La soja transgénica, principal producto de exportación de Argentina, podría convertirse en una pesadilla para la agricultura del país por las restricciones del mercado internacional y por el daño ecológico que el monocultivo está causando a los suelos, advirtieron expertos. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, importantes áreas de las provincias del norte y del noroeste del país están mostrando los efectos nocivos de estas plantaciones, sobre todo la pérdida progresiva de productividad de los suelos y la creciente aparición de plagas y enfermedades.
Si bien el país es parte de la Convención sobre Diversidad Biológica y suscribió el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena sobre desarrollo, producción y exportación de transgénicos, 98 por ciento de la soja plantada -35 millones de toneladas en la última cosecha- es genéticamente modificada.
Las restricciones impuestas a estos productos por la Unión Europea podrían afectar las exportaciones argentinas.