El Consejo de Europa fue la fórmula encontrada para sortear el veto de Polonia y declarar el 10 de octubre Día Europeo contra la Pena de Muerte.
La iniciativa de la presidencia de la Unión Europea (UE), ejercida este semestre por Portugal, fue impedida por la negativa de Varsovia, puesto que el bloque sólo puede tomar estas decisiones por la unanimidad de sus 27 Estados miembros.
Pero el Consejo de Europa —fundado en 1949 para promover la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley en el continente— no necesita unanimidad para tomar una decisión que compromete a sus 47 países miembros que comprenden a 800 millones de habitantes.
El gobierno conservador y católico de Polonia explicó en varias ocasiones que se oponía a la iniciativa porque consideraba más importante que la UE abriera antes un debate amplio sobre el derecho a la vida, con especial énfasis en el aborto y la eutanasia.
En la conferencia internacional "Europa contra la pena de muerte", celebrada este martes en Lisboa, el continente confirmó ser "zona libre de pena de muerte", dijo el canciller de Serbia, Vuk Jeremić, presidente de turno del comité de Ministros del Consejo de Europa.
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La pena de muerte "no es disuasiva, sino que sólo perpetúa el ciclo de la violencia", apuntó el serbio.
Como presidente en ejercicio de la UE, el primer ministro socialista portugués José Sócrates afirmó que el bloque "aspira a ser más que un espacio de prosperidad económica", por lo que poner fin a la pena capital "es una conquista de la civilización", iniciada por Portugal, "el primer país del mundo que abolió la pena de muerte", en 1867, según dijo.
Sin embargo, Venezuela abolió la pena capital un poco antes: en 1863, constitucionalmente y para todos los delitos.
Sócrates enfatizó que para concretar la abolición mundial será necesaria "una voluntad política" y una "respuesta multilateral" diplomática para convencer a los defensores del patíbulo que ese castigo no entraña más eficacia en el combate al crimen ni más seguridad en las sociedades donde es administrado.
"Las estadísticas demuestran precisamente lo contrario", dijo y recordó que la aplicación de la pena capital "cuenta por detrás una historia dramática de inocentes: la pena de muerte es una justicia insoportable, porque convierte cualquier error en definitivo".
"Cuando se concrete la abolición, será la humanidad la que progrese en sus principios y en sus valores, liberándose del espíritu de venganza", concluyó.
El presidente de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, José Manuel Durão Barroso, dijo esperar que en breve todos los países miembros del bloque suscriban el protocolo que consagra la abolición del castigo máximo en tiempos de guerra, aún no firmado por Italia, Letonia, Polonia y España.
Durão Barroso, que encabezó el gobierno conservador portugués entre 2002 y 2004, alabó "la ratificación, hoy mismo, de Francia, del protocolo número 13 de la Convención Europea de los Derechos Humanos, que consagra la abolición de la pena de muerte en tiempo de guerra".
El ministro portugués de Justicia, Alberto Costa, anfitrión de la conferencia, subrayó que "este amplio consenso sobre la condena a la pena de muerte" consolida "una Europa que actúa en nombre de sus valores, de su historia y de sus combates".
El mensaje es simple: "la pena de muerte debe ser retirada de los ordenamientos jurídicos de los países que todavía la prevén, y su aplicación debe ser suspendida inmediatamente", afirmó Costa.
Los europeos "no aceptan que la pena de muerte pueda ser decretada por el Estado como modo de expiación de culpa y de venganza pública", agregó.
El británico Terry Davis, secretario general del Consejo de Europa, afirmó que 2007 "marca una década sin pena de muerte en los países miembros" de esa institución, subrayando que sólo Rusia la abolió en la práctica, pero no en la ley, y augurando que Moscú en breve cumpla "la promesa que hizo al adherirse".
Sería irresponsable ignorar que "muchos en Europa aún defienden" la pena capital, por lo que "tenemos que continuar explicando a la gente por qué es importante mantener la abolición y que no hay contradicción entre la lucha contra el crimen, incluido el terrorismo, y la defensa de los derechos humanos", sostuvo Davis.
El funcionario deploró que "muchos amigos del Consejo de Europa mantengan la pena de muerte", como Estados Unidos y Japón.
Si bien la UE se vio impedida de tomar una postura única por el bloqueo polaco, el italiano Franco Frattini, vicepresidente de la Comisión Europea, exhortó "al optimismo y al realismo".
El optimismo se debe a que 130 países ya abolieron la pena de muerte, pero también realismo porque la abolición mundial "no debe considerarse garantizada", puesto que una propuesta de resolución de la Organización de las Naciones Unidas sobre una moratoria universal "aún no consiguió la mayoría necesaria".
La Comisión "continuará apoyando a la sociedad civil, a las organizaciones no gubernamentales y al Consejo de Europa para divulgar el mensaje: matar seres humanos nunca puede ser un acto de justicia", insistió Frattini.
El plan inicial de la conferencia contemplaba la firma de una declaración conjunta instituyendo el 10 de octubre como Día Europeo contra la Pena de Muerte, pero éste acabó siendo declarado sólo por el Consejo de Europa.
Pese a la indignación de los otros 26 miembros de la UE por la postura polaca, confesada a IPS por varios delegados a la conferencia, Varsovia se mantuvo inflexible.
Pero Frattini estimó un error "aislar y criticar" a Polonia, "que en realidad está contra la pena de muerte".
En la tribuna de oradores nadie mencionó a ese país de Europa central, pero la referencia resultó evidente cuando la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Hélène Flautre, lamentó que "populismos internos" hayan impedido que la UE instituyese la fecha.
"Este episodio" muestra lo importante que es mantener "la vigilancia y la determinación" en lo que a la pena capital respecta, concluyó.
Menos diplomática, la diputada del grupo socialista del Parlamento Europeo, Ana Gomes, dijo a IPS que es "absolutamente chocante que el gobierno polaco haya intentado obstruir esta iniciativa de la presidencia portuguesa".
La eurodiputada —que hace parte de la llamada ala izquierda del Partido Socialista luso, opuesta al ala "socio-liberal" mayoritaria y representada por Sócrates—, criticó sin tapujos a Varsovia por "el tipo de argumentación contradictoria, oportunista y sin principios que invocó".
El primer ministro polaco Jaroslaw Kaczyński "no sólo está prestando un mal servicio a la UE y a sus valores fundamentales, sino que está ofreciendo una pésima imagen para el buen nombre y el prestigio de Polonia", añadió.
Gomes estimó que, al aislarse, "el gobierno Kaczyński pone en causa los valores más esenciales de Europa, que son el respeto por los derechos humanos y, en especial, la condena a la pena de muerte, que es lo que distingue la civilización de la barbarie".