El precio internacional de la soya cayó 67 por ciento desde que la corporación biotecnológica Monsanto introdujo la producción comercial de semillas genéticamente modificadas hace siete años, sostuvo Peter Rosset, codirector del estadounidense Food First (Alimentación Primero), quien participó en el Foro Social Mundial a fines de enero en esta ciudad. Argentina, principal productor sudamericano de soya transgénica, es el gran ejemplo de ese “desastre ecológico y económico”, dijo Rosset a Tierramérica.
La soya transgénica abolió el mecanismo de autorregulación del mercado. Los productores, que antes reducían la siembra para recuperar precios, ahora reaccionan aumentando su producción, por las facilidades del uso de la variedad que contiene una toxina herbicida.
Buscan compensar los bajos precios con mayor volumen de ventas y los precios caen siempre más, dijo.
