El movimiento sindical estadounidense, asediado por las consecuencias de la globalización, lucha por reinventarse y fortalecerse estableciendo vínculos estrechos con la principal central internacional de trabajadores.
La Federación Americana del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés) ascendió un nuevo escaño en su internacionalismo esta semana, al acoger en Washington la reunión del Consejo General de la Confederación Sindical Internacional (CSI).
Esta central mundial, creada el año pasado al unirse la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), representa a 168 millones de trabajadores de 153 países.
Participantes en la reunión destacaron el hecho de que, como consecuencia de la globalización, se redujo el poder de negociación de los sindicatos nacionales ante las corporaciones transnacionales.
Las organizaciones de trabajadores lograron, de todos modos, algunas victorias con el apoyo de centrales sindicales internacionales, agregaron.
"Resulta muy claro que no podemos, como movimiento sindical internacional, responder a los fenómenos y operaciones internacionales del capital con respuestas puramente nacionales", dijo el británico Guy Ryder, secretario general de la CSI.
"Necesitamos cambiar de lo episódico y eventual a lo permanente y sistemático en términos de organización internacional", sostuvo Ryder.
La conferencia, celebrada bajo la consigna "Globalizando: Organización, reconocimiento y derechos sindicales", reunió a más de 200 dirigentes de 64 países, y tuvo como punto culminante un foro con legisladores estadounidenses en el recinto del Congreso.
Sindicalistas de Asia, África, Europa, Australia y América Latina apoyaron a sus pares estadounidenses y urgieron a los legisladores presentes a aprobar el proyecto de ley de libre opción de empleo, que facilitaría la creación de organizaciones de trabajadores.
Los sindicalistas de Estados Unidos han afrontado en los últimos seis años crecientes dificultades para constituir sus asociaciones, debido a la mayoría designada por el presidente George W. Bush en la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB, por sus siglas en inglés).
Analistas advierten que la actual NLRB anuló avances sindicales vigentes desde hacía décadas y socavó los derechos sindicales.
En octubre, frustrada por el "persistente ataque contra los derechos de los trabajadores estadounidenses", la AFL-CIO presentó una demanda formal ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), medida usualmente adoptada por sindicalistas de países donde los esfuerzos por la sindicalización chocan con amenazas y violencia.
Mientras, la participación de la fuerza de trabajo en los sindicatos ha caído, indicaron activistas presentes en la conferencia.
A apenas 12 por ciento de los trabajadores de este país se les respeta el derecho a la negociación colectiva. Esa proporción sube a 20 pro ciento en Indonesia, 35 por ciento en Gran Bretaña, 42 por ciento en Sudáfrica y 50 por ciento en Australia, por ejemplo.
"Esto no se debe a que los empleados estadounidenses no quieren sindicatos ni negociaciones colectivas. De hecho, los quieren, claramente", dijo el experto en relaciones laborales John Logan, de la Escuela de Economía de Londres.
"Las leyes aportan una protección muy débil a los derechos a la sindicalización y negociación. La oposición de los empleadores es mucho más intensa y agresiva en Estados Unidos que en otros países, y con frecuencia es ilegal", agregó.
La enfermera Kelly Beringer aseguró el martes ante los legisladores que fue objeto de hostigamiento a manos de la dirección del hospital West Suburban, de Chicago, por tratar de organizar a sus compañeros de trabajo.
Beringer presentó 14 demandas por prácticas laborales injustas en los últimos cuatro años contra su patrono, la firma Resurrection Health Care, pero el único castigo que se le impuso a la empresa fue ordenarle comunicar a sus empleados sus derechos.
"En términos reales, violar la Ley Nacional de Relaciones Laborales no tiene consecuencias", agregó. "Cada día en 7Estados Unidos, compañías como Resurrection violan las leyes. A ellos no les cuesta nada remitir comunicados", ironizó.
Sindicalistas y defensores de los derechos laborales consideran que la eventual aprobación del proyecto de ley en discusión permitirá achicar la "brecha de representación" entre los afiliados a organizaciones de trabajadores y el universo de empleados de este país, que la AFL-CIO sitúa en 60 millones de personas.
Ahora, el modelo antisindical de Estados Unidos es imitado por otros países, dijo la presidenta de la CSI, Sharan Burrow, refiriéndose a la influencia de compañías manejadas por empresarios de este país en Australia.
El alcance de la globalización no se ha limitado a las transnacionales. Otros participantes en la conferencia afirmaron que abogados y consultores, así como "firmas de manejo de huelgas", se instalaron en China para dedicarse a la promoción de actividades antisindicales.
"Cuando los trabajadores aquí son despojados de sus derechos fundamentales, es más fácil para los gobiernos extranjeros y para las multinacionales ignorar incluso las críticas más tibias desde la principal economía del mundo", advirtió el presidente de la AFL-CIO, John Sweeney.