COSTA DE MARFIL: Con esperanzas electorales

El líder de la oposición en Costa de Marfil, Alassane Ouattara, confía en que la tercera será la vencida cuando se celebren elecciones presidenciales en su país, lo que espera ocurra el próximo año.

Hasta la fecha, a este político de alto perfil —ex primer ministro y vicedirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI)— se le prohibió postularse en dos oportunidades.

En 1995 y 2000 quedó fuera de las listas por una ley que excluyó a candidatos con un progenitor de nacionalidad extranjera, o que hubieran vivido fuera de Costa de Marfil en los cinco años anteriores. Se insinuó que la madre de Ouattara era burkinesa, algo que él siempre negó.

Esto ocurrió en medio de resentimientos alimentados por motivos políticos hacia inmigrantes de ciudades vecinas y sus descendientes, que habían ayudado a Costa de Marfil a aprovechar el rápido crecimiento económico en los años 60 y 70, pero que se convirtieron en huéspedes indeseados cuando la economía decayó junto con el precio de las materias primas. Entonces se encendió un polémico debate sobre qué constituía la nacionalidad marfileña.

Las cuestiones relativas a la nacionalidad también motivaron el fallido golpe de estado de 2002 y la posterior guerra civil, en la que las rebeldes Forces Nouvelles (Nuevas Fuerzas) tomaron el control del norte del país, mientras el gobierno del presidente Laurent Gbagbo dominaba el sur.
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Los rebeldes acusaron al gobierno de abusos contra los derechos humanos, corrupción y victimización de las minorías étnicas.

Ouattara y miembros de su Rassemblement des Républicains (Reunión de Republicanos, RDR) fueron objeto de ataques en represalia por parte de adeptos al gobierno en Abidján, la capital financiera, y otros lugares, luego del intento de golpe de septiembre de 2002.

La rebelión permaneció en un tenso punto muerto hasta marzo de este año, cuando las dos partes firmaron un acuerdo para compartir el poder en la capital de Burkina Faso, Ouagadougou.

Se comprometieron con el desarme, la creación de un ejército nacional integrado y la provisión de documentos de ciudadanía (proceso conocido como "identificación") para aquellos que demostraran su nacionalidad marfileña, a fin de habilitar la participación en los comicios propuestos. El líder de las Forces Nouvelles, Guillaume Soro, también fue designado primer ministro.

IPS dialogó con Ouattara en la sede del RDR en Abidján, para obtener sus opiniones sobre el estado actual del proceso de paz.

— ¿Cómo caracterizaría la situación política actual en Costa de Marfil?

— En los próximos dos o tres meses sabremos si el acuerdo de Ouagadougou puede funcionar o no.

La identificación (de votantes) y el desarme de los dos ejércitos —que ingresan en barracas y abandonan las calles con kalashnikovs y otras armas— son claramente dos objetivos muy difíciles de lograr, a causa de problemas con rangos y promociones en el ejército nacional y el ejército rebelde.

Y, tercero, debemos reunificar al país desplegando profesores, médicos, administradores, y haciendo que realmente hagan su trabajo con un espíritu nacional.

— ¿Cree usted que el actual proceso de identificación es genuino y que llegará a completarse?

— Tenemos dudas, pero nos gustaría ser optimistas. Creemos que el bando presidencial hizo todo para bloquear el proceso hace un año. Ahora, con el acuerdo de Ouagadougou, ellos acordaron avanzar. Pero a cada paso han estado bloqueando el sistema y poniendo obstáculos. Afortunadamente, el primer ministro es determinado y muy hábil, así que está haciendo un muy buen trabajo. Pero ¿por cuánto tiempo? Él mismo en alguna etapa puede hartarse, porque realmente están creando obstáculos.

— ¿Cree que el desarme está ocurriendo?

— Todavía no pasó nada. Son solamente símbolos.

— ¿Cuál es el estatus del código electoral que le impidió a usted postularse en las elecciones de 1995 y 2000?

— En la Constitución hay una nueva disposición que debería eliminar todos estos obstáculos. (La previa) se hizo para eliminar a algunos de nosotros. La nueva Constitución para permitirnos ser candidatos fue acordada en Linas-Marcoussis (en el central departamento francés de Essonne), donde las partes en pugna firmaron un acuerdo en enero de 2003) y votada (aprobada) por más de 70 por ciento de la Asamblea Nacional bajo presión del señor Thabo Mbeki (presidente de Sudáfrica). Pero el señor Gbagbo se negó a despedirse. Así que todavía no está en vigor.

— ¿Planea postularse en las elecciones presidenciales del año próximo?

— Sí, está claro. Mi partido pidió esto y realizará un congreso a mediados de diciembre. En ese momento será formalizado. Volví del FMI para hacer eso, y no hay manera de que dé marcha atrás.

— ¿Cómo se perfilan hasta ahora las acciones del presidente Gbagbo para que haya comicios libres y justos?

— Pienso que él no celebrará elecciones, porque sabe que hay una comisión electoral realmente competente, habrá observadores externos, el ejército está dividido y no necesariamente lo apoyará en elecciones fraudulentas. La táctica para él será demorar y demorar los comicios.

Creemos que en algún punto la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debería venir, readecuar el proceso y organizar elecciones, como se hizo en Timor Oriental. La ONU y los franceses han estado aquí desde 2003, gastando 500 millones de dólares al año. Si tuvieran un equipo completo durante seis meses para organizar elecciones eso no costaría más de 500 millones de dólares.

Es mejor que, si para marzo está claro que el bando presidencial continúa demorando las cosas como para quedarse en el poder, la ONU imponga un equipo electoral para organizar los comicios. Eso les costará 500 millones de dólares, pero después de eso se pueden ir.

— ¿Cuál es el sentimiento general en relación a la misión de la ONU en Costa de Marfil?

—Estamos desilusionados de que la ONU aboliera el puesto de alto comisionado para las elecciones a pedido de Gbagbo. Algunos de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU bloquearon las sanciones contra alguna gente de Gbagbo que se merece ser sancionada, tanto civiles como militares. Aquí hay desilusión con la ONU.

El periodo de gobierno del presidente Gbagbo terminó constitucionalmente en octubre de 2005. La ONU le dio dos años completos. ¿Por qué debería continuar haciendo eso con nuestro dinero? Aunque Costa de Marfil sea pobre, nuestro dinero también va para el presupuesto de la ONU.

— Algunos sugirieron que el presidente Gbagbo y las Forces Nouvelles, o por lo menos el liderazgo de esas fuerzas rebeldes, lograron alguna clase de acuerdo para compartir el poder y que unieron fuerzas para gobernar al país de un modo más profundo del que se conoce públicamente. ¿Qué piensa sobre esto?

— Las Forces Nouvelles tomaron las armas a causa de asuntos bien conocidos, como las decisiones arbitrarias por parte de los tribunales, violaciones masivas a los derechos humanos, asesinatos. No tenemos ningún elemento que confirme que hay un acuerdo entre ellos. Si hubiera habido un acuerdo, el primer ministro no estaría tan activo en la búsqueda de soluciones (para el proceso de identificación).

— Si la crisis política se soluciona, igual seguirá la crisis económica. ¿Qué piensa que debería hacerse al respecto?

— Pienso que tendremos que tomar medidas muy drásticas, sobre el presupuesto, sobre el manejo del país, conseguir que el sector privado confíe en los tribunales y en el sistema judicial, llevando a los bancos a un punto en el que estén saludables, obtener el apoyo de la comunidad internacional, del FMI, del Banco Mundial, hacer que los marfileños que tienen dinero en el exterior lo traigan de regreso. Es un problema vasto.

— ¿Cuál es su prognosis para el país?

— Sinceramente esperamos tener elecciones para noviembre de 2008, aunque no estamos seguros. Creemos que la ONU debería ponerse seria esta vez, mirar la falta de progreso y enviar un equipo para organizar comicios el año próximo. No creemos que Gbagbo y su grupo organicen elecciones transparentes. De otro modo, este país entrará en una guerra civil, que es algo que queremos evitar por todos los medios.

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