La intensa sequía que azota a Cuba obstaculiza la reforestación del país, que en la última década logró elevar a más de 23 por ciento su índice de boscosidad. En 1959 ese índice había caído a 13,7 por ciento.
Técnicos del ministerio cubano de Agricultura confirmaron a Tierramérica que no fue posible sembrar árboles en 10 mil de las 20 mil 600 hectáreas de zonas montañosas previstas en el primer semestre de este año.
Esas previsiones eran parte del Plan Turquino Manatí, iniciado en 1987 para desarrollar y conservar las serranías con los principales ecosistemas boscosos.
La escasez de lluvias afecta las provincias orientales y centrales, y ha reducido la disponibilidad de agua para la población, ganado y cultivos.
Para proteger fuentes hídricas, los planes de reforestación abarcan zonas de protección de los 241 embalses y 831 micropresas del país.