AMBIENTE-AMÉRICA LATINA: El desarrollo insustentable

América Latina concentra la mayor biodiversidad del mundo, pero el modelo de desarrollo económico en vigor, basado en la explotación intensiva de los recursos naturales para la exportación, arrasa con ecosistemas y hasta áreas protegidas, sin que los gobiernos le pongan freno.

Así lo advirtieron ambientalistas y académicos en el "II Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales y Otras Áreas Protegidas" que se realiza en San Carlos de Bariloche, la ciudad turística ubicada 1.600 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires, en el corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi, en la provincia de Río Negro.

"América Latina está creciendo a un ritmo de cinco a seis por ciento anual mediante un modelo de desarrollo que no responde a las necesidades locales sino a la demanda global, y que impacta fuertemente en la geografía de la región", declaró a IPS Robert Hofstede, director de la ofician regional sudamericana de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).

"Los gobiernos tienen diferentes colores políticos, pero hay algo que caracteriza prácticamente a todos ellos: Ninguno tiene conciencia de que tienen que basar el desarrollo en el manejo sustentable de los recursos naturales", remarcó Hofstede, y pidió que la conservación de las áreas protegidas sea "una política de Estado".

Con el desarrollo sustentable "venimos trabajando desde hace 30 años, pero este debate no fue aprovechado por los gobiernos. Nos quedamos predicando en nuestras parroquias, tratando de convencer a los convencidos", cuestionó.

El encuentro, iniciado el domingo y que sesionará hasta el próximo sábado con más de 2.000 inscriptos, fue organizado por la UICN, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Administración de Parques Nacionales de Argentina.

El objetivo de la cita es analizar el estado de las áreas protegidas en esta región, que alberga más de 40 por ciento de las especies de flora y fauna del planeta.

En diversas intervenciones, los conferencistas advirtieron sobre las amenazas principales que penden sobre los ecosistemas. La expansión del monocultivo, de la producción para biocombustibles, la explotación minera y de hidrocarburos y el desarrollo de infraestructura a gran escala fueron los más mencionados.

"Ya hemos cruzado el umbral" del deterioro ambiental, advirtió el uruguayo Eduardo Gudynas, del Centro Latinoamericano de Ecología Social. Como ejemplo de ello señaló la deforestación en la Amazonia para facilitar la expansión de la ganadería destinada a la exportación de carnes y productos lácteos.

Gudynas recordó que en la región hubo un recambio político, que dio paso en varios países a una dirigencia crítica de las reformas de mercado de los años 90, pero tal modificación no parece haber incidido en la agenda de ambiente. "¿Por qué los gobiernos progresistas no lo son también en materia ambiental?", se preguntó.

La excepción que iría contra esa tendencia se dio en los últimos meses en Ecuador, como lo demuestra la decisión del gobierno de Rafael Correa de negarse a avalar la extracción de petróleo en el Parque Nacional de Yasumi, por considerar que los eventuales beneficios económicos no compensarían el costo del daño ambiental.

Frente a este escenario, donde la preservación es la excepción, el director de Estrategias Globales de UICN, Gabriel López, consideró necesario pensar en un nuevo modelo de desarrollo sustentable, en el que el ambiente no sea un pilar más junto al económico y social, sino la base del nuevo esquema.

"En América Latina hay avances, pero al mismo tiempo vamos perdiendo terreno. Nos urge un cambio fundamental, un nuevo modelo de desarrollo con mayor equidad y un nuevo respeto por los ecosistemas. Sin estos cambios, las áreas protegidas serán islas inviables en apenas unos años", alertó.

Las áreas cumplen una función primordial, como proveedoras de servicios ambientales. La purificación del aire y el agua, la captura de carbono para mitigar el cambio climático, el mantenimiento de suelos fértiles o la extracción de medicinas, fibras y maderas son solo algunos de ellos.

"Con el modelo actual no vamos a ningún lado", dijo a IPS Carlos Castaño Uribe, asesor de la FAO y compilador del Diagnóstico y situación actual de las Áreas Protegidas en América Latina y el Caribe que se presentó en el congreso.

"Es el momento de actuar, no de seguir conceptualizando", desafió. Para este experto, que presidió el primer congreso latinoamericano, realizado en 1997 en Santa Marta, Colombia, hace falta "una gestión armónica en el territorio, que ponga reglas de juego claras sobre el uso del suelo".

"El movimiento ambientalista viene haciendo un gran esfuerzo desde hace 30 años", destacó. "Ha ganado un enorme espacio y ha logrado involucrar a muchos actores, pero aún así es insuficiente para atender este reto de una economía de mercado globalizada, que homogeneiza incluso la manera de pensar", remarcó.

Según Castaño, la clave para un nuevo modelo de desarrollo empieza en las comunidades locales, y allí hay serios problemas, advirtió. "Las políticas públicas de gobiernos nacionales, provinciales y locales, desde sus diferentes áreas, ofrecen incentivos distintos y hasta contradictorios a un mismo actor local", aseguró.

"Desde la agricultura o la ganadería se incentiva que se seque el humedal y se otorgan préstamos para ello, mientras que las áreas de parques nacionales o medio ambiente incentivan la conservación", ejemplificó. "Para el actor local, sólo se trata de tomar la mejor oferta, la que le de más rédito", criticó.

Según el informe realizado por Castaño, la superficie de las áreas protegidas en América latina y el Caribe se duplicó en la última década y hay muchos más sectores sociales involucrados en su preservación. Pero Hofstede dijo que lo que hace falta es involucrar a sectores de la industria, del comercio internacional, y a los gobiernos.

El presidente de la Administración de Parques Nacionales de Argentina, Héctor Espina, admitió que es necesario desarrollar estrategias para priorizar las áreas protegidas en las políticas públicas. Destacó que los parques nacionales de este país reciben tres millones de visitantes al año, que dejan unos 600 millones de dólares.

Julia Carabias, bióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México y ex secretaria de Ambiente en ese país, lamentó que en muchas naciones haya quienes militan contra las áreas protegidas por considerarlas "un lujo" de estados pobres. Las áreas protegidas "no son un freno al desarrollo, sino una alternativa", afirmó.

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