TRABAJO-INDIA: Ni magia ni misterio para pescadoras de Kerala

Paul McCartney describió como «mágico» su viaje en 2002 a Kerala, una provincia en la costa sudoeste de India. Pero las pescadoras locales consideran que el turismo en ese lugar pone en riesgo su cultura y forma de vida.

Para los miles de personas que visitan las verdes aldeas de esta provincia, como Thiruvananthapuram, sus paradisíacas playas de aguas calmas, la experiencia no es otra cosa que una "gira mágica y misteriosa".

Esa presencia de extranjeros hizo que un grupo de pescadoras eligiera una peculiar forma de celebrar el Día Mundial del Turismo. Se pusieron mordazas, se colocaron vinchas con leyendas de protesta e hicieron una "sentada" en la puerta de la Secretaría de Turismo provincial.

La marea de visitantes "está desafiando de manera creciente nuestro ambiente, nuestra cultura y nuestros medios de vida", dijo Magline Peter, líder del Frente Costero de Mujeres, organizador de la manifestación.

El Frente actuó en asociación con la Federación Independiente de Pescadores de Kerala, que cuenta con una exitosa historia de activismo sindical desde fines de los años 70. Consideran que la protesta concretada el 27 de septiembre es parte de su campaña para salvar el litoral marítimo.

Entre otras cosas, se oponen a la decisión del gobierno de rever las regulaciones ambientales, una iniciativa que podría permitir que más industrias y centros turísticos se instalen a lo largo de la costa.

Como protesta, los sindicalistas quemaron copias del informe preparado por una comisión encabezada por M. S. Swaminathan, que incluía a científicos considerados como los arquitectos de la "revolución verde" de los años 60, que apuntó a la autosuficiencia en materia alimentaria.

Aunque la comisión de Swaminathan se convirtió en blanco de grupos ambientalistas por su predisposición a contemplar excepciones a las regulaciones, el gobierno siguió adelante y recurrió al Banco Mundial en busca de inversiones.

El premiado documentalista K. P. Sasi realizó una película que muestra cómo los previstos centros turísticos tomarían terrenos costeros de primordial importancia y expondrían a las aldeas a la furia de las olas.

Asimismo, Sasi muestra cómo una cerca de alambre de púas, que se extiende a lo largo de todo un barrio en la playa de Mararikkulam, en el distrito de Alappuzha, bloquea el acceso de los pescadores al mar.

Los sindicalistas afirman que esas intromisiones dañan la pesca tradicional y degradan un ambiente de por sí frágil. "Cuando llevamos a tierra nuestras embarcaciones luego de la pesca necesitamos tener a disposición el lugar más seguro", dijo Andrews Ambroze, un veterano pescador y secretario de la Federación.

"Y tenemos que ver claramente desde la costa qué está pasando en el mar", agregó.

Magline fue más específica acerca de cómo las mujeres utilizan estrechas franjas de arena para secar el pescado, comercializarlo, realizar actividades hogareñas y socializar más allá del marco de las abarrotadas casas y chozas de la playa.

"No hay espacio para hacer viviendas aquí y existen severas regulaciones sobre construcción en la costa", afirmó.

"Además, los centros turísticos nos roban nuestro espacio para secar el pescado, los lugares que usan los hombres para secar las redes, dejar los botes y relajarse. Se entrometen en nuestra privacidad. Y con frecuencia los turistas aparecen en nuestros 'patios traseros', donde las mujeres trabajan, lavan y se bañan", se quejó.

Magline y sus compañeras cuestionan la consigna de la Organización Mundial del Turismo, que forma parte de la Organización de las Naciones Unidas: "El turismo abre puertas para las mujeres". Consideran que es exagerada.

"Las oportunidades son muy limitadas y, sobre todo, en trabajos mal remunerados", aseguró Magline. En la playa Kovalam, cercana a Thiruvananthapuram, "las mujeres empleadas en trabajos eventuales ganan apenas 25 dólares por mes". El salario promedio en la provincia es más del doble de esa suma.

El Frente de mujeres también expresó su preocupación por el aumento de la prostitución en populares zonas turísticas, enmascarada como servicios de masajes terapéuticos.

"Esto atenta contra la cultura de Kerala. No quiero ver a nuestras jóvenes con hombres mayores a cambio de dinero, como lo presencié con lágrimas en los ojos en otros lugares de Asia", dijo Magline.

La Secretaría de Turismo de Kerala todavía debe una respuesta a las preocupaciones de los pescadores, pero al menos en sus declaraciones públicas se comprometió a preservar la cultura local del asalto del turismo comercial.

El ministro de Turismo, Kodiyeri Balakrishnan, dijo que ya es hora de involucrar en la actividad a la comunidad local, para que reciba los beneficios.

"Queremos que las aldeas que rodean los centros turísticos se vuelvan autosuficientes con los ingresos del sector", afirmó.

Las autoridades indican que la industria turística debe utilizar al máximo los recursos locales y que los visitantes deben ser estimulados a gastar más dinero en la comunidad.

El gobierno provincial de Kerala, a cargo del marxista V. S. Achuthanandan, ha estado fomentando el turismo. Pero el uso de topadoras para eliminar construcciones ilegales en la costa le ha creado conflictos incluso con sus socios de coalición.

Para Kerala, uno de los 50 destinos imposibles de perder según la revista National Geographic, el turismo es vital. Los ingresos por este concepto pasaron de 502 millones de dólares en 2000 a 2.300 millones el año pasado. La provincia recibe anualmente por lo menos 500.000 visitantes extranjeros y muchos más de otras partes del país.

Hay proyectos para promover la pesca de aventura y el ecoturismo. Pero los pescadores son escépticos. "Los términos políticamente correctos pueden resultar engañosos. Tenemos que saber primero de qué se trata, tanto en la 'letra chica' como en el terreno", dijo Magline.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe