COMUNIDAD ANDINA: Inventoras de trabajo digno

Mujeres rurales de cinco países andinos presentaron sus exitosas microempresas en un concurso regional para productoras de artesanías y alimentos que permitió compartir historias de vida de estas líderes en la lucha contra la pobreza.

Diez organizaciones de mujeres de Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela participaron en el Primer Concurso Regional "Mujeres en lucha contra la pobreza", realizado con el respaldo del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas, cuya misión es combatir la pobreza rural.

Damiana Quispe, representante de la Asociación Boliviana Inca Pallay, celebra el primer premio obtenido en la categoría artesanal porque gracias a su actividad productiva su comunidad la respeta, consiguió ejercer sus derechos, y sus hijos reconocen su protagonismo como generadora de ingresos.

El viaje de Quispe hacia La Paz desde su natal Tarabuco, municipio indígena en el departamento sureño de Chuquisaca, fue una odisea causada por los conflictos sociales de su país.

En los penosos 805 kilómetros de su recorrido, temía ser interceptada por manifestantes de la ciudad de Sucre que en esos días libraban batallas con la policía y sectores indígenas afines al gobierno. Durante una parada en la carretera, la camioneta que la transportaba junto a su grupo fue robada, y estuvo a punto de abandonar el viaje. Con el cheque de 4.000 dólares del premio recibido en la mano, exclamó: "Con este dinero creo que podré recuperar mi camioneta…".
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La peruana Justina Morales, de 32 años, líder de la Asociación de Procesadores de Charque y Chalona "Aswanq’ari" —que significa hombre fuerte— cuenta que su pequeña empresa se distingue por el control de calidad en las etapas de selección, procesamiento y comercialización de carne seca de alpaca y llama.

Ganadora del primer premio de 4.000 dólares en la categoría productos alimentarios, Morales viajó a La Paz desde la provincia Azangano del departamento de Puno, situada 1.300 kilómetros al sur de Lima.

Con una blusa confeccionada en bayeta, una pollera con pliegues y los pies descalzos, celebró haber creado su propia fuente de trabajo, que le permitió abandonar hace dos años la riesgosa actividad del contrabando de alimentos y ropa, en la frontera con Bolivia.

Gracias a su trabajo, hoy puede cubrir 70 por ciento de los gastos del hogar que comparte con su esposo, un educador de la escuela pública con un modesto salario.

Con sus 19 asociados debió enfrentar el temor de iniciar un negocio que requería perseverancia, un cambio de actitud y una paciente espera hasta lograr las primeras ganancias. Eso fue lo más difícil, explicó a IPS.

Ana María Pinaya preside la procesadora de carne de llama Microempresa Rural Andina Delicias, localizada en el altiplano, en el departamento boliviano de Oruro, a 250 kilómetros de La Paz.

Bajo su liderazgo, la organización rompió el prejuicio de los consumidores que desconocían que la carne de llama tiene un valor nutritivo de 24,82 por ciento de proteínas y un escaso 3,69 por ciento de grasa, comentó.

Pinaya y su asociación ganaron el segundo premio de 2.500 dólares en la categoría de productos agroalimentarios, tras haber obtenido el primer lugar en el concurso nacional de Bolivia.

En la misma categoría, la asociación colombiana "Vamos Mujeres" con productos derivados de la caña de azúcar, y las ecuatorianas de la Planta Procesadora de Lácteos Mulalillo, que comenzaron su microempresa con una sola vaca y hoy han crecido beneficiando a varias familias de su zona, fueron reconocidas con el tercer y cuarto lugar, recibiendo 2.000 y 1.500 dólares respectivamente.

La asociación Las Emprendedoras, de Venezuela, obtuvo un premio de 1.000 dólares por agrupar, organizar y crear espíritu de equipo entre mujeres que producen mermeladas y dulces envasados con frutas tropicales.

En un salón del Museo Nacional de Arte de La Paz, la carne de llama y alpaca, la miel, los lácteos y las mermeladas se exhibieron el 30 de noviembre junto a artesanías de coloridos telares andinos, sombreros de fibras naturales y adornos fabricados por mujeres de la etnia waorani de la profunda selva ecuatoriana.

Allí fue posible el intercambio de experiencias entre estas mujeres rurales que expusieron no sólo los resultados de su trabajo, sino su fuerza para enfrentar el desafío común de crear y desarrollar fuentes de trabajo y producción en zonas de extrema pobreza.

Vencer el miedo y la desconfianza, transformarse en pequeñas empresarias e ingresar en un terreno que estaba reservado sólo a los varones han sido los primeros logros que destacan con orgullo las exitosas líderes rurales.

El convencimiento de que su trabajo es imprescindible para llevar adelante la vida de sus familias, mejorar sus condiciones de vida, salud y educación es común a estas mujeres.

La idea de premiar estas actividades productivas fue impulsada por la representante del FIDA en La Paz, Marie Canavesi, quien explicó a IPS que el modelo se orienta a crear un ambiente de competencia en el que las ganadoras de los concursos adquieren conciencia de ser exitosas en sus iniciativas.

Mujeres de Ecuador, Perú, Venezuela y Colombia compitieron en concursos nacionales en sus cinco países, resultando elegidas dos asociaciones en cada una de las categorías convocadas para viajar a La Paz.

En los concursos nacionales de Bolivia participaron mujeres de 150 municipios pobres, casi la mitad de los 327 existentes en todo el territorio nacional, en una experiencia que inspiró el concurso regional.

Una forma efectiva de transmisión de conocimientos e impulso a las nuevas protagonistas es la capacitación horizontal en liderazgo, dijo Canavesi, para quien la presentación del material audiovisual de los 10 grupos testimonió el éxito del proyecto.

Dos grupos de productoras de sombreros artesanales, las peruanas Las Vicuñitas, de 3 de Mayo de Collini, población cercana al lago Titicaca, y las colombianas de la cooperativa Coofa Limitada, obtuvieron el segundo y tercer lugar en su categoría recibiendo 2.500 y 2.000 dólares respectivamente.

La Asociación Waorani, de mujeres de esa etnia de la selva ecuatoriana, recibió el cuarto premio de 1.500 dólares por sus artesanías fabricadas con piedras y frutos de su entorno natural.

Con una exitosa gestión en la cría de ovejas, producción de lana y tejidos, el quinto lugar fue para la Cooperativa de Mujeres Tejedoras Gavidia R.L., de Venezuela.

Se ha roto la barrera del miedo y ellas expresan sus ideas y proyectos con tal pasión que convencen a quienes las escuchan del buen rumbo que toman sus emprendimientos, afirmó Canavesi.

El apoyo del FIDA es un reconocimiento a las mujeres que tienen experiencias exitosas con mucho esfuerzo, dijo a IPS Nuria Felipe, responsable de Comunicación para América Latina y el Caribe de la institución.

De la experiencia del primer concurso, Felipe rescata las formas de organización de las comunidades y su aporte a la integración de pueblos con afinidades productivas que en conjunto forman "motores de desarrollo".

La generación de actividades económicas a partir de su cultura y respetando sus formas de elaboración autóctonas representa una fórmula para enfrentar a la globalización, bajo el principio de que "el pasado es la clave para el desarrollo futuro", concluyó Felipe.

El proyecto contó con el apoyo de la Cooperación Técnica Alemana (GTZ), la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Fundación Programa Regional de Apoyo a los Pueblos Indígenas de la Cuenca del Amazonas (PRAIA) y el Viceministerio de la Pequeña Empresa del gobierno boliviano.

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