DESARROLLO: PNUD reclama solidaridad climática

América Latina y el Caribe sufrirán pérdidas terribles si no se invierte el aumento de la contaminación de carbono, impulsado sobre todo por el mayor consumo de combustibles fósiles, advirtió el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Están mermando los glaciares andinos que proveen 80 por ciento del agua dulce consumida en las ciudades de Perú, debido al cambio climático desatado por la acumulación de gases como el dióxido de carbono, que recalientan la atmósfera, señala el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del PNUD, cuya divulgación tuvo lugar este martes en Brasilia y en otras ciudades del mundo.

Otros países andinos, como Bolivia, Ecuador y Colombia, enfrentan perspectivas similares a las peruanas, ya que sus glaciares vienen perdiendo extensión desde la década de 1970.

Si la temperatura global aumenta por encima de dos grados en este siglo, México podría perder más de 60 por ciento de su producción de maíz, base alimentaria de los mexicanos, y Bahamas más de 10 por ciento de su territorio por la elevación del nivel del mar, ocasionada por el derretimiento de los hielos polares.

Sequías y lluvias irregulares, además de eventos climáticos extremos, pueden disminuir la producción agrícola y agravar la inseguridad alimentaria de millones de pobres, como ocurrió en Honduras con el huracán Mitch, que en 1998 redujo los ingresos de familias rurales pobres y amplió la pobreza de 69 a 77 por ciento de la población nacional.
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El agravamiento de la aridez del Nordeste brasileño, una transformación de parte de la Amazonia selvática en sabanas o praderas, mayor desertificación e inundaciones costeras son otras consecuencias ya previstas por los estudios sobre cambio climático en la región.

Los dificultosos avances latinoamericanos en desarrollo humano —concepto que comprende no sólo la renta de la población sino dimensiones como salud, educación, vivienda digna, cultura y participación política— podrían derrumbarse como un castillo de naipes por el cambio climático, advierte el PNUD.

Brasil recibe un destaque positivo, tanto por su matriz energética relativamente limpia, basada en hidroelectricidad, y el desarrollo pionero de la industria de alcohol carburante, menos contaminante que la gasolina, como por su programa de becas familiares, que benefician a 11 millones de familias pobres con una pequeña ayuda financiera mensual.

El programa es un buen ejemplo de "transferencia en efectivo condicionada", porque exige a las familias beneficiarias que los hijos asistan a la escuela y otras contrapartidas que reducen la vulnerabilidad social de los pobres y favorecen avances en desarrollo humano, reconoce el PNUD.

El alcohol carburante o etanol producido a partir de la caña de azúcar es otra experiencia brasileña recomendada, como "uno de los ejemplos más impresionantes", contrapuesto a los biocombustibles estadounidenses y europeos, hechos de maíz y colza, por su baja eficiencia energética y de reducción de gases de efecto invernadero.

Abrir los mercados protegidos del Norte al etanol brasileño sería un avance para la seguridad climática, evaluó Kevin Watkins, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano, en un diálogo con corresponsales extranjeros en Río de Janeiro.

Otras opciones energéticas, como el incremento del uso de carbón mineral, "van en la dirección equivocada", acotó.

Los países ricos son los principales responsables del calentamiento global, por haber lanzado a la atmósfera la mayor parte de los gases invernadero, pero sus daños iniciales afectan más a los pobres, agravando las desigualdades y amenazando con retrocesos en muchas naciones.

Ese efecto injusto es destacado en el informe "La lucha contra el cambio climático: solidaridad frente a un mundo dividido", un llamado a la acción en sus 246 páginas en español y 213 en inglés.

Si no se actúa con urgencia y eficacia para reducir los gases invernadero, su acumulación en la atmósfera puede llegar a un punto sin retorno, desatando complejos mecanismos de retroalimentación, sostiene el informe.

A la larga toda la humanidad está amenazada, pero son los pobres, "sin responsabilidad en el pasivo ecológico que estamos acumulando, los que sufren los costos humanos inmediatos y más graves", señaló Kemal Derviş, administrador del PNUD.

Las diferencias son gigantescas. "Brasil tiene una emisión (de gases invernadero) de una tonelada por persona, Etiopía cerca de 0,2 toneladas, y Estados Unidos 20 toneladas", comparó Derviş, destacando que universalizar la contaminación estadounidense exigiría los recursos naturales de nueve planetas Tierra.

Es necesario un esfuerzo "inmediato" para contener el calentamiento en un máximo de dos grados, apuntado por los científicos como "el umbral de un cambio climático peligroso", señaló Watkins.

El informe requiere de los países desarrollados una reducción de "al menos 80 por ciento" de los volúmenes de gases invernadero que arrojaban en 1990, "antes de 2050", y de 30 por ciento "de aquí al año 2020".

Algunas medidas sugeridas son los impuestos a la contaminación, la fijación de límites, la regulación del uso de energías y el fortalecimiento de la cooperación internacional para financiar programas de mitigación y adaptación, además de incrementar la transferencia de tecnologías

"El desafío más difícil" es la distribución de los costos de las políticas necesarias, porque "quienes han sido en gran parte causantes del problema, los países desarrollados, no serán quienes sufran las peores consecuencias en el corto plazo", reconocen en el prólogo del informe Derviş y el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Achim Steiner.

Un gran obstáculo a las medidas efectivas es "la gran brecha entre las pruebas científicas y la acción política", observa el informe, después de reconocer cierto consenso en las conclusiones de científicos, aunque "la ciencia del cambio climático trabaja con probabilidades, no certidumbres".

"Las futuras generaciones nos juzgarán por la forma en que respondamos a este desafío", advirtió el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en un artículo incluido en el documento. Y recordó la "responsabilidad histórica" del mundo desarrollado en la acumulación de gases en la atmósfera, contraponiendo la baja emisión de Brasil por persona, producto del gran uso de generación hidroeléctrica y de biocombustibles.

Los ejemplos de posibles efectos desastrosos abundan principalmente en África y el sudeste asiático, donde se concentrarían la mayoría cientos de millones de nuevos hambrientos, enfermos de malaria y desplazados por sequías, lluvias erráticas, inundaciones y agravamiento de epidemias.

El informe del PNUD aboga por una reducción de 20 por ciento, hacia 2050, de las emisiones de gases invernadero de los países en desarrollo, un cuarto de la proporción requerida a las naciones industriales. Pero gobiernos como el brasileño no aceptan metas, arguyendo el principio de responsabilidades diferenciadas.

Sin embargo, "no es lo mismo Brasil que Bolivia o Burundi", también se deben contemplar las diferencias dentro del mundo en desarrollo, dijo a IPS Rubens Born, coordinador de la organización no gubernamental brasileña Vitae Civiles.

Este país debería asumir compromisos "mensurables" de reducción de sus emisiones de gases, sostuvo Born.

Destacar el cambio climático como amenaza al desarrollo humano es "oportuno" para que todos traten el asunto con la gravedad que tiene y no de manera burocrática, señaló. Pero Born discrepó del elogio al etanol brasileño. Aunque menos contaminante, "no cambia el modelo de transporte" individual, criticó.

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