Con el ex presidente de Perú, Alberto Fujimori, y quien fue su jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos, ahora en prisión, esa nación latinoamericana inicia una nueva era.
"Tenemos que asegurarnos de que nuestra democracia sea inexpugnable para los Montesinos y Fujimoris. Hay que tomar medidas drásticas", considera el periodista de investigación Gustavo Gorriti, presidente del no gubernamental Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).
La extradición de Fujimori, presidente de Perú desde 1990 hasta 2000, resuelta el viernes 21 por la Corte Suprema de Chile, significa que "se hizo justicia, en parte", afirmó.
Gorriti, un premiado periodista, cubrió la guerra interna de Perú en los años 80. Siguió la carrera de Montesinos, quien fue la fuente del poder de Fujimori, y su posterior caída. Su trabajo abrió la puerta para los cargos contra el ex jefe del servicio de inteligencia por asesinato y tráfico de drogas.
Gorriti, autor de los libros "Sendero, historia de la guerra milenaria en el Perú" y "La calavera en negro", es columnista de la revista Caretas y fue codirector del diario La República, uno de los más importantes de Perú. El instituto que preside promueve el periodismo independiente y la libertad de expresión.
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Cuando Fujimori disolvió el Congreso legislativo en 1992 y concentró el poder en sus manos, Gorriti fue secuestrado y confinado en el área del servicio de inteligencia del edificio de la comandancia del ejército, donde muchos fueron torturados y asesinados. A causa de la presión internacional fue finalmente liberado.
IPS: Es la primera vez en la historia que un ex presidente es extraditado para ser juzgado por violaciones a los derechos humanos y corrupción en su país. ¿Se siente reivindicado de alguna manera?
GORRITI: La extradición de Fujimori no me reivindica. Significa que se hizo justicia parcialmente, hasta el momento. También cierra un extraordinario período de nuestra historia, plagado de increíbles paradojas e ironías.
El mensaje es que una acción vigorosa en la defensa de los derechos humanos y la exposición de los delitos de los tiranos llevarán, en su momento, a un escenario como el que tenemos ahora en Perú: Montesinos y Fujimori están en la cárcel por los delitos que cometieron.
En cuanto a mí, ha sido un largo camino, con la clase de conflictos y peligros que ningún periodista debería enfrentar. ¿Siento alguna clase de euforia por esto? De ninguna manera. Llevó mucho tiempo, la mayor parte de él en una lucha contra la corriente. Le costó mucho a gran cantidad de personas y al país en su conjunto. Mucho se ha perdido y jamás lo recobraremos.
— Los cargos contra Fujimori por violaciones de derechos humanos se remontan a principios de la década del 90. ¿Podría repetirse algo similar?
— Algunos responsables por las atrocidades están en prisión y procesados por sus crímenes, pero muchos continúan en libertad y sus seguidores tienen una importante cuota de poder e influencia. Hace pocos días, el monumento a las víctimas de la guerra interna, "El ojo que llora", fue vandalizado por matones armados.
Al mismo tiempo, los órganos de prensa de la mafia de Montesinos, principalmente el diario La Razón, han incrementado la violencia de su lenguaje, que recuerda la "jerga" de la guerra sucia de los años 70 en América Latina. Sí, el riesgo está latente. Los responsables de los crímenes y sus seguidores son más débiles, pero todavía peligrosos.
— ¿Qué pasará con Fujimori? ¿
— Fujimori está preso y se están dando los primeros pasos de lo que será un largo juicio. Su situación legal es muy complicada, como mínimo. Puede ser condenado a 30 años de prisión por violaciones de derechos humanos y asesinatos, principalmente en dos casos en los que quienes cometieron los crímenes lo han implicado. El fallo unánime de la Corte Suprema de Chile también tiene un gran peso en su contra.
— ¿Tiene todavía alguna influencia en Perú?
— Sí. Sus partidarios tienen 13 escaños en el Congreso y entre ellos están su hija y su hermano. El cardenal de la Iglesia Católica Juan Luis Cipriani es un buen amigo suyo. Muchos de los más poderosos empresarios tienen un grato recuerdo de los negocios que hicieron con él y también muchos en las fuerzas armadas aprecian a Fujimori y sus métodos. Aunque, claro, pocos se atreven a expresar este apoyo públicamente, con excepción de los miembros de su partido político. Los robos, chantajes y la violencia están aún muy cercanas incluso para quienes sufren de un grave cuadro de amnesia.
— Parece que Fujimori hizo un mal cálculo cuando decidió poner fin a su autoimpuesto "exilio" en Japón y viajar a Chile en 2005. Incluso dijo que se postularía una vez más a la presidencia. ¿Tiene alguna posibilidad de éxito?
— Creo que el viaje a Chile fue una audaz movida estratégica que podría haber llegado a tener éxito. Pensó que tendría algún apoyo allí, donde tiene muy buenos y poderosos amigos. En ese momento, además, las relaciones entre Chile y Perú estaban tensas.
Pero no tuvo en cuenta algunas cosas, como la fuerte reacción de la presidenta Michelle Bachellet, que en ese momento era candidata, y la presión de las organizaciones de derechos humanos. Los amantes de la mano dura tienden a subestimar los recursos de las redes de defensa de los derechos humanos hasta que, afortunadamente, se demuestra que estaban equivocados.
Mucha gente piensa que ese viaje a Chile desde Japón, donde tenía inmunidad, demostró que sin Montesinos era incapaz de evaluar las situaciones correctamente. No estoy de acuerdo. Creo que fue una jugada muy riesgosa, pero al mismo tiempo prometedora. Por suerte, no tuvo éxito.
— ¿Cree que mejoró la situación en Perú?
— ¿Comparada con el régimen de Fujimori? Absolutamente. Es el día y la noche. Este es un país problemático y lo seguirá siendo por muchos, muchos años, aun bajo las mejores circunstancias. Sufrimos corrupción, mediocridad, un formalismo burocrático surrealista, horribles desigualdades económicas y sociales, demagogos y hasta inoportunos terremotos.
Pero al mismo tiempo tenemos una democracia real, libertad de expresión y de prensa, constantes pedidos de explicaciones a quienes tienen el poder y un período de crecimiento económico sin precedentes.
Le hemos demostrado hasta las mentes más reaccionarias que un país en desarrollo, pobremente organizado, puede crecer en el marco de una democracia sin atenuantes. Sí, estamos mucho mejor, pero aún muy lejos de donde deberíamos estar.
Hay quienes preferirían ver a Fujimori a salvo en Japón. Otros, como yo, creemos firmemente que un país debe enfrentarse con sus pasadas y presentes amenazas si realmente quiere crecer. Afrontar los traumas del pasado no será fácil, pero confío que, en definitiva, nuestro sistema de justicia evaluará los hechos, las pruebas, y tomará la decisión correspondiente. Será riesgoso, incluso peligroso en algún momento, pero tenemos que pasar por esa experiencia.
— ¿Qué opina de la campaña en Perú contra las organizaciones no gubernamentales, entre ellas el IPYS?
— Se trata de una alianza espuria de compañías mineras, grupos de presión, partidarios de Fujimori, medios de prensa de la derecha o controlados por la mafia y Del gobierno del Partido Aprista Peruano. Los blancos principales fueron las organizaciones ambientalistas y de derechos humanos, con otras, como el IPYS, como objetivo secundario.
Pero, a pesar del apoyo del presidente Alan García y del primer ministro Jorge del Castillo, la ley contra las organizaciones no gubernamentales fue rechazada por la Corte Constitucional. Y esto es una prueba de la fortaleza de la democracia peruana.
Preservar los logros de la democracia es una lucha diaria. Hasta ahora, la mayoría de estas batallas han sido ganadas. Pueden suceder episodios malos, pero buenos también. Aunque en esta precaria situación, si nos comparamos con la situación que se ve en otras naciones en materia de libertades, podemos considerarnos afortunados.
Al menos hoy, y con la esperanza de que sea así mañana, pasado mañana y los días por venir.