PERIODISMO-PAKISTÁN: Dudas ante nueva gestión de Musharraf

Los periodistas de Pakistán están divididos sobre si cesarán o no los ataques contra los medios en el segundo periodo quinquenal del general Pervez Musharraf en la presidencia.

"Esto es apenas el comienzo. Habrá más", alertó Nusrat Javeed, reportero de Islamabad, a propósito del ataque del 29 de septiembre contra periodistas por parte de policías armados con varas.

"Fue mucho peor de lo que mostró la televisión", recordó otra periodista, Clarence Rufin, quien presenció la dispersión de abogados y activistas de la oposición con gases lacrimógenos.

Los manifestantes protestaban contra la nueva postulación presidencial de Musharraf en la oficina de la Comisión Electoral. Los periodistas fueron golpeados y sus equipos destrozados.

"Lo que presenciamos ese día fue una mentalidad de horda a la inversa. La policía actuó como un animal enfurecido y perdió toda perspectiva", sostuvo Ikram Sehgal, analista político y editor de Defence Journal.

Según la Unión Federal de Periodistas de Pakistán, 29 reporteros fueron heridos ese día. Informes señalan que las autoridades intentaron detener la cobertura en vivo de la manifestación forzando a los operadores de cable a sacar del aire a ciertos canales privados.

Musharraf ganó las elecciones presidenciales del 6 de este mes para su segundo periodo en el cargo, pero la proclamación oficial todavía está en suspenso, dependiendo de un fallo de la Suprema Corte sobre si el general era legalmente apto para postularse.

En los comicios, Musharraf obtuvo una mayoría de 671 votos de los 684 legisladores en el parlamento nacional y en las asambleas provinciales.

Musharraf llegó al poder el 12 de octubre de 1999 en un golpe de Estado donde no corrió sangre, condenando al entonces primer ministro Nawaz Sharif a arresto domiciliario antes de enviarlo al exilio.

Musharraf se convirtió en presidente mientras se desempeñaba como jefe del Ejército. A Muhammad Rafiq Tarar, quien ocupaba ese puesto desde 1998, se le permitió quedarse hasta junio de 2001, tras lo cual Musharraf lo reemplazó como jefe de gobierno. Su presidencia fue legitimada por elecciones generales realizadas en octubre de 2002.

El ataque de septiembre contra los medios no fue el primero de su clase. En marzo de este año, la policía realizó una redada en las oficinas de Geo Television, destruyendo artefactos y golpeando al personal. Musharraf se disculpó más tarde y ordenó la suspensión de 14 policías.

En la misma época, Hameed Haroon, editor del periódico Dawn, con sede en la meridional ciudad de Karachi, distribuyó una carta acusando a Musharraf de ser "cada vez más intolerante" ante cualquier crítica aparecida en la prensa. Agregó que las autoridades retiraron sus avisos en un intento por "domar" al diario y desalentar la cobertura negativa sobre el gobierno.

La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán calificó a este "consistente silenciamiento de los medios" como evidencia de la "campaña sistemática del gobierno" contra la libertad de prensa.

También criticó la decisión de la Autoridad Regulatoria de Medios Electrónicos de Pakistán (Pemra, por sus siglas en inglés) de prohibir que los canales independientes comenten asuntos pendientes de resolución judicial.

Creada en 2002, la Pemra se dedica a facilitar y regular todos los medios electrónicos y los servicios de distribución en Pakistán. Entre sus poderes está la capacidad de clausurar estaciones de televisión.

Pero pese a incidentes como el ataque de fines de septiembre, no todos los periodistas consideran que el gobierno de Musharraf haya sido tan malo.

Por ejemplo, Ayaz Amir, columnista de Dawn, no cree que esté por producirse una campaña contra los medios.

"El espacio para la prensa creció más, no se constriñó", dijo Amir, agregando que los intentos por amordazar a los medios en el pasado los fortalecieron, poniendo nervioso al gobierno y a la defensiva.

Ahora Musharraf está en el "ocaso de su régimen" y, por lo tanto, es un general muy debilitado que "siempre mirará por sobre su hombro", aunque sea electo para otro periodo de gobierno, pronosticó Amir.

"El Estado intentará amordazar a los medios, directa e indirectamente, pero no lo logrará", reconoció Azhar Abbas, director de noticias en el canal de televisión Dawn News.

Abbas siente que los medios están muy adelante en esta carrera como para ser intimidados con un fin de sumisión.

Sin embargo, consideró mérito de Musharraf que "los medios, especialmente los electrónicos, todavía gocen de tanta libertad".

Fue durante el mandato de Musharraf que se liberalizaron las políticas de transmisión. En Pakistán hay 47 canales privados de televisión, y otros 22 en proyecto. También hay 93 estaciones radiales privadas que compiten con 28 estatales.

Javeed sostuvo que el país podría presenciar una "unidad sin precedentes entre la fraternidad periodística".

"La unidad es ayudada por el hecho de que los ataques contra periodistas fueron más bien indiscriminados y, uno a uno, casi todos los canales tienen una razón para proyectarse como víctimas", comentó el jefe de la oficina de Lahore del periódico Dawn, Ashaar Rehman.

Los periodistas también se sienten cada vez más vulnerables en un clima donde los dueños de los medios no siempre proporcionan el escudo protector que se espera de ellos.

"Los dueños muestran intereses creados y normalmente son persuadidos", citó Ayesha Siddiqa Agha, analista de asuntos de defensa y autora de "Military Incorporation" ("Incorporación militar").

Hamid Mir, de Geo TV, sostuvo que la lucha está lejos de terminar. "Mis manos y ropas todavía están manchadas con la sangre de mis colegas. Esta sangre no será derramada en vano. Estamos preparados para una resistencia prolongada", afirmó.

Algunos creen que los medios no siempre cumplieron con su parte del trato.

"A menudo fueron perjudicados, incluso actúan como juez y jurado", dijo Sehgal, quien piensa que "los medios sobrepasaron su libertad y se permitieron participar en política", en vez de ser "analistas imparciales y neutrales".

Es precisamente por esto que los medios de Pakistán necesitan tener un código de ética, admitió Abbas. "Sin embargo, no es la Pemra ni ningún organismo de gobierno el que tienen que dictar cómo debería ser. Tenemos que generarlo nosotros mismos", opinó..

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