El gobierno español incorporará modernos medios técnicos y fortalecerá el servicio de inteligencia para combatir el narcotráfico, tanto local como hacia estados vecinos. Este país no sólo es la principal puerta de entrada de droga a Europa sino también donde más se consume.
El informe 2006 de la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU (Unodc por sus siglas en inglés) indica que "la demanda de cocaína va en aumento en Europa occidental hasta niveles alarmantes", ya que hay 3,5 millones de consumidores de esa sustancia ilegal, 26 por ciento del total en el mundo.
También se informa en ese documento que el consumo de esa droga prevalece en el 1,1 por ciento de los habitantes europeos de 15 a 64 años, pero que en España es de dos por ciento, apenas 0,3 por ciento menos que en Estados Unidos.
En un operativo sin precedentes por su envergadura, a comienzos de octubre, miembros de la Policía Nacional desmantelaron tres laboratorios de cocaína de gran producción que ocultaban la droga en tapicerías de sillas y sofás, incautando más de 35 kilogramos de droga y tres toneladas de productos químicos utilizados para rescatar la sustancia de la tapicería.
En el operativo también fueron detenidos 13 "narcotapiceros", según los calificó el jefe de la brigada policial, Juan Antonio Hernández.
Este grupo, también ocultaba la droga en caramelos conocidos como "chupa-chups", habitualmente fabricados y distribuidos en España, pero en este caso traídos desde Colombia.
Los narcotraficantes alteraban la bola de caramelo, ahuecándola e introduciendo en ella droga y luego colocaban el clásico palito de madera que los niños utilizan para sostener el dulce mientras lo van consumiendo.
Pero la última modalidad utilizada por los narcotraficantes para ingresar sus cargamentos a España son las pequeñas avionetas que sólo tardan 15 minutos en realizar el trayecto desde la zona de partida de Marruecos hasta algún terreno llano despejado o camino secundario en este país.
Julio Martín, un piloto que conduce aviones en esa zona y que se encuentra al margen del negocio del narcotráfico, señaló a IPS que las avionetas no son habitualmente detectadas por los radares. "Alguna vez me han detectado, dado orden de identificarme y lo he hecho, pero por lo general eso no ocurre", comentó a modo de ejemplo.
Esta situación ha hecho que el alto mando de las fuerzas de seguridad se haya planteado enfrentar el problema encarando dos objetivos distintos. Por un lado se reforzará el sistema de radares y por otro el de inteligencia, para detectar a los grupos que envían las drogas desde Marruecos o desde barcos trasatlánticos y a quienes las reciben en España.
Fuentes policiales informaron a IPS que desde años atrás, cuando los narcotraficantes colombianos instalaron depósitos de cocaína en África, se viene manejando la hipótesis de que también intentarían entrar por las costas del sur de España, como ocurre ahora, por lo cual detectar la ubicación y el movimiento de esos almacenes es una de las prioridades de los servicios de inteligencia españoles.
Una idea del dinero que mueve este comercio ilegal lo ilustra la captura el 28 de octubre en Lérida, sobre la costa norte del mar Mediterráneo, de un camión que transitaba desde esa ciudad hasta Italia con 34 kilogramos de cocaína a bordo, cuyo precio ronda los tres millones de euros (4,2 millones de dólares).
Ese mismo día la policía desmanteló dos redes de tráfico y detuvo a 10 personas, entre ellas españoles, colombianos y marroquíes, que tenían en su poder 250 kilogramos de cocaína y 425 de hachís. Los detenidos recibían las drogas en Madrid y las distribuían al resto de España, trasladándolas en el doble fondo de un camión y en los brazos de dos excavadoras.
En las costas españolas del norte del Mediterráneo es públicamente conocido que actúan mafias sicilianas o similares, particularmente especializadas en el narcotráfico.
Roberto Saviano, un hombre que vivió en el seno de la "camorra" en la italiana ciudad de Nápoles, publicó este año en España el libro "Gomorra", del que ya se vendieron casi un millón de ejemplares y en el que relata las actividades de la mafia, lo que motivó que tuviera que huir de aquél país.
Ya en Madrid, señaló en una entrevista al diario La Razón, que los camorristas "son empresarios cuyos límites sólo los marcan los negocios" y que "las autoridades intervienen cuando hay demasiados muertos, cuando el narcotráfico es exagerado. Pero si no, tampoco hacen mucho". Eso es así, puntualizó, porque "sólo con la represión no se eliminará jamás a la mafia".
Hablando de España, añadió que este país "es el fortín de todas las organizaciones criminales italianas. Es un territorio a su disposición, pero los españoles no lo ven. No sé si es porque no quieren o porque son simplemente miopes".
Como prueba contó que "el más importante prófugo de la justicia italiana, Rafaelle Amato, vive en Barcelona y nadie le molesta". Y la razón por la cual esto ocurre es porque los traficantes españoles son simples intermediarios, porque la droga pasa, pero no se queda en este país, ya que "es la puerta de entrada de la cocaína en Europa".
A su entender, "La cocaína ha contribuido notablemente al impresionante desarrollo económico español en los últimos años". Mientras, el ingreso de la cocaína avanza en España y la que lo hace desde África no entorpece el negocio que se realiza a través de las costas de la noroccidental comunidad autónoma de Galicia.
De este modo, esa zona recupera el esplendor del negocio ilegal desde la época en que fue la puerta de entrada más importante de drogas a Europa, cuando ciertos grupos de pescadores trasladaban la droga desde barcos de ultramar para desembarcarla en las costas gallegas.
Este tráfico ilegal, alcanzó su mayor auge en los años 80, cuando esos pescadores, que habitualmente traficaban con bebidas alcohólicas, fueron incorporando las drogas para aumentar sus beneficios.
Pero el aumento de los controles policiales en alta mar y la detención de los principales jefes del narcotráfico español de la época, obligó a los narcotraficantes a buscar otras rutas.
Pero el contrabando por mar y tierra no significa que no haya traslados aéreos convencionales, ya que el militarizado cuerpo policial de la Guardia Civil en los primeros 10 meses de este año intervino en el madrileño aeropuerto de Barajas más de tres toneladas de estupefacientes y detuvo a 763 personas involucradas en ello.
Los cuerpos policiales también han pedido controlar los 84 puertos deportivos que se encuentran a lo largo de la costa española, dado que carecen de elementales medidas de seguridad y son "verdaderos coladeros de armas y drogas", según mandos policiales.