El cese del fuego entre el gobierno de Sri Lanka y los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, auspiciado por Noruega, se liquidó la semana pasada, pero no sin dejar su impronta de seis años de prosperidad económica en esta nación insular.
Las disparidades regionales son fuente importante de conflicto. El occidente del país, donde se sitúa la capital, concentra 50 por ciento de la economía del país, estimada en 28.000 millones de dólares, dijo a IPS Chandra Jayaratne, ex presidente de la poderosa Cámara de Comercio de Ceilán.
"Durante el cese del fuego hubo muchos avances en el desarrollo de infraestructura. Las regiones afectadas por la guerra fueron las más beneficiadas con obras realizadas gracias a acuerdos entre el sector público y el privado", agregó el empresario.
El 2 de este mes, Colombo abandonó el cese del fuego que regía en los papeles desde febrero de 2002, con el argumento de que los Tigres se aprovechaban del acuerdo para rearmarse y mantener su pretensión de independizar el territorio tamil, en el norte y este de Sri Lanka.
Los tamiles, que proceden del sur de India y practican el hinduismo, representan 12 por ciento de los más de 20 millones de habitantes de la isla. En cambio, la mayoritaria etnia cingalesa, que concentra 74 por ciento de la población, se concentra en el sur y oeste del país.
El crecimiento económico en el norte controlado por los Tigres promedió 12,6 por ciento al año mientras estuvo vigente el cese del fuego, según la gubernamental Secretaría de Coordinación del Proceso de Paz.
El producto interno bruto del este, que junto con el norte se llevó la peor parte del conflicto que ya lleva 25 años, se elevó 10,1 por ciento al año durante la vigencia del acuerdo, ante el 4,6 por ciento anterior.
El norte creció el doble de rápido que el occidente, 12,6 por ciento respecto de 6,2 por ciento al año, según la Secretaría.
Para Jayaratne y otros economistas, la reanudación de la guerra obliga a Sri Lanka a perder otra gran oportunidad para desarrollar más rápido su economía, al nivel de los llamados "tigres asiáticos" (Corea del Sur, Malasia, Singapur y Taiwán).
El desarrollo económico y social de esos países estaba en los años 40 bastante peor que esta otrora próspera isla del océano Índico.
La escalada de enfrentamientos entre las fuerzas regulares y los Tigres en los últimos dos años, además del aumento de atentados con bomba contra objetivos civiles perpetrados por los insurgentes tamiles, llevó al gobierno a retirarse de la tregua.
Tras la partida de los negociadores noruegos y de los integrantes de la misión de paz de los países nórdicos la semana pasada, el gobierno y los rebeldes se preparan para nuevos combates, causando ansiedad y preocupación en la población civil de este país.
Las medidas de seguridad aumentaron en la capital con la instalación de más puestos de control. Además, se apostaron paramilitares en todos los centros de enseñanza. El país está en alerta máxima.
Unas 70.000 personas murieron en este conflictos, uno de los más prolongados del mundo, lanzado por los Tigres con el fin de respaldar la demanda de autogobierno o autonomía para la minoría tamil en el norte y este de la isla.
Los tamiles se quejan de que en esas zonas se los discrimina en materia de educación y empleo.
Uno de los mayores beneficios del cese del fuego, según el economista Muttukrishnan Sarvananthan, experto en zonas de guerra, fue el libre movimiento de personas y mercancías por la ruta A-9, que conecta el norte, dominado por los tamiles, con el sur, de mayoría cingalesa.
"Por primera vez, civiles cingaleses del sur visitaron Jaffna, bastión de la etnia tamil, y los tamiles del norte llegaron a Colombo. Se abrió todo tipo de oportunidades de comercio y servicios", indicó el especialista.
Jaffna, antes bastión de la insurgencia tamil, se llenó de comercios con artículos nunca antes vistos, gracias a la instalación de las grandes compañías de Colombo tras años de restricciones a causa del conflicto.
Por primera vez se ofertó y publicitó aparatos de televisión, lavarropas, computadores, vídeos, teléfonos celulares y otros productos electrónicos recién fabricados.
Turistas extranjeros pudieron visitar el norte. Grupos de niños y niñas tamiles se trasladaron al sur e interactuaron con sus pares, en tanto los negocios prosperaron en los sectores de servicios, agricultura y pesquería.
El cese del fuego motivó a los inversores extranjeros a regresar a Sri Lanka, según Saravananthan, y la bolsa de valores de Colombo alcanzó niveles sin precedentes.
El turismo se recuperó y los operadores del sector se aprontaron para reconquistar el este, donde se encuentran algunas de las mejores playas del mundo, según operadores.
El sector de bienes raíces también tuvo un crecimiento inédito, con el florecimiento de condominios en la capital a raíz de la demanda de srilankeses radicados en el extranjero.
La actividad inmobiliaria pudo haber avanzado mucho más si hubiera prosperado un gran plan de desarrollo a un costo de 4.500 millones de dólares, que donantes occidentales se comprometieron a aportar en una conferencia en Tokio en 2003.
El anuncio se conoció pocas semanas después de que los Tigres suspendieran las negociaciones de paz e impusieran algunas condiciones, como la creación de una unidad administrativa temporal a su cargo a fin de supervisar los acontecimientos en el norte y el este.
El costo de los negocios bajó, en parte, porque las primas de seguro por riesgo de guerra se redujeron sustancialmente para el transporte de bienes hacia dentro y fuera del país, indicó Jayaratne.
"Ahora volvieron a subir", apuntó.
La integración económica y social entre el norte y el sur, considerada clave para resolver el conflicto étnico, avanzó en forma notoria durante la tregua.
Los años más productivos fueron entre 2002 y 2005, indicó Saravananthan. La economía creció seis por ciento en 2003, y llegó a 7,4 por ciento en 2006.
Por último, la Secretaría de Coordinación del Proceso de Paz evaluó como el aspecto más positivo de la tregua el crecimiento fenomenal de la agricultura en el norte y el este.
Las inversiones privadas en ambas regiones se elevaron en los sectores bancario, de comercio minorista y tecnologías de la información y la comunicación.