El gobierno de Brasil se prepara para realizar la novena ronda de licitaciones para la exploración y explotación de yacimientos de petróleo y de gas, en medio del fuego cruzado entre inversionistas y movimientos sociales.
Los primeros critican la retirada a último momento de la concesión de varias cuencas estratégicas y los segundos quieren impedir la subasta en nombre de "la soberanía nacional".
La novena ronda de licitaciones promovida por la Agencia Nacional de Petróleo (ANP), que se realizará en Río de Janeiro el 27 y 28 de este mes, ofrecerá a concesión 271 bloques para la exploración y explotación de crudo y gas.
Pero esta subasta perdió interés después que el gobierno anunció a inicios de este mes la retirada de la concesión de 41 bloques de explotación en la Cuenca de Santos, entre los meridionales estados de Santa Catarina y Espírito Santo, donde hay mas posibilidades de encontrar petróleo en aguas profundas.
La decisión fue tomada después de que la compañía estatal Petrobras anunció su mayor hallazgo petrolero: su yacimiento de Tupí, en aguas profundas de la costa de Sao Paulo, tenía reservas de entre 5.000 y 8.000 millones de barriles de 159 litros, lo que según la firma eleva casi 50 por ciento las reservas del país.
[related_articles]
Un potencial que según la ministra jefa del Gabinete Civil, Dilma Rousseff, colocará a Brasil entre los grandes productores mundiales de petróleo, como Venezuela y los países árabes.
Para la ministra, la retirada de las áreas cercanas a Tupí de la subasta (una medida contemplada por ley) fue decidida en pro de "la preservación de la soberanía del país".
Este argumento irritó a los inversionistas que participaban de la licitación, como Joao Carlos de Luca, jefe local de la hispano-argentina Repsol-YPF y presidente del Instituto Brasileño de Petróleo. El empresario sostuvo que la decisión le daba "incertidumbre" al proceso de apertura del sector.
Esta opinión es compartida por Rafael Schechtman, del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE).
En entrevista con IPS, Schechtman dijo que sin los 41 bloques retirados "no habrá mucho interés de los inversionistas que perdieron tiempo y dinero en investigar esas áreas"
Para el experto en energía del CBIE, la decisión de haber retirado los bloques que eran el "filet mignon" de la licitación era "un balde de agua fría para los inversionistas"
El especialista considera que, aunque esa posibilidad estaba contemplada legalmente en la propuesta de licitación y la ANP "tendrá que devolver el dinero desembolsado por las empresas para los estudios previos", la medida "es una señal de que el modelo de concesión donde había igualdad de competencia no esta más en vigencia".
"La impresión" es que en el futuro "no valdrá mas la pena invertir en licitaciones que se pueden suspender" a favor de la estatal Petrobras, sostuvo.
En 1997, una ley quebró el monopolio de la compañía estatal permitiendo a otras empresas a través de contratos de licitación la exploración, producción, transporte y refinación del crudo. Hasta ese entonces, la legislación le concedía a Petrobras exclusivamente ese derecho.
La decisión de apartar los bloques promisorios para Petrobras "da la impresión" de una "vuelta al monopolio" de la firma estatal, según Schechtman.
Por motivos muy diferentes también expresaron su disconformidad con la licitación sindicalistas, movimientos sociales y representantes de la izquierda brasileña, que semanas atrás demandaron al presidente Luiz Inácio Lula da Silva su suspensión.
La solicitud fue firmada por organizaciones como la Federación Única de los Petroleros (FUP), el gobernador del meridional estado de Paraná, Roberto Requiao, y figuras intelectuales de renombre en la izquierda brasileña como el arquitecto Oscar Niemeyer, y Joao Pedro Stedile, del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.
El documento pide la anulación de la licitación "para salvaguardar la soberanía y garantizar que el petróleo y el gas producidos sean usados de forma prioritaria para abastecer el mercado interno".
El año pasado, Petrobras anunció que Brasil está en condiciones de autoabastecerse en materia petrolera.
Pero la FUP teme que el modelo de concesiones al capital privado arriesgue esa demanda interna.
En entrevista con IPS, el coordinador de la FUP, Helio Seidel, subrayó que, desde que comenzaron las licitaciones, más de la mitad de las áreas con potencial para producción de petróleo están controladas por empresas extranjeras, lo que en el futuro podría obligar al gobierno a importar crudo.
Seidel destacó que la ley en vigor establece a cambio de las concesiones regalías de entre cinco y 15 por ciento.
"Nos parece que es poco. Entendemos que el gobierno tiene que cambiar la legislación de petróleo porque en el futuro, desde el punto de vista de la soberanía, tendremos dificultades en relación a ese producto estratégico", dijo el sindicalista.
Seidel llamó la atención sobre los contratos de concesión que en el futuro, en épocas de escasez, podrían agotar el petróleo, permitiendo a las empresas extranjeras exportar y obligando al país a importar.
"Con la ley actual, el gobierno tiene pocos instrumentos para que esa riqueza que tenemos pueda transformarse en desarrollo social para el país y para la industria nacional", señaló.
Según los firmantes de la solicitud, que el 22 de este mes realizaron una protesta contra la licitación, la situación se agrava porque en el momento de la formulación de la ley, en 1997, el barril de crudo valía apenas 30 dólares y hoy llega a casi 90.
"La rentabilidad es altísima en este régimen de concesión. Y nosotros vamos a sufrir poco de esa riqueza", consideró el coordinador de la FUP.
Según los firmantes, las reservas brasileñas garantizan la autosuficiencia durante los próximos 30 años, pero sólo si son utilizadas de forma estratégica.
Pero si esas reservas fueran explotadas anticipadamente por las multinacionales "se podrá reducir drásticamente nuestra soberanía, teniendo que volver a depender nuevamente del petróleo importado".
Y los que se oponen a la licitación tampoco confían en fuentes alternativas de energía como el biodiésel estimulado por el gobierno de Lula a partir de fuentes renovables.
"Aun considerando el potencial del biodiésel o del alcohol (de caña de azúcar) para sustituir todo el consumo necesitaríamos de dos planetas Tierra y medio", alertaron.