Con un orgullo evidente en su voz, Weerapol Charoenthum expresó su satisfacción con el papel de «Maung Loei», una emisora comunitaria dirigida por los jóvenes de la nororiental provincia tailandesa de Loei.
Esa radio es una de la docena que integran las Redes Comunitarias de Loei, que son utilizadas como medio para enseñar a los menores a ser ciudadanos responsables y que brinda a los adultos una manera de "escuchar lo que los niños tienen para decir" sobre diferentes asuntos, explicó Weeraphol, su coordinador.
"La radio comunitaria abrió canales de comunicación para la gente y, aunque continuamos enfrentando problemas como la falta de fondos, estamos bastante felices con lo que hemos hecho hasta ahora", dijo Weerapol en una conferencia sobre este tipo de emisoras realizada este mes en la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok.
"No hay dudas sobre el deseo de las comunidades locales de expresarse a través de medios pequeños. Es un fenómeno global. Pero esto se complica por desafíos procedentes de diferentes lados, entre ellos los cambios tecnológicos, y no vemos el futuro con claridad", explicó Drew McDaniel, director de estudios internacionales en la estadounidense Universidad de Ohio.
Tras el auge en los años posteriores a las reformas de los medios dispuestas en la Constitución tailandesa de 1997, las radios comunitarias se volvieron muy populares durante el gobierno del derrocado primer ministro Thaksin Shinawatra (2001-2006).
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Pero desde entonces continúan experimentando dolores de parto generados por los desafíos que suponen los objetivos de licencias, financiamiento y programación, además de la libertad de expresión.
En los meses posteriores al derrocamiento de Thaksin, en septiembre de 2006, los militares y la dictadura instalada están en contra de las radios comunitarias en el nordeste, conocido por apoyar popularmente al ex primer ministro, y tomaron medidas drásticas contra algunas consideradas opuestas al régimen militar o afines al gobierno de Thaksin.
"Como ocurre en Filipinas, la radio comunitaria en Tailandia está más orientada al desarrollo, centrándose en temas como la agricultura, por ejemplo. Las ubicadas en áreas problemáticas, por otro lado, naturalmente tendrán una naturaleza más política", dijo en una entrevista el académico y activista tailandés Ubonrat Siriyuvasat.
Desafortunadamente, muchas estaciones locales siguen sin tener claros sus objetivos, agregó la profesora Chalisa Magpanthong.
"Como muchas de ellas obtienen su financiamiento de donantes extranjeros, la gente tiende a usarlas mal. Ellas hacen lo que les plazca y no tienen programación fija", dijo Chalisa, cuya disertación doctoral en la Universidad de Ohio versó sobre la radio comunitaria en la nororiental provincia de Sakon Nakhon, la septentrional de Lamphun y la meridional de Pattani.
Otro problema que viene con el financiamiento del exterior es la propagación de intereses —económicos o políticos— creados, continuó. "Hemos oído sobre casos de personas que usan la radio para atacarse mutuamente al aire", señaló Chalisa.
Además, en lugares como Sakon Nakhon, donde existe una jerarquía entre diferentes grupos minoritarios, los problemas de discriminación también abundan y resultan en que las minorías "menores" sean ignoradas.
En Pattani, ubicada en el inquieto sur, donde en los últimos años hubo sentimientos separatistas y una historia de bombardeos, la radio comunitaria tiende a evitar asuntos políticos porque quienes trabajan en ella temen una clausura por parte de las autoridades, agregó Chalisa.
"Hay casos en los que los programas de radio solamente transmiten noticias del Departamento de Relaciones Públicas y no hablan sobre los problemas reales que los afectan", acotó Ubonrat.
Según el conferencista Jiraporn Witayasakpan, de la Universidad de Chiang Mai, apenas 150 de las aproximadamente 3.000 estaciones de radio de todo el país pueden considerarse auténticamente basadas en la comunidad, lo que significa que fueron instaladas y son manejadas por los propios ciudadanos.
"Cuarenta y cinco de ellas están en la región septentrional y 10 en la provincia de Chiang Mai", declaró Jiraporn, citando un estudio hecho por la Fundación Heinrich Böll.
Citando diversidades étnicas y lingüísticas en Estados Unidos, McDaniel dijo que una de las principales razones por las que una comunidad quiere establecer su propia estación radial es "ser capaz de transmitir en su propio idioma".
Aunque Estados Unidos puede enorgullecerse de dar mucha flexibilidad a tales objetivos, lo mismo podría ser un poco más delicado en Tailandia, donde el uso de dialectos u otros idiomas es "desalentado" por el gobierno, explicaron los expertos.
"En Pattani, por ejemplo, los ciudadanos solían transmitir en su idioma (el yawi). Citando amenazas a la seguridad nacional tras la agitación en el sur, el gobierno comenzó a controlar estos programas e incluso el uso del idioma del lugar", dijo Chalisa.
Esto se contradice con el concepto de comunicación participativa, que involucra la libertad para determinar idioma, contenido y ubicación de las radios locales, añadió.
"A las personas se les debería permitir expresar libremente sus puntos de vista y discutir sus problemas. El gobierno ve a otros idiomas, por ejemplo el birmano, como una amenaza a la seguridad nacional", dijo la activista por la reforma de los medios Supinya Klangnarong.
Las frecuencias limitadas son otro problema para los proponentes de radios comunitarias, porque la mayoría están "ocupadas" por unas pocas corporaciones mediáticas privadas.
El problema se origina en el hecho de que todavía no se formó la Comisión Nacional de Transmisiones, encargada de asignar las frecuencias y controlar las operaciones de las redes de transmisión. Sin embargo, en 2000 se aprobó una ley para crear el Organismo Regulatorio y de Asignación de Frecuencias de Radio.
"Un problema que vemos a partir de esta ley es que los criterios para la asignación de frecuencias son muy amplios, y si no somos cuidadosos estas frecuencias pueden ser dominadas por grupos poderosos y ganarles de mano a radios comunitarias más pequeñas que no tienen los mismos recursos", expresó Supinya.
No obstante, quienes proponen que haya medios más fuertes orientados al público están adoptando una actitud de "esperar y ver", especialmente tras las elecciones de diciembre, que se realizaron más de un año después del golpe de Estado militar que condujo a una supervisión más cercana de los medios comunitarios.
"Aunque la radio comunitaria no floreció tanto como nos gustaría, la gente está emocionada con el concepto y anhela ver su desarrollo", dijo Chalisa.