El gobierno del primer ministro de Japón, Yasuo Fukuda, ignoró al visitante Dalai Lama, líder espiritual de Tíbet, quien reclama una mayor autonomía para esa nación asiática ocupada militarmente por China en 1950.
A pesar de que buena parte de la población de Japón se identifica con el budismo, ningún funcionario del gobierno le dio la bienvenida o se hizo presente durante sus actividades para evitarle molestias al gobierno chino.
El Dalai Lama se limitó a hablar de cuestiones espirituales en su visita de 10 días, que finalizó el viernes.
El desaire oficial contrastó marcadamente con la recepción que tuvo el Dalai Lama en su visita a Estados Unidos en octubre. Allí recibió la Medalla de Oro del Congreso legislativo, la máxima distinción civil, que le fue entregada en persona por el presidente George W. Bush.
El secretario general del opositor Partido Demócrata de Japón, Yukio Hatoyama, se reunió con el líder espiritual del budismo lamaísta y expresó su apoyo al reclamo de "mayor autonomía" para Tíbet dentro de China.
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La visita se produjo en respuesta a la invitación formulada por un grupo budista, con el objetivo de que el Dalai Lama, de 72 años y premio Nóbel de la Paz, visitara el famoso santuario de Ise Jingu, escuelas y ofreciera conferencias sobre temas espirituales.
Las autoridades pusieron como condición que no realizara actividades políticas.
Beijing envió tropas a Tíbet en 1950 y se opone a los viajes internacionales del Dalai Lama, a quien acusa de fomentar la independencia de su país.
En 1959, el líder espiritual huyó de la capital, Lasha, luego de una revuelta fallida, y cruzó la frontera hacia India luego de una travesía de 15 días a pie a través del Himalaya.
A causa de la frialdad oficial, la mayoría de los japoneses ni siquiera se enteraron de la presencia del Dalai Lama en el país.
"No sabía que estuvo aquí", dijo Jushoku Kaneko, sacerdote del templo budista de Ichijoji, en Tokio. "No entiendo por qué el gobierno se rehúsa a aceptarlo como a una personalidad importante." Sus actividades apenas fueron mencionadas por los diarios y la televisión. La razón es que, a diferencia de lo que ocurre en Occidente, no hay en Japón celebridades que promuevan al Dalai Lama, según Koichi Nakano, profesor de ciencias políticas en la Universidad Sophia de Tokio.
Las cuestiones vinculadas a los derechos humanos en el exterior rara vez ocupan la atención de los ciudadanos japoneses.
"Las críticas a la dictadura militar birmana por su represión de monjes budistas y civiles fueron muy tibias, a pesar de que un periodista japonés fue asesinado por las fuerzas de seguridad. Nadie apoya los derechos humanos de los tibetanos por el riesgo de provocar la ira de las autoridades chinas", agregó Nakano.
El gobierno de Fukuda hace todo a su alcance para recomponer las relaciones con China, deterioradas durante la gestión de sus antecesores Shinzo Abe (2006-2007) y Junichiro Koizumi (2001-2006).
Beijing expresó su pesar por la decisión de Tokio de permitir la visita. "Lamentamos que Japón haya permitido el ingreso del Dalai Lama", dijo en conferencia de prensa el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Liu Jianchao.
Mientras oraba en el santuario de Ise Jingu, el Dalai Lama dijo que sólo quería la "autonomía" de Tíbet, no su independencia, y rechazó que las autoridades de Beijing se refirieran a él como "separatista", según informaron diarios locales.
Un representante de la oficina de enlace del Dalai Lama en Tokio, Lhakpa Tshoko, señaló que comprendía las razones diplomáticas del gobierno japonés.
Pero Tshoko agregó que estaba triste porque el líder espiritual tibetano no recibió las muestras de respeto que merecía en un país donde residen 93,5 millones de budistas, muchos de ellos con importantes posiciones en la educación y los asuntos públicos.
El budismo se extendió a través de Japón a partir del siglo VI y ha tenido una profunda influencia en la vida artística, intelectual, política y social. La mayoría de los funerales están a cargo de sacerdotes budistas y muchas familias visitan los templos para honrar a sus antepasados.
A diferencia de sus viajes anteriores, las autoridades japoneses no ofrecieron custodia al Dalai Lama. Su oficina de enlace debió contratar guardaespaldas privados.
Fukuda, quien se convirtió en primer ministro en septiembre tras la renuncia de Abe, jamás mencionó la presencia del Dalai Lama en el país. En cambio, habla con frecuencia de mejorar los lazos con Beijing. Asimismo, ha establecido una estrecha relación con influyentes dirigentes chinos.
"Tokio está demasiado pendiente de las reacciones de China y está perdiendo su independencia. Entre las naciones democráticas, Japón es la única que ha rehusado reunirse con Su Santidad", dijo Pema Gyalpo, ex representante del Dalai Lama y profesor de la Universidad Torin de Yokohama.
China reemplazó a Estados Unidos como el mayor socio comercial de Japón en enero de 2005, por primera vez desde 1947, según datos del Ministerio de Finanzas japonés.
Este año, el intercambio bilateral se ubica en torno a los 230.600 millones de dólares, mientras que el comercio con Estados Unidos alcanza los 228.000 millones, aproximadamente.
Las relaciones con China se deterioraron durante el gobierno de Koizumi, fundamentalmente por su insistencia en visitar el santuario de Yasukuni en Tokio, donde se honra a los 2,5 millones de japoneses muertos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945, que en el caso de Japón se remonta a la invasión a China en 1937), pero que incluye a 14 criminales de guerra.
Los países vecinos consideraron a esas visitas como una glorificación del pasado militarista del país.
Fukuda ha asegurado que no visitará el lugar e incluso sugirió removerlo y construir un nuevo sitio conmemorativo.
"Fukuda es conciente de que necesita mejores relaciones con China no sólo en beneficio del país sino con la vista puesta en los vínculos con Estados Unidos", dijo Robert Dujarric, director de estudios japoneses contemporáneos en la Universidad Temple de Tokio.
"Las malas relaciones con Beijing hace que algunos estadounidenses responsabilicen a Tokio por las tensiones en la región. Los funcionarios del gobierno creen que Estados Unidos está convirtiendo a China en un importante aliado en Asia y esto los preocupa", agregó.
"Para jugar un papel importante en la región, Japón necesita mejores relaciones con China y un buen vínculo con Estados Unidos. Históricamente, Fukuda ha estado más abierto hacia Beijing que sus predecesores", concluyó Dujarric.