Los desbordes verbales entre el rey Juan Carlos de España y el mandatario venezolano Hugo Chávez muestran mucho más que un desatino diplomático.
Chávez ha reaccionado airado en reclamo de una disculpa a Juan Carlos por su admonitorio "¿Por qué no te callas?" lanzado en medio de la XVII Cumbre Iberoamericana del 10 de este mes en Chile.
El debate por el incidente refleja "el tipo de pluralidad política reinante en España. Los gobiernos españoles, sean de derecha o de centroizquierda, casi no se diferencian de la visión orgánicamente conservadora del rey", dijo a IPS el politólogo cubano Rafael Hernández, director de la revista Temas.
"Todos coinciden, junto a la mayoría de la prensa de ese país, en que Chávez es 'un rústico sin educación' y que el rey es 'un tío estupendo'. A eso no se le llamaría pluralidad en América Latina y el Caribe", sentenció.
"Nadie se imagina a un jefe de Estado europeo dirigiéndose públicamente en esos términos a un par europeo", escribió el lunes en el diario argentino Página 12 el catedrático de la portuguesa Universidad de Coimbra, Boaventura de Sousa Santos.
La frase podría pasar a la historia "como un símbolo cruelmente revelador de las cuentas por saldar entre las potencias ex colonizadoras y sus ex colonias", agregó.
Pero hay cuentas más nuevas. España ejerce en esta región una progresiva conquista desde inicios de los años 90 en la banca, el turismo, el petróleo, los medios de comunicación y las telecomunicaciones, que pesa en las relaciones políticas bilaterales.
Entre 1993 y 2006, las inversiones españolas pasaron de 342 millones de dólares a unos 10.000 millones de dólares anuales en la región. En 1999 alcanzaron un pico de más de 40.000 millones.
No se trata de una estrategia exclusiva con América Latina, sino de una agresiva expansión del capitalismo español a tono con la tendencia globalizadora.
España se ubica hoy entre los cuatros primeros países de origen de inversiones en América Latina, impensable en los años 70, cuando el producto interno bruto por persona español era de 1.178 dólares, frente a 27.903 dólares actuales.
"España es la puerta de entrada de Europa en América Latina. Se escucha la voz de España para la toma de decisiones que tengan que ver con América Latina por parte de la Unión Europea. España ha venido adoptando, con algunas excepciones, una política de defensa de los intereses comerciales de sus empresas en América, que en Colombia son muy fuertes", dijo en mayo a IPS el senador opositor Gustavo Petro, del izquierdista Polo Democrático Alternativo.
Para entonces, el Grupo Prisa (dueño del diario español El País, entre otros medios) poseía ya Caracol Radio, cadena radial originalmente colombiana. Ahora, el Grupo Planeta es dueño de 55 por ciento del diario El Tiempo, el principal de Colombia.
"Eso hace que la voz de España sea la voz de sus empresas" y éstas sugieren "siempre tener buenas relaciones con el gobierno y no meterse en honduras. Y efectivamente, tanto el gobierno de (José María) Aznar (1996-2004), como el de (José Luis Rodríguez) Zapatero, no han tocado el tema de los derechos humanos en Colombia", agregó.
Los "30.000 cadáveres descuartizados en fosas comunes" por milicias paramilitares colombianas "no les parecen nada", acusó.
Hay 150 empresas españolas funcionando en Colombia. Las inversiones de ese país europeo ocupan el tercer lugar después de Estados Unidos y Gran Bretaña.
"Los presidentes de España se han propuesto cuidar sus intereses económicos manteniendo relaciones cordiales con Colombia. Es un objetivo claro relacionado con la economía y la inversión", dijo a IPS Enrique Daza, director del no gubernamental Centro de Estudios del Trabajo y coordinador de la Alianza Social Continental.
"Con Aznar (el gobierno del derechista Álvaro Uribe) se entendía especialmente bien. Pero igual (el socialista) Zapatero no se expresa claramente sobre la problemática en Colombia", agregó Daza.
Entre Argentina y España, las tensiones de los últimos años se debieron casi exclusivamente a los intereses de las inversiones europeas en áreas sensibles, como los servicios públicos privatizados en los años 90.
En Bolivia y en Venezuela, los gobiernos apuntan sus baterías a los presuntos afanes intervencionistas de Aznar, quien apoyó el breve golpe de Estado de abril de 2002 contra Chávez. Como por entonces España ejercía la presidencia de la Unión Europea, la posición del bloque tampoco sale bien librada.
El gobierno de Aznar buscó acercarse a quienes querían desalojar a Chávez, participando así "en la articulación del reconocimiento internacional" de los golpistas, dijo en 2005 el canciller socialista español Miguel Ángel Moratinos ante el Congreso legislativo de su propio país.
El incidente entre Juan Carlos y Chávez surgió cuando Zapatero pedía al venezolano respeto para Aznar, acusado de "fascista".
"En otros países sería impensable ver a un socialista defender a un ex presidente de derecha, pero sucede porque España es un país donde la institucionalidad es fuerte y hay un proyecto económico estable que va más allá del vaivén político", dijo a IPS el politólogo mexicano Lucio Contreras.
De Sousa Santos dice que podría cuestionarse el epíteto de fascista. "Pero, ¿no hay tantas razones para defender las credenciales democráticas de Aznar, como hizo patéticamente Zapatero, como para denunciar el carácter antidemocrático de su injerencia?", se preguntó.
Sea quien sea el que gobierne, no hay fisuras en la defensa del capitalismo español allende los mares.
"En España hay un acuerdo entre derecha, izquierda y centro para ser competitivos y tener empresas fuertes, lo que genera conflictos en los países que invierten, un riesgo implícito a este esquema agresivo", dijo Contreras.
En México, las inversiones españolas se dispararon entre 1994 y 2005 de 174 millones de dólares a 1.103 millones, pasando por un récord de más de 8.000 millones en 2004.
Contreras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que algunos políticos de izquierda muestran una "piel muy fina" frente a España.
"Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros buscan con afán inversiones e intercambio comercial con Irán y China, países con graves acusaciones de violaciones a los derechos humanos y cuestionamientos sobre sus acciones internacionales. ¿Por qué no cuestionan eso?", se preguntó.
Para el estudioso en relaciones internacionales argentino Marcelo Gullo, "la diplomacia española, independientemente del signo político", está orientada a buscar beneficios para sus empresas.
"Desde los años 90 asistimos a un proceso de expoliación de España en la región, fundamentalmente en Argentina", dijo Gullo a IPS y cuestionó que la petrolera Repsol YPF extrajera crudo argentino sin destinar prácticamente nada de sus recursos a explorar nuevas reservas.
En Bolivia, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, dijo que Aznar promovía un complot contra el gobierno boliviano desde la Fundación Análisis y Estudios Sociales, que critica y acusa a las autoridades de ese país y de Venezuela de "izquierdismo populista".
Pero esas denuncias contra Aznar han sido desarticuladas y poco coherentes y podrían entorpecer las relaciones "de alto nivel" con España, dijo a IPS el ex embajador boliviano Armando Loaiza.
Zapatero prometió a Bolivia borrar una deuda bilateral por 120 millones de dólares, lo que dejó implícito el compromiso de La Paz de respetar las millonarias inversiones españolas llegadas desde mediados de los años 90 al calor de las privatizaciones.
Encabeza la lista Repsol YPF, que mantiene la promesa de invertir 1.080 millones de dólares en la explotación de 37 por ciento del gas natural y 39 por ciento del petróleo bolivianos. Empresas españolas operan servicios eléctricos y aeropuertos y hasta fabrican armamento, además de controlar canales de televisión, diarios, negocios editoriales y fondos de pensiones.
Capitales ibéricos tienen fuerte presencia en el tabaco, el turismo y el petróleo de Cuba y están entre los principales socios de esa economía estatizada, detrás de Venezuela y China. El intercambio bilateral sobrepasa los 900 millones de dólares anuales.
Para La Habana, el paso de Aznar, del Partido Popular (PP), a Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) implicó el restablecimiento del diálogo.
Pero Hernández puso en duda "que la distinción entre gobiernos del PSOE y del PP sea que éstos se preocupan por los derechos humanos y la democracia y aquéllos por las empresas españolas".
"La derecha española políticamente más hábil ha sabido siempre lidiar con gobiernos de izquierda en el mundo". El régimen de Francisco Franco (1939-1975), "a pesar de sus diferencias ideológicas abismales, mantuvo excelentes relaciones comerciales con el de Fidel Castro", señaló Hernández.
Por otro lado, "los gobernantes españoles apelan al 'compatriotismo' como un valor supremo. Zapatero ha declarado que no podía admitir que un político extranjero calificara de fascista a un compatriota. ¿Se imaginan que todos los gobiernos del mundo pensaran así de su deber para sus conciudadanos?", ironizó.
* Con aportes de Marcela Valente (Buenos Aires), Patricia Grogg (La Habana), Franz Chávez (La Paz) y Helda Martínez (Bogotá).