La postulación del ex juez Michael B. Mukasey para el cargo de fiscal general de Estados Unidos, formalizada esta semana por el presidente George W. Bush, marca un cambio respecto de las prácticas habituales de este gobierno.
Aunque Mukasey es conservador, se lo considera al mismo tiempo una figura de ideas independientes que no mezcla la ley con sus opiniones políticas, a diferencia de quien hoy ocupa el cargo, Alberto Gonzales, quien debió presentar renuncia en medio del escándalo.
Como principal abogado de la Casa Blanca y en su carácter de fiscal general —cargo que coincide con la titularidad del Departamento (ministerio) de Justicia—, Gonzales ha defendido el uso de la tortura y la práctica de escuchas ilegales.
La elección de Mukasey, quien se desempeñó 18 años como juez federal y culminó su carrera judicial como presidente del tribunal de apelaciones del sur de Nueva York, se aparta de la práctica del gobierno de Bush de nombrar para ciertos cargos clave a integrantes del círculo íntimo del presidente.
La opinión generalizada es que se trata de una concesión, pues los miembros del gabinete deben ser confirmados del Senado, ahora dominado por el opositor Partido Demócrata.
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Scott Horton, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia, que se define con defensor de las libertades civiles y los derechos humanos, comparte ese punto de vista.
En su blog en el sitio de la revista Harper's, Horton escribió que "no escasean las cosas" que no le agradan de Mukasey. Pero, agregó, que debe ser confirmado en el cargo por su "personalidad sensata" y su capacidad para escuchar con atención y formular sólidas opiniones legales.
Un ejemplo de su independencia de criterio fue su fallo en el caso de José Padilla, arrestado en mayo de 2002 acusado de colaborar con el terrorismo. Poco después fue calificado de "combatiente enemigo" y confinado en una prisión militar, sin derecho a juicio en un tribunal civil.
Mukasey se pronunció en favor de la facultad del gobierno para detener indefinidamente a Padilla como "combatiente enemigo", pero desafió al gobierno de Bush al advertirle que no se le podía negar el acceso a su abogado.
Esto demuestra la voluntad del gobierno de buscar al reemplazante de Gonzales más allá del círculo íntimo, es decir del grupo de viejos amigos de Bush que bailan al ritmo del presidente y fueron frecuentemente blanco de críticas por no estar suficientemente calificados para los puestos que desempeñaban.
La independencia de criterio de Mukasey será un cambio bienvenido por el Partido Demócrata, que en su momento votó en contra de Gonzales en la audiencia de confirmación por su notoria incapacidad para respetar más la ley que su lealtad al presidente.
De hecho, el candidato preferido del gobierno era Theodore B. Olson, quien representó a Bush ante la Corte Suprema cuando el máximo tribunal resolvió a su favor el controvertido escrutinio de las elecciones presidenciales de 2000.
El candidato demócrata Al Gore había cuestionado el triunfo de Bush por diversas irregularidades en la votación en el meridional estado de Florida.
Por esa razón, muchos veían a Olson como una figura demasiado asociada con la figura presidencial.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, declaró que haría todo lo posible para bloquear su confirmación y probablemente impulsó al gobierno a elegir a una figura como Mukasey, quien sólo conoció a Bush en persona a principios de este mes y podría pasar sin problemas la votación en la cámara alta.
La búsqueda de un candidato aceptable estuvo a cargo del jefe de Gabinete de Bush, Joshua B. Bolten, y del consejero legal de la Casa Blanca, Fred F. Fielding. La responsabilidad de Bolten en el proceso puede haber sido el origen de la actitud conciliadora que desembocó en la elección de una figura "confirmable" por el Senado.
Bolten es considerado hombre del "riñón" del mundillo político de esta capital, más que un mero miembro del círculo íntimo del presidente.
El apoyo a Mukasey del senador demócrata Chuck Schumer fue mencionado como una evidencia adicional del enfoque conciliador adoptado.
Pero, al mismo tiempo, Schumer y Reid afirmaron que demorarían la confirmación para obtener más documentos y testimonios de la Casa Blanca sobre escuchas telefónicas ilegales y control gubernamental de otras formas de comunicación, como el correo electrónico, en territorio estadounidense.
El demócrata Patrick Leahy, presidente de la Comisión Judicial del Senado, también dejó entrever que usaría la audiencia de confirmación de Mukasey como "una oportunidad para aclarar algunos asuntos importantes pendientes".
El senador del gobernante Partido Republicano y miembro de esa comisión Arlen Specter, criticó esa estrategia. Argumentó que el descalabro y la baja moral imperantes en el Departamento de Justicia, han llegado demasiado lejos para dejar que continúe a la deriva.
Confirmar a alguien calificado para el puesto es primordial para poner las cosas en orden, afirmó Specter, quien también remarcó que Bush había elegido deliberadamente a un candidato que no resultaba controversial.
El cambio en la actitud del gobierno también puede vincularse con la cercanía de las elecciones presidenciales de 2008. En ese sentido, sería un intento de dejar atrás algunos de los escándalos que empantanaron la gestión de Bush y tratar de salvar lo que se pueda, tanto en lo personal como en beneficio del Partido Republicano.
Mukasey es un viejo aliado de quien aparece como el aspirante republicano favorito a la Presidencia, el ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph Giuliani. Acudió en su defensa en 1985 cuando Giuliani era fiscal y fue acusado de prácticas cuestionables en su campaña contra el crimen organizado.