La negativa de las autoridades mexicanas a descartar la construcción de la hidroeléctrica La Parota, en el sureño estado de Guerrero, suspendida por resolución judicial, representa un burdo engaño, según campesinos. «Que el gobierno no mienta: el proyecto está muerto», declaró a Tierramérica José Hernández, dirigente de la zona agraria donde el gobierno intenta construir la represa desde 2003.
La Parota generaría 900 megavatios y afectaría a 30 mil campesinos, demandando seis años de trabajo y mil millones de dólares.
Una jueza de Guerrero resolvió en septiembre suspender el proyecto por considerar que tiene irregularidades. Pero el gobierno apeló la resolución y acusó a los campesinos de dejarse manipular por organizaciones no gubernamentales.
«No somos manipulados, tenemos evidencias de que La Parota sería una desgracia para todos», dijo Hernández.