DERECHOS HUMANOS: Poesía por libertad y justicia

La presentación en España de un libro que recoge escritos de un centenar de ex presas políticas de Argentina se convirtió en un símbolo de lo que significa luchar por la libertad y la justicia en las prisiones.

Marcos Ana, célebre escritor y ex preso político español, dijo a IPS que pensar y escribir en las cárceles "contribuye enormemente a que uno se pueda mantener en pie y luchar por su libertad y por la de las demás víctimas de las dictaduras".

"Nosotras, presas políticas", el libro presentado estos días en Barcelona y Madrid, surgió en 1999 cuando la posteriormente fallecida Mariana Crespo lo planteó y logró reunir a un centenar de ex detenidas durante la dictadura argentina (1976-1983), quienes decidieron testimoniar sobre su experiencia basándose en las cartas que habían enviado desde la cárcel a sus familias.

Así lo relató a IPS Silvia Echart, conocida entre sus compañeras como "Katy", una de las seis coautoras de la obra presentada con el apoyo de la embajada de Argentina en España y del no gubernamental Observatorio Hispano Argentino.

"En pocos meses reunimos unas 2.000 cartas, de las cuales 500 están recogidas en el CD que acompaña al libro. Pero también comprobamos que las cartas, que eran censuradas por los guardiacárceles, no reflejaban todo lo que ocurría dentro de las prisiones y por eso resolvimos acompañarlas con un relato cronológico, por lo cual el libro tiene un capítulo por año", explicó.

En el prólogo escrito por la socióloga Inés Izaguirre ésta se pregunta: "¿Cómo llamaremos, después de la lectura del libro, al capellán penitenciario Bellavigna que se define ‘primero penitenciario antes que sacerdote’? ¿Cómo llamaremos al médico, a los médicos carcelarios, que frente a una pulmonía y una bronquitis intentan diagnosticar mediante un tacto vaginal?"

"¿Y a la odontóloga que fuma y toma mate mientras arranca dientes en lugar de curarlos? ¿Cómo llamaremos a la guardiana que en el primer día de visita de dos mellicitos a su mamá les impide verla porque lloran, asustados"?, añadió.

"Crueles criminales", responde sintéticamente Katy. Y destaca que el sacerdote Hugo Mario Bellavigna integró (de 1978 a 1982) la llamada "Junta interdisciplinaria" de la cárcel de Villa Devoto, ubicada en Buenos Aires, un cuerpo integrado también por militares, policías "y hasta un psicólogo". Adiciona que "eso fue un detalle de una política de aniquilamiento que llevaban a rajatabla".

Con su libro, subraya la ex presa, "queremos aportar a procesos democráticos en marcha y a reconstruir la memoria en Argentina y el resto de América Latina, a fondo y con humildad, testimoniar lo que hemos vivido para que no se repita y podamos construir una sociedad mejor, más justa y en la que se respeten de verdad los derechos humanos." Deben continuar luchando porque, agrega, "hoy todavía debemos seguir conviviendo en la calle con personas que cometieron delitos de lesa humanidad y están libres. Somos solidarias con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que tanto han hecho y siguen haciendo para que se haga justicia".

Enrique Borcel, presidente del Observatorio Argentino, destacó la importancia que tiene que 112 mujeres que estuvieron detenidas por la dictadura "tengan el valor de testimoniar su tortura, su sufrimiento, para que las nuevas generaciones y las futuras tengan conocimiento de lo que pasó".

Señala que ya pasaron tres décadas desde que Argentina sufrió su última dictadura y que "hay que tener valor para hacer esto (el libro) después de lo que pasaron".

"Son ex presas de diversas tendencias e ideas políticas y sociales, pero, sin embargo, se unieron firmemente, conviviendo, sobreviviendo y dando testimonios de gran valor para que impere la justicia, la verdad y se abran bien las puertas hacia el futuro", apuntó.

Marcos Ana, cuyo verdadero nombre es Fernando Macarro Castillo, nació en 1921 y combatió en la Guerra Civil Española (1936-1939) en el bando republicano. En 1939 fue apresado y condenado a muerte. La condena no se ejecutó y quedó en prisión, hasta que en 1961 una fuerte campaña internacional logró su libertad, se exilió y sólo en 1976 pudo volver a España tras la muerte en 1975 del dictador Francisco Franco.

El lunes también presentó un libro de memoria histórica y reivindicación de la libertad, titulado "Decidme cómo es un árbol".

En diálogo con IPS recuerda que comenzó a escribir poemas "para mantenerme en pie y continuar la lucha por la libertad y la justicia social, apoyado por los Comités de Solidaridad que constituimos en las cárceles".

Allí, en la prisión, fue responsable de los pasquines ilegales, que circulaban de mano en mano eludiendo a los guardias, entre ellos el periódico Juventud. "Todos ellos hechos a mano".

En la cárcel comenzó a escribir poemas e inventó su pseudónimo con el que fueron conocidos en el exterior, hacia donde salieron escondidos.

Eran poemas en los que animaba a luchar contra la dictadura franquista (1939-1975). Al ser liberado en 1961 se trasladó a Francia y allí integró un centro de solidaridad presidido por Pablo Picasso y desde allí recorrió otros países, de Europa y de América del Sur, en especial estuvo en Argentina y Chile.

Recuerda que en enero de 1962 recibió una carta de Pablo Neruda en la que le dijo "quiero enviarte, Marcos Ana, algunas palabras, y qué poca cosa son, qué débiles las siento cuando se enfrentan a tu largo cautiverio, que poca y pequeña luz para la sombra de España…".

Pero en el libro de las ex presas no todo es sufrimiento y tragedia. Así cuentan en él que un día, en el penal de Villa Devoto, decidieron representar una obra de teatro, escondidas para que no las vieran los guardianes. Y una de ellas recuerda que "actuó" con un vestido hecho con una sábana y una frazada "y me hice pis de tanto reírme".

Ello muestra que "hicimos todo lo posible para resistir al aniquilamiento, a la destrucción. Nunca faltó la risa, la alegría, la joda (diversión)", dicen las ex presas.

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