VENEZUELA: Medio siglo de democracia aún con protagonismo militar

Los venezolanos rememorarán este miércoles los 50 años de la caída de su última dictadura militar, la encabezada por el general Marcos Pérez Jiménez (1948-1958), sin que la política deje aún de mirar a los cuarteles.

En un gesto cargado de simbolismo, la Asamblea Nacional (parlamento unicameral), dominada casi totalmente por el oficialismo, celebrará una sesión especial en el caraqueño Cuartel San Carlos, durante décadas usado como cárcel para políticos y militares insurrectos.

Seguidores del presidente Hugo Chávez, quien estuvo preso en San Carlos algunos meses de 1992, tras liderar una rebelión militar cuando era teniente-coronel en actividad, se concentrarán luego en una céntrica plaza de Caracas.

Por su lado, la oposición prevé realizar concentraciones y marchas, entre ellas una de los estudiantes universitarios que fungieron de vanguardia para derrotar, en diciembre, la propuesta de Chávez de reforma de la Constitución, que incluía la reelección presidencial indefinida y establecía un Estado y economía socialistas.

Pérez Jiménez (1914-2001) cayó al combinarse el alzamiento de unidades militares con una huelga de prensa y movilizaciones protagonizadas por civiles dirigidos por una llamada Junta Patriótica, conformada por los cuatro partidos políticos de la época, incluidos los comunistas.

Los tres mayores partidos, ubicados entre la centroizquierda y la centroderecha, firmaron a fines de 1958 el Pacto de Punto Fijo, así llamado por la residencia donde se suscribió, para instaurar un gobierno de coalición a partir de 1959, consolidar la democracia y sepultar la de Pérez Jiménez como "la última dictadura" venezolana.

Los alzamientos militares hasta 1962 y los de 1992 fracasaron, pero en 2002 el actual mandatario fue desplazado del gobierno durante dos días por un golpe ejecutado por generales coaligados con empresarios.

La elección de Chávez como presidente de Venezuela en 1998 significó, según concuerdan analistas, el desplazamiento de los grupos políticos tradicionales, mientras que con el mandatario dirigen el gobierno y el Estado decenas de oficiales activos y retirados.

"Éste es el gobierno de un militar, pero además es militarista, en el sentido de que el modelo de sociedad que presenta es el del cuartel, donde un jefe ordena y manda", dijo a IPS el historiador Manuel Caballero, autor de una decena de libros sobre la política en Venezuela durante los siglos XX y XXI.

Grupos opositores a Chávez proponen firmar un acuerdo que emule el Pacto de Punto Fijo, pero "ninguna situación puede ser el calco de otra, y la primera gran diferencia es que el gobierno de Pérez Jiménez no tenía fuerza de masas", advirtió Caballero.

Chávez "conserva fuerza popular, aunque no tanta como la que tuvo hasta 2006 con el favor de altos ingresos petroleros y los errores en serie de la oposición", según este especialista. "Por otra parte, una de las características de las crisis es que su estallido es sorpresivo y no se puede predecir cuál será su detonante", agregó.

En cambio, el general retirado Alberto Muller, asesor de Chávez y subteniente en tiempos de Pérez Jiménez, sostuvo ante IPS que "no ha habido un gobierno más incluyente que éste, con fórmulas de democracia directa y participativa".

"Por ello, tengo la convicción de que el golpe de Estado se acabó en Venezuela, y también porque ahora las armas las tiene el pueblo", apuntó Muller, al enumerar la activación de batallones de reserva junto a los componentes militares tradicionales (ejército, armada, aviación y guardia nacional).

Chávez, por su parte, ha dicho muchas veces que "la revolución bolivariana de Venezuela (que lidera) es pacífica, pero está armada", en alusión al respaldo de que se ufana dentro del estamento castrense, y en sus frecuentes alusiones a la modernización de los sistemas de armas en las fuerzas de defensa.

Aunque el referendo de diciembre rechazó las propuestas socialistas por 51 por ciento de los votos, la institución castrense mantiene su eslogan "Patria, Socialismo o Muerte", así como su doctrina militar de prepararse para una "guerra asimétrica" frente a una posible invasión imperialista, dijo el ministro de Defensa, el general Gustavo Rangel.

Por otra parte, en los últimos 10 años los venezolanos han ido 12 veces a las urnas para distintas consultas, pero la política todavía arrastra las marcas del golpe de Estado de abril de 2002, que fracasó cuando unidades de élite del ejército le negaron apoyo al efímero gobierno del empresario Pedro Carmona, pese a que tenía el respaldo de los altos mandos.

También ha contribuido el lenguaje del propio presidente Chávez, quien designa a las unidades de los partidos o movimientos políticos que ha dirigido como "escuadras", "batallones", "pelotones", o "unidades de batalla electoral", y a menudo se explica en sus disertaciones apelando a la terminología castrense y la historia militar de la región.

Cuando en 2000 debió volver a encarar una campaña política para ser reelegido presidente en el marco de la nueva Constitución aprobada el año anterior, Chávez tuvo como rival a un compañero suyo en la insurrección de 1992, Francisco Arias Cárdenas.

Otro miembro de aquel grupo insurrecto, que siguió como oficial de carrera hasta llegar a general en jefe y ministro de Defensa entre 2006 y 2007, Raúl Baduel, rompió políticamente con el mandatario el pasado noviembre y abonó las fuerzas opositoras que ganaron el referendo, por lo que es una de las contrafiguras de Chávez.

"Nunca se puede tener absoluta certeza sobre el futuro por inmediato que sea. Mis estudios me han convencido de que la institución militar venezolana es un campo donde florecen las logias", advirtió a IPS poco antes de morir en diciembre el analista político Alberto Garrido, autor de más de 15 libros sobre el proceso que dirige Chávez.

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