Tras lograr un acuerdo político para abolir la última monarquía hindú del mundo, el otrora insurgente Partido Comunista de Nepal (maoísta) se dispone a reintegrarse al gobierno.
"Volveremos al gobierno en breve", declaró esta semana el líder del Partido Comunista de Nepal (PCN), Puspa Kamal Dahal, conocido como Prachanda.
La condena a muerte al reinado del impopular monarca Gyanendra Shah se emitió el domingo, luego de siete horas de reunión que pusieron fin a varios meses de pujas entre entre los principales sectores de la alianza gobernante de siete grupos: el centrista Partido del Congreso y el PCN.
El partido maoísta, que peleó durante 10 años contra la monarquía antes de entregar las armas tras el acuerdo de paz de noviembre de 2006 que le valió su incorporación al gobierno interino, amenazó con perturbar las elecciones a la Asamblea Constituyente de no declararse la república.
Como parte del acuerdo, los maoístas también accedieron a confinar a unos 30.000 ex combatientes en un campamento supervisado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La principal preocupación del PCN era que las fuerzas promonárquicas pudieran socavar las elecciones y dar marcha atrás a los logros conseguidos tras años de lucha armada.
Pero los maoístas cedieron tras la negativa de otros partidos, como el del Congreso Nepalés, a declarar al país una república antes de convocar una Asamblea Constituyente.
Según el acuerdo de 23 puntos pactado entre los partidos, Nepal se convertirá en una república federal democrática tras la primera reunión de la Asamblea Constituyente, cuyos miembros serán elegidos en las urnas en abril próximo.
Hasta la reunión de la Asamblea, el primer ministro Girija Prasad Koirala desempeñará todas las funciones de un jefe de Estado, quitándole, en los hechos, todo papel al Rey.
En el acuerdo interpartidario también se dispuso que las elecciones a la Asamblea Constituyente se realicen en base a dos sistemas.
Uno de ellos prevé que 335 miembros de la Asamblea de 601 escaños se elijan por sistema proporcional, en tanto 240 serán electos para representar a los principales distritos. El resto de los integrantes serán designados por el primer ministro.
"Una república de Nepal es inevitable", dijo a IPS el analista político Krishna Khanal.
Pero también criticó la "pérdida" de tiempo de los partidos políticos con el debate acerca del destino de la monarquía.
"El país ya había entrado en modo república cuando el masivo levantamiento popular contra Gyanendra en abril de 2006. ¿Por qué todo este alboroto por una declaración?", añadió.
Desde filas monárquicas se escucharon protestas inmediatas.
El ex primer ministro y presidente del Partido Rastriya Janashakti (PRJ), Surya Bahadur Thapa, calificó el acuerdo de inaceptable y de falto de mandato popular.
"Es una violación a los derechos del pueblo", repitió cinco veces el primer ministro, considerado cercano al palacio real, el lunes frente al parlamento. "También es un ataque a las normas fundamentales de la democracia."
Su intervención se dio en el marco del debate acerca de la propuesta del gobierno que reflejó el acuerdo para reformar la Constitución provisoria.
Thapa insiste en la implementación de un pacto anterior entre los partidos y los maoístas, según el cual la primera reunión de la Asamblea Constituyente decidiría el destino de la monarquía por mayoría simple.
Otro partido promonárquico, y en la oposición en el parlamento interino, también cuestionó la decisión.
"El pueblo debe poder intervenir", indicó Pashupati Shumsher Rana, líder del Partido Rastriya Prajatantra (PRP).
El PRP, que siempre estuvo a favor del Rey, decidió eliminar toda referencia a la monarquía de sus estatutos.
La última iniciativa contra la dinastía Shah, establecida por Prithvi Narayan Shah en 1768, se esperaba desde que la otrora mayor agrupación del país, el Partido del Congreso Nepalés, decidió inclinarse por una república federal.
Enseguida después del éxito del "movimiento de abril", principalmente contra Gyanendra, su impopular hijo Paras y, por extensión, la institución que representaban, el debate se concentró en cuándo la monarquía sería abolida, y no en si eso sería conveniente.
Hace tan sólo dos años, con el ejército de su lado, Gyanendra y la monarquía parecían invencibles.
La monarquía nepalesa no se recuperó de la trágica masacre de junio de 2001 en el palacio real. La mayoría de la población no creyó en el resultado de la investigación ordenada por el gobierno de que el entonces heredero al trono, el sobrino de Gyanendra, mató a nueve miembros de su familia y se suicidó.
Gyanendra, ocupó el trono, destituyó al gobierno electo en febrero de 2005, tras acusarlo de no lograr terminar con la insurgencia maoísta, e instauró una monarquía autocrática que duró 14 meses.
Pero ante las manifestaciones masivas en su contra, Gyanendra se vio obligado a restablecer el parlamento en abril de 2006. Una vez que se le quitó su título de jefe de las Fuerzas Armadas, su autoridad se vio seriamente diezmada.
Ahora que los altos mandos del ejército de Nepal declaran, tanto en privado como en público, que aceptarán la decisión de la Asamblea Constituyente, el último reino hindú del mundo realmente tiene los días contados.