La esperada reunión de paz entre representantes del gobierno de Sudán y los rebeldes de la noroccidental región de Darfur, que se celebrará este sábado en el puerto libio de Sirte, peligran por los últimos combates y acontecimientos políticos.
El recrudecimiento del conflicto armado, las señales de distanciamiento entre los bandos en pugna y el boicot de algunos de los insurgentes, asestó un duro golpe a las posibilidades de éxito.
Al embarcarse hacia Libia el jueves, diplomáticos y negociadores internacionales se preguntaban cuánto durarían a durar los combates y qué protagonistas del conflicto los aguardarían a su llegada al lugar de la reunión.
Las negociaciones, impulsadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Africana (UA), tratarán de poner fin a los combates, saqueos y violaciones que llevan más de cuatro años en esa región sudanesa, que acabaron al menos con 200.000 vidas y expulsaron de sus viviendas a 2,5 millones de personas.
Los problemas en Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, se remontan a los años 70, con disputas por las tierras de pastoreo entre nómades árabes y agricultores indígenas negros.
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La crisis derivó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias árabes Janjaweed ("hombres a caballo"), supuestamente apoyadas por Jartum.
Los Janjaweed y el régimen sudanés son acusados de cometer una limpieza étnica contra tres tribus negras que respaldan a los grupos guerrilleros.
Estados Unidos acusó al gobierno sudanés de perpetrar un genocidio, en tanto Jartum alega que la prensa internacional exagera la dimensión de los problemas en Darfur.
En las últimas semanas aumentaron los enfrentamientos entre efectivos del gobierno y sus milicias aliadas y las facciones rebeldes en esa región, con una superficie equivalente a la de Francia.
Bandas de rebeldes armados son acusadas de la muerte de 10 soldados de la misión de paz de la UA tras un ataque perpetrado contra su base, en tanto se culpa a las milicias progubernamentales de atacar dos campamentos de refugiados.
En los últimos días, la mayor organización insurgente, el Movimiento por Equidad y Justicia, se adjudicó un ataque contra un campo petrolífero en la vecina región de Kordofan, se vanaglorió de haber matado a 20 soldados del ejército y tomado de rehén a al menos dos trabajadores extranjeros del complejo.
Los optimistas consideran que los ataques son inevitables y constituyen un intento de último momento de las partes en pugna para tratar de asegurar sus posiciones antes del inicio de las negociaciones.
Los pesimistas, en cambio, creen que "cualesquiera fueran las condiciones propicias existentes, ahora se desvanecen", señaló Alex de Waal, del independiente Consejo de Investigación en Ciencias Sociales, con sede en Nueva York.
"Muchos de los dirigentes rebeldes reclaman más tiempo para trabajar una posición común y otros arguyen que no tiene mucho sentido hablar con un gobierno en crisis sin el SPLM (Movimiento de Liberación Popular de Sudán)", explicó.
"No es un buen momento para negociar, pero la UA y la ONU presionan para que comience" el proceso, apuntó.
La mención al SPLM tiene que ver con una crisis que causa confusión en filas gubernamentales.
Las autoridades sudanesas firmaron un acuerdo histórico con esa organización en 2005, que puso fin a la guerra civil más prolongada de África. El pacto permitió que miembros del SPLM se integraran a la coalición de gobierno y su líder se convirtió en el primer vicepresidente de Sudán.
Pero a principios de este mes, el SPLM retiró a sus ministros del gabinete y alegó que antiguos enemigos demoraban una serie de protocolos clave del acuerdo de paz, en especial los vinculados al retiro del ejército y la gestión de algunos campos petrolíferos importantes.
Con el retiro del SPLM, muchos rebeldes se preguntan si la composición del gobierno es adecuada para las negociaciones.
"A los efectos prácticos, ese gobierno ya no existe", señaló una declaración del ala Unidad del Ejército para la Liberación de Sudán emitida la semana pasada.
Al menos siete organizaciones insurgentes anunciaron que no viajarán a Libia porque no están preparadas y necesitan al menos un mes más para terminar de ajustar su propuesta.
El líder del Ejército para la Liberación de Sudán, Abdel Wahed Mohamed Ahmed al-Nur, dio una serie de condiciones para participar en las negociaciones, entre ellas el cese de los combates.
Al momento de escribirse este artículo, ni el Movimiento por Equidad y Justicia ni la Unidad del Ejército para la Liberación de Sudán habían confirmado su viaje Sirte.
La ausencia de los grupos insurgentes beneficiará a Jartum, que podrá decir que hizo todo lo posible por resolver el conflicto, según observadores.
Hace sólo un par de semanas, la reunión de Libia había sido calificada de "momento de la verdad" por sus impulsores, el enviado especial de la ONU a Darfur, Jan Eliasson, y su contraparte de la UA, Salim Ahmed Salim.
Muchos observadores internacionales se preguntan qué sucederá si fracasan las negociaciones.
"La situación no podría ponerse peor", subrayó un diplomático que pidió reserva de su identidad.