PERIODISMO-PAKISTÁN: En zona de conflicto

La muerte del camarógrafo Arif Khan en el atentado contra la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, volvió a poner de relieve el extremo riesgo en que trabajan los periodistas en este país.

El recibimiento a a Bhutto culminó con el devastador atentado terrorista que dejó al menos 140 personas muertas y 500 heridas cerca de la medianoche del 18 de este mes. La ex primera ministra resultó ilesa.

Tras ser destituida en dos ocasiones por una serie de acusaciones de corrupción, Bhtto se exilió en 1998 para evitar una condena, y desde entonces dividió su tiempo entre Londres y Dubai, Emiratos Árabes Unidos.

Decidió regresar a Pakistán luego de lograr un acuerdo con el presidente Pervez Musharraf para compartir el poder y anular los cargos en su contra.

Bhutto mencionó a Khan en la conferencia de prensa dada en su residencia al otro día de la tragedia en la que rindió homenaje a los "shuhada" (mártires) y expresó sus condolencias a los familiares.
[related_articles]
"Vi al camarógrafo que perdió la vida. Estaba en la camioneta policial que iba al lado nuestro y pude verlo muy activo", declaró.

El entusiasmo por su trabajo y su afán de ubicarse en el centro de los acontecimientos le costó la vida a Khan, padre de seis hijos, señalaron sus colegas en una reunión realizada en el Club de la Prensa de esta meridional ciudad portuaria pakistaní.

"Arif Khan se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión, por la cual dio la vida", afirmó Javed Chowdhry, secretario general del sindicato de periodistas de Karachi.

Al estar encaramado a la camioneta policial que circulaba al lado del vehículo blindado de la líder del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), la muerte de Khan representa la suerte que corren los periodistas cuando cumplen con su trabajo en un país cada vez más violento.

"Numerosas coberturas conllevan cierto riesgo. Hay gente que trata de arrebatarte la cámara o romperla", afirmó Syed Talat Hussain, director ejecutivo de noticias y actualidad de la cadena de televisión privada Aaj TV.

Hussain experimentó esa violencia en carne propia el 12 de mayo.

Pandillas armadas, que rondaban las calles para evitar que el presidente del tribunal supremo, Iftikhar Chowdhry, suspendido por Musharraf en marzo, regresara a Karachi, atacaron las oficinas de Aaj, que cubría los hechos.

Los televidentes quedaron impactados de que Hussain siguiera transmitiendo mientras él y sus compañeros se escondían detrás de los escritorios para protegerse de la lluvia de balas.

Hubo ataques similares antes, pero esa fue la primera vez que se vieron en vivo.

A principios de este año, la policía irrumpió en las oficinas de Geo TV en Islamabad, al igual que pandillas armadas de diversos orígenes. Las oficinas recibieron numerosos disparos y fueron incendiadas. Por las dudas, una muchedumbre enloquecida destrozó los vidrios de los automóviles de los periodistas que estaban estacionados en la puerta, con total impunidad.

La peligrosidad de Pakistán se multiplicó en los últimos años.

Éste es el país más peligroso, a pesar de la situación de Iraq, según un estudio publicado por la revista estadounidense Newsweek el 20 de este mes.

El artículo detalla los factores que contribuyen a ello, como la inestabilidad política, la existencia de una red de islamistas radicales, los sentimientos de enfado con Occidente y la posesión de armas nucleares.

Los periodistas afrontan los mismos peligros que cualquier otro ciudadano, y a veces más, pues la profesión los coloca en situaciones de alto riesgo.

En ese aspecto, los periodistas están en la misma situación de policías y agentes de seguridad, pero a diferencia de ellos, no tienen armas, ni equipamiento adecuado ni están entrenados para defenderse de la violencia. Eso los hace más vulnerables al estallido de una bomba y pasan a ser víctimas, aunque no fueran el blanco del ataque.

"Van a explotar bombas. Somos profesionales y tenemos que salir a hacer nuestro trabajo", sentenció Munizae Jahangir, periodista de la cadena de televisión india NDTV.

Jahangir trepaba al vehículo blindado de Bhutto cuando explotó la primera bomba. A sabiendas de que vendría un segundo estallido, ella y su camarógrafo huyeron y, pocos segundos después, se produjo la segunda detonación justo donde ellos habían estado parados.

Ilesa, pero temblorosa y salpicada de sangre y restos humanos, Jahangir dijo a IPS: "Conoces los riesgos. Sabes que puedes morir. ¿Pero si en cambio pierdes un miembro o quedas con algún tipo de discapacidad? Eso es lo que nos atormenta".

Además de Arif Khan, el atentado dejó gravemente heridos a dos periodistas de CNBC Pakistán. El camarógrafo Salman Farooq quedó con serias lesiones en la pierna y el reportero Shehzad sigue en estado crítico en un hospital de Karachi.

"Si los estallidos se hubieran producido cuando el vehículo de Benazir pasaba cerca de uno de la prensa, habrían muerto o resultado heridos muchos más", conjeturó Mazhar Abbas, secretario general del Sindicato Federal de Periodistas de Pakistán.

Abbas, además, es uno de los galardonados con el Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2007, entregado por el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York.

El auge de los medios electrónicos en Pakistán pone a camarógrafos y periodistas en una situación de gran vulnerabilidad, sostuvo Abbas, en entrevista telefónica desde Islamabad.

Por un lado, la cantidad de profesionales creció enormemente. Suelen concurrir entre 100 y 150 periodistas a cualquier cobertura. Por otro, la presión por obtener imágenes exclusivas los empujan cada vez más al centro mismo de los acontecimientos, explicó.

La situación de desprotección se hizo totalmente evidente en abril de 2006, cuando una bomba devastó un estrado de madera dispuesto para un encuentro religioso en el parque Nishtar, de Karachi.

Más de 50 personas murieron en esa oportunidad, incluidos la mayoría de los líderes de la organización religiosa Jamaat-e-Ahle Sunnat, que había convocado el encuentro.

Entre los heridos también hubo varios periodistas.

Shoaib Khan, fotógrafo del diario local en urdu, perdió un ojo, quedó medio paralítico y mudo. Su historia pone de relieve la falta de seguro para periodistas que cubren sucesos peligrosos, casi inexistente.

"Su empleador lo abandonó. Ni siquiera le pagó el salario de ese mes", relató Abbas. "Los medicamentos son caros. Incluso la operación de ojo que sigue necesitando se demoró por problemas económicos".

"Tenemos que asumir la realidad de que Pakistán es un lugar peligroso y que esa situación no va a terminar", afirmó Thair Ikram, director de programación de CNBC Paksitán. "Es necesario brindar entrenamiento especializado a nuestros periodistas".

Pakistán no tiene bases para velar por periodistas como Shoaib Khan o sus familias. Algunas organizaciones grandes ofrecen seguro de vida y contra accidentes, pero la mayoría no brinda a sus corresponsales entrenamiento especializado ni equipos de seguridad.

Unos 21 periodistas murieron en Pakistán desde que Musharraf llegó al poder en 1999.

"El aumento de la cantidad de canales de televisión independientes fomentó el pluralismo y la calidad noticiosa", señala Reporteros sin Fronteras (RSF) en su informe anual de este año.

"Pero las fuerzas de seguridad radicalizaron sus métodos de represión. Una veintena de periodistas fueron secuestrados y torturados por el ejército. La peor situación se vive en las áreas tribales", a lo largo de la frontera con Afganistán, añade.

El asesinato del periodista Hayatullah Khan, en junio de 2006, centró la atención internacional en la situación de la prensa pakistaní.

Su muerte, tras un secuestro de seis meses por hombres desconocidos, suscitó manifestaciones de protesta en todo el país y en varias partes del mundo.

"Ese caso muestra la brutalidad de las fuerzas de seguridad hacia los periodistas cuando éstos se acercan demasiado y tocan ciertos intereses en las áreas tribales y en la sudoccidental provincia pakistaní de Balochistán", subraya RSF.

El camarógrafo Munir Sangi murió a causa de los disparos recibidos mientras cubría enfrentamientos tribales en la meridional provincia de Sind, en mayo de 2006.

En julio, dos camarógrafos resultaron gravemente heridos en el primer día del asalto del ejército a la Mezquita Roja de Islamabad para eliminar a los insurgentes atrincherados en ella.

Uno de los profesionales, Javed Khan, fue llevado de apuro al hospital, pero falleció en la sala de operaciones. El otro, Israr Ahmed, sigue en estado crítico con lesiones en la médula espinal.

En este contexto, los periodistas tendrán que modificar sus técnicas de grabación y filmación, dijo a IPS Talat Hussain, de Aaj TV.

"Tendremos que recurrir a teleobjetivos, a micrófonos inalámbricos, y el reportero tendrá que entrar conseguir las citas y salir" enseguida, señaló Hussain.

A medida que se acercan las elecciones de 2008, la situación no hará más que empeorar.

"Habrá estrados, manifestaciones, reuniones y los periodistas tendrán que estar ahí", observó Abbas, que reiteró el reclamo del Sindicato Federal de Periodistas acerca de seguro de vida, equipos de seguridad y entrenamiento especial para zonas de conflicto.

"Con tanto dinero que gastan, las empresas tendrían que invertir un poco más y cubrir también esto", reclamó.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe