El periodismo debe procurar la multiplicación de lectores «que no lean para pasar la vista por signos a fin de cuentas indescifrables», sino para levantar la indignación contra las múltiples injusticias, «sin la cual la vida cotidiana se convierte en zona de aislamiento y docilidad», dijo el escritor mexicano Carlos Monsiváis.
El compromiso con los lectores críticos, un "prerrequisito de la ciudadanía plena" y con la urgencia de "hacer del periodismo uno de los instrumentos de resistencia cultural" es lo que encontró Monsiváis en los trabajos ganadores del Primer Concurso Periodístico América Latina y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, organizado por la agencia internacional de noticias IPS y el PNUD.
El escritor, que formó parte del jurado del certamen en el que se presentaron 466 trabajos escritos de 19 países de América Latina, fue el orador central de una concurrida ceremonia celebrada en la capital mexicana la noche de este jueves para entregar los galardones a los tres primeros lugares.
"Estos periodistas cumplen con su deber de modo creativo al acercarnos a temas tan soslayados como el trabajo infantil, los ecocidios (sic), las complicidades de los gobiernos y un empresariado voraz, la situación de las mujeres, el paroxismo de la violencia, la proximidad de la hambruna y las realidades del neoliberalismo", señaló.
La serie "Niños Jornaleros", publicada en el diario mexicano Excélsior entre el 27 y el 29 de junio por un equipo liderado por la periodista Marcela Turati, obtuvo el primer lugar en el concurso organizado por IPS (Inter Press Service) y el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
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Turati dedicó su premio, dotado de 5.000 dólares, "a los periodistas que nos sentimos fuera de lugar y que nos la pasamos añorando espacios en los medios para insistir en que la pobreza existe y que no es una anomalía, a los periodistas que nos sentimos primero ciudadanos antes que periodistas y que vivimos indignados y a la vez esperanzados".
"Amamos nuestra profesión y sabemos que es la herramienta que tenemos para que este mundo sea menos feo, menos inhumano y menos injusto", apuntó Turati.
El uruguayo Joaquín Costanzo, director de IPS para América Latina, consideró que los trabajos presentados en el concurso entre el 1 de octubre de 2006 y el 30 de junio de este año demostraron "que hay una reserva enorme de sensibilidad, de compromiso, de valor y de seriedad profesional en periodistas de la región".
La cantidad y calidad de los trabajos que concursaron son "una respuesta a quienes pretenden periodistas asépticos, que frente a todos los problemas se colocan con indiferencia y miran como si fueran ejercicios técnicos los problemas que pasan en sus países".
Ha quedado demostrado que "se puede ser sensible y profesional al mismo tiempo", dijo.
El concurso fue convocado para premiar trabajos publicados de la prensa escrita latinoamericana sobre temas sociales vinculados a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un conjunto de metas en materia de salud, educación, género, ambiente y lucha contra el hambre y la pobreza adoptadas en 2000 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El jurado estuvo integrado por Monsiváis, el escrito cubano Leonardo Padura, la presidenta de la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia, María Teresa Ronderos, el director general de IPS, Mario Lubetkin, y la directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Rebeca Grynspan.
Thierry Lemaresquier, representante residente del PNUD en México, señaló que el concurso permitió confirmar que en América Latina hay un robusto periodismo que se "apega a los principios del desarrollo y responsabilidad y que es una voz esencial para que la realidad de los países en desarrollo se conozca".
Según el funcionario, "sin la voz de los medios (las agencias de la ONU) no podríamos trabajar".
Monsiváis, a quien algunos intelectuales mexicanos llaman el "instigador democrático", agradeció la oportunidad de participar como jurado y así constatar "la vastedad de los problemas y la imposibilidad de resolverlos" en América Latina.
"Esto puede resultar muy deprimente, y lo es. Pero da gusto ver un periodismo que no se concentra en lo que sucede y no se detiene en el escándalo", señaló.
"Al leer estos textos me convencí, una vez más y con mayor énfasis, que el periodismo es el resultado de la alianza entre hacedores y lectores, y que en mucha mayor medida de lo que se ha visto, los lectores son también responsables de los climas de complacencia, oportunismo y adulación que han marcado etapas muy desdichadas de la prensa latinoamericana", sostuvo.
"A los lectores les toca convertir en clima social la denuncia, es cosa de ellos remontar el escándalo, que como tal es siempre un desahogo, y llevarlo a la rectificación. A esto convocan los reportajes y las crónicas premiadas en esta ocasión, a la certeza de la radicalidad del encuentro en la página de la voluntad informativa y la voluntad social", dijo.
El segundo premio fue para "Faces da maternidade" de Bruna Cabral de Vasconcelos y Mona Lisa Dourado, publicado en el Jornal do Commercio de la ciudad brasileña de Recife. Se trata de un relato de las experiencias de muchas madres que "pinta un rico y crudo panorama de la maternidad en Brasil", dijo el jurado.
El tercer lugar lo compartieron el extenso trabajo "Morir en la pobreza", publicado en la revista mexicana Contralínea por Zósimo Camacho y su equipo, y "Mata Atlántica, a floresta esquecida", de Paulo Aurélio Martinelli y Raquel Lima para el periódico brasileño Correio Popular.
El cuarto sitial fue para César Bianchi, autor de "El pequeño Comcar", publicado en el diario uruguayo El País, sobre una escuela para niños con "tan mala conducta que no pueden estar en escuelas normales".
El quinto lugar lo compartieron "Tolupanes, paraíso de los abandonados", de César Antonio Rivera Irías y publicado en el diario hondureño El Heraldo, y "Violencia extrema en las escuelas", de Humberto Padggett León, de la revista Emeequis, de México.