Entre las causas que explican los conflictos internacionales suele mencionarse la religión, pero hay quienes descreen de esa idea, a la que consideran fomentado por la prensa.
El primer ministro malasio Abdullah Ahmad Badawi rebatió ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el argumento de que la religión fuera responsable de las disputas entre naciones.
Desde una perspectiva política, sostuvo, la principal causa de los conflictos entre los países islámicos y los occidentales "es el repetido uso de la fuerza de los poderosos contra los débiles para garantizar objetivos estratégicos o territoriales".
Otro argumento para comprender las actuales tensiones religiosas y culturales es la "insensibilidad" de la prensa y de la industria cinematográfica frente a los valores religiosos y culturales cuando se trata de informar y documentar hechos, según el director ejecutivo de Centro de Mediación Interconfesional en Nigeria, Muhammad Nurayn Ashafa.
En una reunión sobre comprensión intercultural e interreligiosa en el marco de la Asamblea General, Nurayn citó a un rabino según el cual "la religión es como una llama" que "puede utilizarse para templar un hogar o para prenderle fuego".
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La ONU, cuya Alianza de las Civilizaciones se propone mejorar la comprensión religiosa y cultural entre naciones y pueblos, admite que "el impacto actual de la prensa en nuestra percepción de los otros alcanzó un nivel sin precedentes".
El derecho a la libertad de opinión y de expresión conlleva responsabilidades.
"La prensa debe tratar por todos los medios de difundir una visión equilibrada de todas las culturas mediante el abordaje de estereotipos y prejuicios y promover la tolerancia y la comprensión mutua", señala uno de los documentos guía de Diálogo de Civilizaciones.
¿Y lo hace?
La prensa fue blanco de ataques por considerársela responsable, con o sin intención, de instigar o provocar tensiones religiosas o étnicas en zonas de conflicto o de emitir juicios tendenciosos.
Cuando el atentado en la ciudad de Oklahoma, en el meridional estado estadounidense de mismo nombre, en abril de 1995, mucho antes del ataque contra Nueva York y Washington de septiembre de 2001, los primeros informes de prensa atribuyeron el hecho a "organizaciones terroristas de Medio Oriente".
Sin embargo, la bomba fue colocada por un veterano estadounidense de la Guerra del Golfo (1990-1991). Su acción dejó 168 muertos y cientos de heridos.
Quizá la carrera por la primicia los lleva a apresurar un juicio, sostuvo un analista de Medio Oriente que reside en Nueva York.
Tras un atentado cometido hace un par de años en Europa, un artículo al respecto señalaba: "Una voz entrecortada en inglés, con acento árabe, se adjudicó la responsabilidad del atentado."
Otro informe acerca de una amenaza de bomba señalaba: "Un hombre llamó a la base aérea de Estados Unidos en Alemania y profirió una advertencia. Hablaba alemán, posiblemente con acento ruso o turco."
Esas afirmaciones, en su mayoría equivocadas, pueden haber creado daños irreparables a comunidades étnicas o religiosas o desatado reacciones violentas, indicó el analista.
"Los fundamentalismos extremadamente polarizados, que pueden llamarse islámicos, cristianos o judíos, son la verdadera amenaza a la paz y a los derechos humanos", señaló el director ejecutivo del Instituto de Exactitud Publica, Norman Solomon.
Asimismo, los intentos de la prensa por emplear la fe religiosa para adjetivar la violencia suelen ocultar otros intereses más allá del informativo. Marcan una dirección y se apartan de otras, en tanto oscurecen la verdad de que los fundamentalismos radicales no son exclusivos de ninguna fe.
"Un estándar único de derechos humanos no tiene nada que ver con hacerle un guiño a algunos fanatismos mortales en tanto se condenan otros", sostuvo Solomon.
Pero la prensa estadounidense, en general, no parece interesada en un único parámetro de derechos humanos.
"Un estándar de ese tipo implicaría no sólo condenar la atrocidad de los suicidas de la fe islámica, sino también a los funcionarios israelíes que ordenan ataques que matan palestinos de todas las edades", apuntó.
"También tendría que condenar a las altas autoridades del gobiernos de Estados Unidos que supervisan tanta pérdida de vidas humanas en Iraq", añadió Solomon, coautor de "Fuentes poco confiables: una guía para detectar noticias tendenciosas".
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que "llegó la hora de promover la idea de que la diversidad es una virtud, no una amenaza".
También es tiempo de "un diálogo constructivo y comprometido, un diálogo entre personas, entre comunidades y entre naciones", añadió.
Un grupo de líderes políticos de alto nivel que promueve la Alianza de Civilizaciones urgió a los profesionales de la prensa, en un informe divulgado el año pasado, a desarrollar, articular e implementar códigos de conducta voluntarios.
El estudio reclama programas de capacitación para contribuir a que los periodistas comprendan asuntos internacionales importantes, en especial aquellos donde política y religión se cruzan.
También se propuso crear un "fondo de riesgo para atenuar las fuerzas del mercado que fomentan la información sensacionalista y estereotipada en la prensa y en otros ámbitos culturales".
La prensa debiera evitar las campañas propagandísticas que de hecho vilipendian una fe en particular al vincularla con las personas destructivas que alegan ser religiosas, indicó Solomon.
El periodismo, la prensa independiente y la libre circulación de información pueden ayudar a percibir la humanidad como una, pero la propaganda a menudo promueve la idea de la crueldad caracteriza a un grupo étnico o religión en particular.
"Los frecuentes golpes periodísticos polarizan en vez de informar y exacerban en vez de educar", concluyó.