Bolsas con musgo se venden a un dólar el medio kilogramo en aceras del centro de Caracas y otras ciudades de Venezuela, a menudo ante el paso indiferente de las autoridades y pese a estar prohibido por ley, con destino a pesebres y otros adornos navideños. Aunque se trate de una hermosa tradición, «al extraer el musgo se avanza en la deforestación y se erosionan los suelos, además de disminuir la humedad de los bosques y la posibilidad de reproducir las plantas», advirtió a Tierramérica la bióloga Argelia Silva, de la Universidad Central de Venezuela.
El musgo, recordó, no se siembra, demora hasta 20 años en regenerarse y en Venezuela no se cuantifica su extracción. El Ministerio del Ambiente hará campaña para que los consumidores reciclen ramas y hojas o utilicen aserrín u otros materiales en sus tradicionales réplicas navideñas.