
Romero ha introducido el enfoque de género en su trabajo docente con jóvenes y adolescentes sobre el tema de la sexualidad responsable, más allá de cuestiones como la prevención de un embarazo. "Se los planteo en las relaciones cotidianas, de trabajo, en la familia", asegura.
"Creemos que el rol de los medios es apoyar la educación", sostuvo Carina Ambrogi, también argentina. "Ellos siguen reproduciendo el esquema tradicional de familia, mujer y masculinidad", indicó esta joven periodista, que trata de introducir la perspectiva de género en sus reportajes sobre las zonas rurales de Córdoba.
"Los medios tienen una gran responsabilidad en este tema, pues socializan juicios de valor y paradigmas de éxito de lo que debe ser lo masculino y lo femenino", señaló Moya, quien reconoce el paulatino aumento del interés en la prensa cubana por reflejar los problemas de la desigualdad de género.
Moya fue una de las organizadoras de la quinta edición del Diplomado Internacional de Género y Comunicación, acogido por el estatal Instituto Internacional de Periodismo "José Martí" entre los días 4 y 14 de este mes, al que asistieron 32 personas de América Latina, el Caribe y España, en su gran mayoría mujeres vinculadas con el periodismo.
El curso contó con la presencia de importantes representantes de las ciencias sociales en Cuba, como las psicólogas Patricia Arés y Consuelo Martín, ambas de la Universidad de La Habana, así como con la directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), Mariela Castro Espín.
El debate tiene que trascender lo académico, según Navarro, cofundadora de la organización no gubernamental Infancia y Adolescencia Ciudadanas. "Debemos llevar la discusión a la masa social, a través de los medios de comunicación que llegan a todos los hogares, pues ellos afirman conceptos patriarcales contrarios a la igualdad", dijo.
"En la actualidad estamos sobre todo en un debate académico, alrededor de los términos, de la metodología", reconoció el cubano Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades y conferencista del diplomado.
González alertó sobre la reproducción en algunos talleres de género de una "dinámica ociosa", que se complace en repetir lo mismo entre personas ya conocedoras del tema, en vez de "optar por la capacidad multiplicadora de las ideas" para lograr sensibilidad en diversos sectores sociales y espacios de desarrollo local.
"No se trata de tener un trabajo académico por un lado, que tenga en cuenta esta perspectiva, y después cuando nos encontramos en la cotidianidad darnos cuenta de que repetimos o somos sujetas de muchos estereotipos", observó Ximena Cabral.
"El reto es tratar de tener todo el tiempo una especie de 'vigilancia' sobre las prácticas de uno mismo", afirmó Cabral, que concentra su labor cotidiana como periodista en dar cobertura al movimiento de mujeres en la ciudad argentina de Córdoba.