Aminata Dramane Traoré, una de las principales impulsores de las campañas antiglobalización en Malí, considera que el Foro Social Mundial (FSM) es un movimiento clave en la lucha común de los oprimidos contra una «economía mundial violenta» que desprecia derechos fundamentales.
Traoré, escritora y ministra de Cultura de Malí, habló con IPS sobre las relaciones económicas internacionales y sobre el futuro del FSM.
Todavía hay mucho por hacer para echar luz sobre las relaciones "entre la naturaleza destructiva del neoliberalismo y los conflictos armados", subrayó.
—Hay varias actividades previstas para el 26 de este mes, en coincidencia con el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.
—Es por eso que estaré en Ginebra el 26, donde, en estrecha colaboración con otros grupos, incluyendo "Les Jardins de Cocagne", presentaré las conclusiones del foro que acabamos de organizar aquí analizando la emigración de África a Europa y los riesgos de los acuerdos de asociación económica (EPA) que son ahora la principal contienda entre ambos continentes.
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—Cuando el FSM se reanude el año próximo, su proceso habrá cumplido casi una década. ¿En qué ha tenido éxito el Foro y en qué ha fracasado?
—El FSM ha sido y sigue siendo un acontecimiento privilegiado, con una movilización de la sociedad civil sin precedentes, en todo el planeta. Si no existiera, debería ser creado para poder enfrentar un orden económico violento que es con frecuencia indiferente a los derechos económicos, políticos, sociales y culturales del pueblo.
El FSM es de lo más necesario porque la democracia ha perdido su significado en cuanto a darle poder al pueblo, funcionar a través del pueblo y existir para el pueblo. Los intereses de las multinacionales determinan las políticas de los países ricos, que a su vez usan las condiciones (que establecen en los acuerdos) para influenciar las políticas de los países endeudados y dependientes del Sur. Las democracias locales, como es evidente en varias guerras vinculadas con elecciones locales, son puramente una formalidad, sin ningún vínculo real con los intereses macroeconómicos ni geoestratégicos.
En esta dramática situación, los temas planteados por el FSM han contribuido a despertar las conciencias de los pueblos, así como de algunos líderes políticos, que ahora comienzan a admitir que nuestros debates se refieren a asuntos esenciales. Es así como se forjó una alianza entre ciertos líderes para analizar los EPA, y varios, en particular el presidente (senegalés) Abdoulaye Wade y algunos miembros clave de la sociedad civil, tomaron posición contra esos acuerdos.
La clase política africana también admite que, en comparación con temas como la carga de la deuda externa y los subsidios agrícolas de los países ricos, los márgenes para maniobrar que se han obtenido, aunque pequeños, son en parte fruto del escudo que la sociedad civil ha levantado contra la globalización. En otras palabras, el FSM no ha fracasado del todo. Hemos visto sólo una pausa para evaluar el terreno y consolidar nuestros fundamentos.
—¿Cómo debería evolucionar el Foro para tratar los nuevos desafíos que afronta la sociedad civil? ¿Cuáles son los desafíos más urgentes, al menos para África?
—Seguimos atentos a los últimos acontecimientos, tanto que ninguno de los desafíos que afronta la humanidad han escapado a la vigilancia y al discernimiento de los actores del movimiento social.
Con el tema del recalentamiento planetario, desde el principio, la cuestión del ambiente ha estado en la agenda del FSM. Cuando debatimos las alternativas del sector agrícola, el agua potable, las fuentes de energía y los organismos genéticamente modificados estábamos en la vanguardia de la crítica al impacto de la globalización en los ecosistemas.
Ocurre lo mismo con la mayoría de los conflictos, que han echado una sombra a todo el mundo. Nosotros entendimos que, mientras no halláramos respuestas justas y creíbles a los males de la humanidad, avanzábamos hacia guerras internas y entre estados sin fin.
El control de los recursos materiales por parte de las multinacionales, tema vinculado a la mayoría de los conflictos, es uno de los principales asuntos en el movimiento social africano.
Ahora estamos reflexionando sobre las modalidades para echarle anclas al movimiento y sobre cómo lograr que sea apoyado por la mayoría de las personas en África, Asia, Europa y el resto del mundo. También estamos reflexionando sobre las formas originales de financiar la movilización.
—¿Está haciendo un llamado para que el FSM regrese a África el año próximo?
—Dada la vulnerabilidad de nuestro continente a los males de la globalización, otro FSM no sería demasiado.