No es un concurso común. Los participantes vienen de las zonas más vulnerables de América Latina y ya ganaron al ser seleccionados entre 900 proyectos presentados para la feria de innovación social que la Cepal desarrolló en esta sureña ciudad brasileña.
Desde programas de atención a la niñez de la calle, planes de alfabetización y experiencias de inclusión de jóvenes discapacitados en la educación formal, hasta propuestas de desarrollo económico de comunidades indígenas combinadas con la protección del ambiente se dan cita en Porto Alegre de la mano de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la estadounidense Fundación W. K. Kellogg.
Es el caso del proyecto de manejo y tratamiento de aguas residuales de la Junta Parroquial de San Rafael de la Laguna, a unos 200 kilómetros de la capital ecuatoriana y a 2.000 metros sobre el nivel del mar.
"Lo más importante aquí es el respaldo y difusión que ya hemos obtenido sólo con asistir a la feria, aunque el dinero del premio no vendría nada mal", dijo a IPS Juan Aguilar, gerente de la comunidad indígena de artesanos de Totora Sisa, flor de totora en quechua.
Ellos son los impulsores desde 2000 del cuidado de la laguna que permitió mejorar la producción de lentejas de agua, lechugines (plantas acuáticas) y especialmente la totora, cuya fibra se utiliza para fabricar un sinfín de elementos de uso doméstico y adornos.
El secretario ejecutivo de la Cepal, José Luis Machinea, señaló que "ésta es una muy buena experiencia de trabajo" entre organismos públicos y una entidad privada, en tiempos en que ha quedado demostrado que ni el mercado es el que resuelve todo como se planteó en los años 90 ni el Estado puede con todo como ocurría antes.
En un amplio recinto en la céntrica plaza de Alfândega y en el contiguo Centro Cultural Santander, se cruzaron desde el miércoles hasta este viernes protagonistas de esforzadas tareas en las alturas andinas y valles de Bolivia, Perú y Ecuador, voluntarios y especialistas en atención de la infancia de las calles de México, alfabetizadores brasileños y activistas peruanas en lucha sin cuartel contra la violencia doméstica.
De esta instancia saldrán cinco proyectos premiados con un aporte financiero a cargo de la Fundación W. K. Kellogg y apoyo de técnicos de la Cepal. Este organismo les otorga credibilidad ante otras entidades internacionales y gobiernos locales y nacionales de cada país para buscar una mejor inserción, según la colombiana María Elisa Bernal, directora del proyecto Experiencias en Innovación Social de la Cepal. "Entendimos que el concurso sirve en la medida en que nos permitió identificar experiencias y a partir de eso poder promover la réplica creativa utilizando la asistencia técnica que estamos capacitados para brindar", explicó a IPS Bernal, entusiasmada con los resultados de esta iniciativa, que ya va por la tercera edición.
En tres años han pasado por los vericuetos de la Cepal —agencia de la Organización de las Naciones Unidas— 3.600 iniciativas comunitarias de variados perfiles, de los cuales se seleccionaron 48 finalistas.
Esa selección es uno de los objetivos planteado por la Cepal, pues le ha permitido conocer a fondo e identificar 3.600 proyectos nacidos a iniciativa de las propias comunidades, desde los mismos beneficiarios, sin necesidad de que se les impusieran desde fuera con un posible destino de fracaso.
Machinea explicó que el organismo encaró estos concursos, "que escapan a la función tradicional que se les atribuye, porque una de las preocupaciones fue siempre tratar de descubrir las mejores prácticas para combatir la pobreza, para impulsar la descentralización y otros desafíos sociales".
El carácter innovador es condición sine qua non para los seleccionadores, porque el fin principal es que el peso de la Cepal logre que se repliquen en el resto de América Latina.
Por eso, comentó Machinea a IPS, no se pretende ampliar los recursos y la convocatoria, sino luchar para que la iniciativa se extienda en el tiempo.
La idea nació del interés de la Fundación Kellogg, al cumplir sus 75 años, de hacer algo diferente a las tradicionales ayudas sociales que esa entidad ha puesto en marcha en América Latina.
La entidad fue creada en 1930 por el "pionero" de los cereales para el desayuno Will Keith Kellogg con el objetivo de "ayudar a la gente a ayudarse a sí misma".
"Por eso se decide otorgar un premio a emprendedores sociales y se aproxima a la Cepal, considerando que cubre toda la región, que asegura imparcialidad y brinda capacidad analítica", precisó Bernal.
"Nos preguntamos en su momento qué podíamos aprender de estas experiencias sociales, de modo más general, qué es lo que puede hacer una comunidad para luchar contra la pobreza, la violencia familiar, etcétera. Creo que nos ayuda a la diseminación de información, precisamente una de las tareas de la Cepal", sostuvo Machinea.
Cuando se habla de programas contra la pobreza es América Latina la que sirve de ejemplo, como lo son en el campo de la ciencia y la tecnología las experiencias asiáticas, de las cuales hay mucho para aprender, comentó.
Recordó que la región ha sido muy innovadora respecto de planes de superación de la pobreza, de inclusión social, "y hoy hay muchos en curso, más allá de que a alguno pueda irle mal como también hay otros que han sido un éxito", puntualizó, sin identificar a unos ni a otros.
Bernal, a su vez, informó que "el número de finalistas no ha sido igual todos los años. Están mermando, porque en la medida en que se van teniendo más conocimientos de innovaciones, cuesta más trabajo encontrar proyectos de esas características".
Los ganadores reciben de la Fundación Kellogg desde 30.000 dólares en el caso del primer premio hasta 5.000 dólares para el quinto, mientras que la Cepal brinda apoyo técnico y respaldo institucional. "Pero lo más importante para estos proyectos es que les demos el aval, los valida en sus propios países", apuntó.
Las Defensorías Comunitarias, una respuesta a la violencia familiar en el departamento peruano de Cusco, luego de recibir un premio el año pasado fueron consideradas interlocutoras válidas por el sistema de justicia.
"Ahora son a ellas a quienes busca el sistema judicial, Esto, además, ha permitido que se puedan expandir a otras comunidades de Perú", indicó Bernal.
"Hacemos un seguimiento de sus triunfos y las dificultades que enfrentan. Así creamos una especie de red entre los proyectos, en la cual estamos permanentemente juntos. Esto genera un apoyo, además de lo que podemos dar en el plano técnico", añadió.