La organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras (RSF) exige la libertad del periodista sudanés Sami Al-Haj, preso en la cárcel de la base naval estadounidense de Guantánamo, Cuba, sin estar sometido a juicio y sin poder designar un abogado defensor.
El secretario general de RSF, Robert Ménard, quien acaba de regresar a París después de viajar a Guantánamo con la intención de hablar con Sami Al-Haj y gestionar su libertad, dijo a IPS que no le permitieron verlo, aunque sí pudo visitar el centro de detención y entrevistar a militares, entre ellos el comandante de la fuerza conjunta de tareas de esa base, contralmirante Mark H. Buzby.
Cuando Ménard preguntó sobre las acusaciones de que en esa base se maltrata a los presos, Buzby replicó que "no había tenido conocimiento de ello" y que los interrogatorios se hacen respetando las consignas del "army field manual" (manual del ejército), según explicó a IPS Lucie Morillon, representante de RSF en Estados Unidos y también visitante de Guantánamo.
Ménard también le preguntó por qué aplicaban el waterboarding, una tortura conocida en español como "submarino", muy utilizada por las dictaduras latinoamericanas en los años 70 y 80 y que consiste en colocar al prisionero sobre una superficie inclinada, taparle la boca con un trozo de tela y volcar sobre él mucha agua para que sienta la sensación de ahogo.
La respuesta de Buzby fue: "Jamás he oído hablar de ello y no he leído nada sobre el tema aquí".
Al insistirle, adicionó Morillon, recordándole correos electrónicos del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos en 2003 y los informes de la Organización de las Naciones Unidas al respecto, respondió que en algunos casos los interrogadores pudieron "haber ido un poco demasiado lejos", pero que "las investigaciones realizadas sobre tres casos demostraron que no se trataba de torturas".
El argumento del jefe militar para negarles que pudieran ver al preso sudanés fue que las convenciones de Ginebra impiden que los detenidos puedan estar expuestos ante los medios de comunicación, además de que no tenía ningún interés de facilitar a los prisioneros que den "falsas informaciones" a los periodistas.
Sami Al-Haj, ayudante de cámara de la empresa de televisión internacional por abonados qatarí Al-Jazeera, fue apresado en Afganistán el 15 de diciembre de 2001 y el 12 de junio de 2002 fue trasladado a la base de Guantánamo, sin ser sometido a juicio.
Según las autoridades estadounidense, el detenido es un "enemigo combatiente" por el motivo, jamás verificado aclara RSF, de que habría dirigido un sitio de Internet apoyando al terrorismo, que se habría dedicado al tráfico de armas, que habría entrado ilegalmente en Afganistán y que habría entrevistado al líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden.
Sami Al-Haj trabajaba en una sociedad de importación-exportación en los Emiratos Árabes Unidos y a mediados de 2001 entró en contacto con el canal Al Jazeera y en octubre de ese año fue enviado a Afganistán a cubrir la ofensiva estadounidense.
Allí se trasladó a Kandahar, una de las 34 provincias que integran ese país, de donde fue expulsado por los talibanes y se vio obligado a trasladarse a Pakistán, regresando a Afganistán el 15 de diciembre, con visa en su pasaporte.
Ese mismo día fue detenido e internado durante 23 días en un centro de detención, hasta que el 7 de enero de 2002 fue entregado a los militares estadounidenses, que lo llevaron a su base de Bagram, también en Afganistán.
Los dirigentes de RSF recuerdan que, según el diario británico The Guardian, el 26 de septiembre de 2005 las autoridades militares prometieron a Sami Al-Haj dejarle en libertad y concederle pasaporte de Estados Unidos si consentía en espiar a Al Jazeera.
También señalan que "en su traslado a Guantánamo, Sami Al-Haj viajó encadenado y con la cabeza cubierta con una capucha. Cuando se dormía, los soldados que le escoltaban le golpeaban para despertarle. Unos métodos que no han cesado desde que está encarcelado".
Añaden que "encerrados en jaulas, obligados a permanecer sentados, expuestos a pleno sol, privados de sueño, todos los presos de Guantánamo han manifestado haber sufrido torturas en los interrogatorios a que se han visto sometidos (sevicias sexuales, palizas, aislamiento en una habitación u obligados a escuchar música a muchos decibelios…)"
El mismo Sami Al-Haj "ha sido interrogado, con amenazas, más de 130 veces. Padece un cáncer de garganta, para el que no recibe tratamiento alguno. Está privado de cualquier contacto con su familia". El 20 de septiembre de 2002, RSF se dirigió por correo a John Ashcroft, entonces secretario de Estado de Justicia de Estados Unidos, para pedirle explicaciones sobre la detención de Sami Al-Haj y ponerle en guardia contra la manifiesta persecución de Al Jazeera por parte del Departamento de Estado de ese país. No recibieron ninguna respuesta.
Ménard y Morillon pudieron llegar a Guantánamo, aunque sin poder ver a los presos, acreditándose como periodistas de Médias, la revista editada por RSF que en su próxima edición publicará un amplio informe sobre la situación de los presos allí y la vulneración básica de los derechos humanos que la misma implica.
Ménard lo sintetiza afirmando que "el escándalo jurídico y humanitario que supone Guantánamo dura ya seis años.
El ganador de las elecciones presidenciales del 7 de noviembre, que asumirá sus funciones en enero de 2009, tendrá que poner fin a una situación humanamente intolerable y jurídicamente insostenible. Llamamos a todos los precandidatos a que se comprometan a cerrar (la cárcel de la base de) Guantánamo".