CINE-ARGENTINA: Vuelve la mala palabra

El cine argentino, que año tras año pasa la barrera de los 70 estrenos y acumula una cantidad apreciable de premios internacionales, afronta severos problemas de taquilla, afectado por la piratería y otros males más locales como problemas de distribución y pérdida de calidad.

Las cifras del año que pasó ratificaron el bajo número de espectadores tanto para los filmes de tono meramente comercial, como para aquellos con aspiraciones de calidad y también a los denominados "de culto", destinados a un público más conocedor de este arte.

Con casi 90 estrenos nacionales en 2007, un tercio del total de las películas exhibidas, el porcentaje de espectadores de cine argentino se ubicó en 11,6 por ciento, igual que en 2006. Según datos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), apenas siete títulos superaron la barrera de los 100.000 asistentes y ninguno superó el millón.

Esta situación, aclaran portavoces de la industria cinematográfica local, también afecta, aunque en menor medida, a las películas extranjeras, mayormente por el auge de la piratería. En total, las salas de exhibición perdieron 2,5 por ciento de público en 2007, hasta totalizar casi 33 millones de entradas vendidas.

Cálculos privados estiman, por su parte, que la porción de espectadores que vio películas argentinas fue sólo de nueve por ciento del total, lo cual marcaría el peor desempeño de este sector desde 1996.

En cualquier caso, no es inusual que obras argentinas apenas sean vistas por una treintena de personas en funciones centrales, como los sábados por la noche, incluso aquellas que cuentan con el atractivo de actores locales o extranjeros consagrados.

Del resto de la cinematografía que llega a estas costas, la producción de Hollywood acaparó más de 80 por ciento del mercado argentino del año que terminó, Europa se quedó con cerca de siete por ciento y el resto del mundo apenas con poco más de uno por ciento.

"Es evidente que se está dando un proceso en el cual el cine argentino dejó de ser buena palabra y pasó a ser mala palabra para gran parte del público, como ocurrió a fines de los años 80 y comienzos de los 90", señaló a IPS el crítico cinematográfico Horacio Bernades, del diario local Página 12.

"En la temporada que terminó, los fracasos fueron generalizados y atravesaron todo tipo de películas. Un ‘tanque’ comercial como ‘Incorregibles’ (un filme escapista) convocó sólo a 50 por ciento de los espectadores que su (filme) predecesor protagonizado por el mismo actor en 2006 (Guillermo Franchela, "Bañeros III")", especifica el periodista.

Junto con la crisis socioeconómica de fines de los años 90 y comienzos del nuevo siglo surgieron jóvenes cineastas que ayudaron a dibujar un retrato implacable de la sociedad argentina y su historia reciente.

Nombres como el del uruguayo Israel Adrián Caetano ("Pizza, birra (cerveza), faso (cigarrillo)", junto a Bruno Stagnaro, o "Bolivia") y los argentinos Lucrecia Martel ("La niña santa", "La ciénaga"), Pablo Trapero ("El bonaerense"), Diego Lerman ("Tan de repente") y Daniel Burman ("El abrazo partido", "Derecho de familia"), entre otros, ganaron un espacio genuino en la crítica y en los festivales internacionales.

Al mismo tiempo, directores con trayectoria también tocaron cuerdas sensibles, como Marcelo Piñeyro ("Kamtchatka") o Juan José Campanella ("El mismo amor la misma lluvia", "El hijo de la novia") o el reconocido mundialmente Adolfo Aristarain ("Lugares comunes", "Roma").

Más cerca en el tiempo también tuvieron su destaque documentales como "La dignidad de los nadies", del veterano cineasta Fernando "Pino" Solanas, o "El Núremberg argentino", de Fredy Torres y Miguel Rodríguez Arias.

Unos y otros fueron consolidando a comienzos de la década la "buena palabra" a la que alude Bernades. Pero ello, desde hace al menos dos años, parece haber perdido intensidad. Surge el cuestionamiento lógico acerca de si es la calidad de los filmes nacionales la que falla a la hora de convocar espectadores.

Alejandro Saderman, productor y director de "El último bandoneón" (2007), que resultó más exitosa en Brasil y Uruguay que en su país, estimó ante IPS que, "en términos generales, las películas no logran despertar el interés del público y, lo que es aun peor, en muchos casos no lo buscan".

"A eso se suma el efecto dominó que produce un espectador insatisfecho o incluso disgustado", precisó.

No obstante, Saderman no deja de valorar a un grupo de jóvenes directores, "con Lucrecia Martel a la cabeza por varios cuerpos". Incluso ya hay una generación posterior a Martel, según el experimentado director que realizó gran parte de su carrera en el exilio venezolano. "Una camada bastante nutrida y aguerrida de realizadoras, con ‘a’", enfatiza.

Bernades aclara que un fracaso en cuanto a taquilla "no significa que la película sea mala", aunque sí se puede decir que "las cifras están cantando que el público local se está encontrando con un cine que le gusta menos del que se hacía hace unos años", cuando el porcentaje de "pantalla argentina" superó los 15 puntos porcentuales del total de espectadores.

Como muestra del reconocimiento internacional del cine argentino que sigue vigente, la última edición de la Berlinale (Festival Internacional de Cine de Berlín) de febrero pasado otorgó el Oso de Plata Gran Premio Especial del Jurado al filme "El otro", del realizador Ariel Rotter, e igual galardón a la mejor actuación a Julio Chávez, por la misma película.

Casos similares se repitieron en la década que corre en los famosos festivales de Venecia, San Sebastián, Cannes y Toronto. Además, la prensa especializada argentina valoró positivamente en 2007 muchas de las películas locales.

A la hora de marcar posibles causas para tan bajo porcentaje de espectadores, Saderman puntualiza "falencias en el campo de la distribución".

"El cine argentino no tiene distribuidores y muy pocos son los productores dignos del calificativo", sostuvo.

A la luz de su experiencia, el director explica que, "salvo aquellas películas que tienen detrás un complejo multimediático, que son los pocos ‘tanques’ que produce el cine nacional, las películas se estrenan mecánicamente y quedan libradas a su suerte. No hay una inversión publicitaria real".

Para llegar a una producción de películas equiparable a la de países como España, Francia o Alemania, la legislación argentina estipula una intensa promoción de la actividad. La norma obliga, además, que todas las salas exhiban al menos una película nacional por trimestre.

Bernades cree que "es poco más lo que el Estado puede hacer para obligar a los cines a que exhiban películas argentinas si saben que pueden a fracasar".

"Hay que marcar que los canales de televisión privados no cumplen con la exhibición de películas argentinas a la que están obligados, lo que podría impulsar más la industria", añadió.

El crítico de Página 12 entiende que hubo al menos "20 películas que desprestigiaron al conjunto, pues de ninguna manera eran aptas para ser exhibidas". "Hay comités en el ámbito del INCAA que le dan bandera verde a lo que sea", apuntó.

Resaltó también que la normativa que regula la industria del cine nacional estipula que el Estado otorgue un "subsidio de recuperación" a toda película que "alcance pantalla", por eso hay tanta presión para ser exhibidas como sea, aunque no vaya nadie a verla".

Coincidió con el argumento Saderman. "Es necesario revisar las políticas aplicadas a través de un debate amplio y sincero entre todos los sectores involucrados, sin cuestionar la filosofía de origen de la legislación cinematográfica".

De las opiniones de uno y otro se percibe lugar para el optimismo. "Este año van a estrenar (sus trabajos) figuras consagradas del nuevo cine argentino como Martel, Trapero, Caetano, Lisandro Alonso y Albertina Carri. Hay que ver si la situación repunta", indicó Bernades.

Saderman apela a su experiencia con "El último bandoneón". "Con excepción de Miguel Abal en la dirección de fotografía, trabajé con un equipo técnico de la generación joven, casi todos formados en algunas de las escuelas de cine, y encontré un grado de profesionalismo, responsabilidad y mística que no creo fáciles de hallar en otros países", afirmó.

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