El «¿Por qué no te callas?», que le espetó el rey Juan Carlos de España al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en plena sesión de clausura de la XVII Cumbre Iberoamericana, resume el clima de confrontación ideológica que opacó los acuerdos alcanzados en la cita chilena.
Minutos después de esa pregunta, mientras el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, hablaba contra las empresas trasnacionales españolas, el monarca se retiró de sala, para regresar cuando el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, explicaba los acuerdos logrados en esta reunión anual de Jefes de Estado y de Gobierno de 19 países latinoamericanos, más Andorra, España y Portugal, celebrada desde el jueves hasta este sábado.
La Declaración de Santiago, cuyos 24 puntos plantean directrices y programas para alcanzar la llamada "cohesión social", lema de la cumbre, pasó a segundo plano por el encendido debate sobre modelos de desarrollo promovidos por los países de la región, protagonizado por Chávez, Ortega, el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Haber llamado "fascista" al derechista ex jefe del gobierno español José María Aznar (1996-2004) en las sesiones plenarias del viernes y de este sábado, le valió a Chávez la queja del socialista Zapatero, quien pidió "respeto" por el ex gobernante, a la vez que solicitó establecer un "código de conducta" para las próximas cumbres.
Según Chávez, Aznar apoyó el efímero golpe de Estado que sufrió en 2002 y ahora desarrolla por el mundo una campaña en su contra.
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La propuesta de Morales de "abandonar el modelo neoliberal" y de devolver al Estado la provisión de servicios básicos, motivó que Zapatero defendiera la "eficiencia" del sector privado en ese ámbito, aunque con regulación estatal y pago de tributos. Al debate se sumó Ortega, quien criticó el "imperio del capital globalizado".
"Nosotros (Nicaragua) queremos movilizar recursos y facilitar la cohesión social, pero nos encontramos con un país totalmente privatizado", dijo Ortega en su discurso, y además propuso crear un foro que excluya a Estados Unidos y que reemplace a la Organización de los Estados Americanos (OEA).
En todas sus intervenciones, Chávez habló de los "factores geopolíticos" o "externos" que atentan contra las reformas impulsadas por países como Venezuela y Bolivia. Y reiteró que Estados Unidos trata de desestabilizar a gobiernos reformistas financiando a grupos oligárquicos nacionales contrarios a los cambios.
"Puede explotar este continente si las clases oligárquicas pretenden oponerse por la violencia y métodos ilegítimos a los cambios necesarios", dijo.
Ese aspecto fue abordado también por organizaciones políticas, sociales, sindicales, de pueblos originarios y de mujeres en la llamada Cumbre de los Pueblos, realizada en forma paralela al foro de mandatarios.
El Manifiesto de Santiago, con las conclusiones de más de 60 mesas temáticas realizadas entre el jueves y este sábado, denuncia al gobierno de Estados Unidos "por su constante satanización y criminalización de las luchas sociales" y su "hostigamiento a los gobiernos que adoptan el rumbo de la emancipación popular".
"Constatamos, esperanzados, el resurgimiento de un extendido protagonismo de los movimientos sociales y fuerzas políticas progresistas cuyas luchas articuladas, cada vez más amplias y persistentes, han influido decisivamente en la elección —en diversos países— de gobernantes afines y sensibles al gran ideario de emancipación, unidad e integración latinoamericana", afirma el texto de cuatro páginas.
Entre esos gobernantes se suele incluir, además de Chávez, Morales y Ortega, al presidente Rafael Correa, de Ecuador, y, en menor medida, al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, al argentino Néstor Kirchner y al uruguayo Tabaré Vázquez, quienes no participaron en la sesión de clausura.
Esos gobernantes, dice el manifiesto, han impulsado "procesos de cambio en la región, que valoramos como un avance de gran proyección histórica". En la clausura del encuentro, en el velódromo del Estadio Nacional, participó como orador el propio Chávez.
En medio del choque de la sesión plenaria, la anfitriona de la cumbre, la presidenta Michelle Bachelet, pedía con el rostro serio a los jefes de Estado que se concentraran en los frutos concretos del foro, como el Convenio Multilateral de Seguridad Social que permitirá a los trabajadores unificar en los 22 países sus aportaciones a los fondos jubilatorios.
Más tarde, en conferencia de prensa junto a Iglesias y el presidente de El Salvador, Antonio Saca —que recibirá a la cumbre de 2008-, una Bachelet más sonriente le restó dramatismo al hecho, señalando que lo importante era que junto a una legítima exposición de los diferentes enfoques que conviven en la región, se lograron resultados concretos.
Iglesias complementó que la chilena ha sido la cumbre más rica en acuerdos en la historia de esta instancia, inaugurada en 1991 en la mexicana ciudad de Guadalajara, a instancias de Juan Carlos, quien ha participado en todas.
El punto nueve de la Declaración de Santiago plantea "cumplir, antes de 2015, las Metas del Desarrollo del Milenio, así como los compromisos del Consenso de Monterrey, en particular con relación a la movilización de recursos adicionales para la Ayuda Oficial al Desarrollo, incluyendo a los países de renta media".
El artículo 19 proyecta "implementar reformas tributarias mediante acuerdos o pactos fiscales u otras formas de concentración político-social, que otorguen viabilidad a las políticas requeridas para el desarrollo humano sustentable y la cohesión social, fortaleciendo a la vez la administración tributaria, evitando el fraude y la evasión".
Otras iniciativas de la cumbre son la habilitación de dos fondos: uno de 1.500 millones de dólares creado por España para sanear y distribuir agua potable a millones de latinoamericanos, y otro especial chileno para la protección de la infancia.
En el Plan de Acción de 53 puntos firmado por los mandatarios figura la creación de un dispositivo para la prevención de desastres naturales, que se va a establecer en Panamá, la aprobación de la Carta Iberoamericana de Gobierno Electrónico, la adopción de un plan de movilidad académica de posgrados y la del Programa Red de Bancos de Leche Humana.
Este último es una iniciativa de Brasil, "que permite reunir leche materna en condiciones sanitarias adecuadas y entregarlas a 130.000 niños cada año, y lo que queremos es extenderlo para aquellos países que lo deseen y reducir la desnutrición y la mortalidad de nuestros bebés", explicó Bachelet.
La cumbre también aprobó la creación de un observatorio de avances o retrocesos en materia de igualdad de género. A la cita de Santiago sólo faltaron los presidentes Felipe Calderón, de México, Leonel Fernández, de República Dominicana, y Martín Torrijos, de Panamá, por distintos problemas internos.
Uno de los aspectos destacados en Chile fue la necesidad de adoptar metas concretas y de establecer formas de fiscalizar los acuerdos, como demandó expresamente Chávez en la sesión del viernes.
Esa fue también una de las principales demandas de las 75 organizaciones no gubernamentales que se reunieron en Santiago en el III Encuentro Cívico Iberoamericano los días 7 y 8.
La soltura con la que discutieron algunos presidentes se debió en parte a la instauración, por parte de Bachelet, de un espacio de diálogo más abierto, denominado "retiro", en la tarde el viernes, que los periodistas pudieron seguir por una pantalla gigante de televisión sin audio. Allí se observó a varios de ellos debatir acaloradamente.
Los mandatarios pidieron que ese espacio se repita en la próxima cumbre, aunque quedaron con ganas de juntarse antes de esa cita, dijo Iglesias.
La cumbre de 2008, en El Salvador, estará dedicada a "Juventud y Desarrollo", y las de 2009, 2010 y 2012 se realizarán en Portugal, Argentina y España, respectivamente.