La comunidad internacional se muestra indiferente ante la violencia sexual extrema usada sistemáticamente como arma de guerra en República Democrática de Congo (RDC), advirtieron activistas y funcionarios de la ONU.
"Quedé conmocionada cuando estuve allí", dijo a IPS la relatora especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre Violencia contra las Mujeres, Yakin Erturk. "Teníamos información sobre lo que estaba pasando, pero la situación es mucho más grave de lo que pensábamos."
Entre 1997 y 2003 hubo dos guerras civiles en RDC, que causaron casi cuatro millones de muertes, la mayoría por enfermedades y el hambre. Los combates entre el gobierno y grupos insurgentes continúan.
No se ha registrado una cifra similar de bajas fatales en ningún otro país en conflicto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
"Me informaron del secuestro de una familia completa. Los llevaron a la selva. A punta de pistola, los hombres fueron obligados a violar a sus propias hijas y otras parientes mujeres. Si se negaban, los mataban. Obligan a las personas a comer carne humana", relató Erturk.
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"Lo que ocurre es que hay muchos actores involucrados, demasiados intereses. El gobierno de RDC no es el único responsable. Se necesita imperiosamente una vigorosa acción internacional", advirtió.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el coordinador de socorro para emergencias del foro mundial, John Holmes, informaron al Consejo de Seguridad sobre la desesperante situación que deben enfrentar los civiles en las zonas de conflicto.
Ban y Holmes pusieron especial énfasis en la violencia sexual en RDC.
"Realizar un esfuerzo de imaginación no siempre es sencillo, sentados en este ambiente cálido y confortable, pero recordemos las circunstancias", dijo Holmes como introducción a su informe.
El abuso sexual y las violaciones se realizan con inusitada crueldad y los atacantes han empleado los métodos más humillantes y degradantes: muchas agresiones sexuales se cometen en lugares públicos y frente a testigos, relató.
Holmes señaló que se han identificado cuatro clases de ataques de este tipo: mujeres violadas por un hombre, por un grupo de hombres, casos en los que algunas de las víctimas son forzadas a violar a otras y situaciones en que se introducen objetos en los genitales de las mujeres. En muchos casos son torturadas y asesinadas, agregó.
Ban y Holmes propusieron establecer un grupo de trabajo sobre protección de civiles en el marco del Consejo de Seguridad, con la función de informar y brindar asistencia en la toma de decisiones, incluida la creación de un tribunal especial para el juzgamiento de los responsables.
"Combatir la violencia sexual, y la impunidad de la que se alimenta, requiere repensar la forma en que utilizamos las herramientas con que cuenta la comunidad internacional y, en particular, el Consejo de Seguridad", afirmó Holmes.
"Por ejemplo, deberíamos enviar a la Corte Internacional de Justicia en La Haya los casos graves de violación y otras formas de violencia sexual", agregó. También propuso la adopción de sanciones limitadas contra los gobiernos o grupos armados paraestatales que cometen o promueven estos crímenes.
Pero, tras ocho horas de apasionados discursos, el Consejo de Seguridad no tomó ninguna medida.
El órgano se limitó a reiterar una declaración previa sobre "la necesidad de poner fin a la impunidad que rodea a estos actos, como parte de un enfoque exhaustivo en la búsqueda de la paz, la justicia, la verdad y la reconciliación nacional".
La ONU desplegó en RDC una fuerza de paz de 17.000 hombres, que resultan insuficientes para proteger a la población en un país con una extensión similar a la de toda Europa occidental.
"Creo que se ha invertido mucho en el proceso democrático, pero esto no alcanza si no se toman acciones serias para restablecer la justicia, porque eso es lo que no existe en (la República Democrática del) Congo", señaló Erturk.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) informó que más de un tercio de los 7.400 casos de violación que atendieron sus voluntarios en el hospital Bon Marché de Bunia, capital del conflictivo distrito congolés de Ituri, se registraron en los últimos 18 meses.
La mayoría de las víctimas fueron mujeres y niñas, pero entre dos y cuatro por ciento fueron hombres y niños.
Aunque la violencia en Ituri se redujo en los últimos tres años, MSF indicó que sus trabajadores continúan atendiendo entre 15 y 120 víctimas de ataques sexuales por mes.
Los responsables "son conocidos criminales. Si los autores de estas violaciones, violaciones masivas y otros atropellos a los derechos humanos no son castigados, la impunidad invitará a la reiteración del delito", enfatizó Erturk.
"Esto desestabiliza a la sociedad. Algunos de estos criminales tienen posiciones de mando en el ejército", advirtió.
En el hospital Panzi de Bukavu, una capital provincial en el oriente del país, deben atender a alrededor de 10 mujeres por día. Algunas necesitan cirugía mayor a causa de las heridas recibidas durante la violación.
"También está el problema de la supervivencia. Algunas de las víctimas necesitan tratamiento durante uno o más años", dijo a IPS Christophe Illemassene, de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
"Por ejemplo, en el hospital Panzi algunas pacientes han estado internadas hasta tres años, durante los cuales debieron pasar por varias cirugías. Allí les dan comida y ropa gratis, pero muy pocas organizaciones hacen esto. ¿Cómo puede una mujer que necesita un tratamiento tan prolongado sobrevivir sin comida?", agregó.
Además, relató Illemassene, luego de recibir asistencia médica, psicológica y social, las mujeres deben retornar a sus aldeas, donde frecuentemente son rechazadas y estigmatizadas. "Algunas son violadas nuevamente y el círculo vicioso continúa", señaló.
Erturk cree que las víctimas de ataques sexuales registradas por las organizaciones humanitarias son apenas "la punta del iceberg".
"Hace falta ofrecer no sólo atención médica, sino sistemas de apoyo para estas mujeres que tratan desesperadamente de sobrevivir por su cuenta", advirtió.
Muchas de las víctimas no buscan ayuda porque temen la reacción de su familia o comunidad. Según Erturk, en algunas aldeas 80 por ciento de las mujeres han sido violadas.
Por otra parte, no hay suficientes hospitales y profesionales para brindar el tratamiento necesario. En Panza, seis médicos están recibiendo entrenamiento para mejorar su capacitación y se planea incorporar 100 nuevas camas.
Pero Illemassene y Erturk enfatizan que debe atacarse la raíz del problema, que es la completa impunidad que rodea a la violencia sexual en RDC.
"Es complejo y difícil, tenemos que ser realistas en este punto", dijo Erturk a IPS. "Tenemos que desarrollar sólidos mecanismos internacionales que envíen un mensaje claro acerca de que estos actos no serán tolerados. Siempre habrá guerras, pero también existen reglas de la guerra. De eso se trata la Convención de Ginebra."