El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Abdullah Gul, el principal aspirante a la presidencia en las elecciones que comenzarán el próximo lunes, aseguró que respetará los principios seculares de la nación en caso de acceder al cargo.
"Nadie debe preocuparse por esto", afirmó. Gul definió a Turquía como un país "democrático y secular, basado en el Estado de derecho" y se comprometió a "proteger y fortalecer" esos principios.
Sus comentarios apuntaron a aplacar la desconfianza de los sectores seculares fundamentalmente del ejército, que ya impidieron que Gul, del oficialista e islámico Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) accediera a la presidencia en abril.
Sin embargo, se especula que un dirigente más moderado que Gul podría ser nominado como parte de un acuerdo multipartidario.
Según la Constitución turca, el presidente es elegido por el parlamento, y un candidato debe obtener para triunfar los votos de 66 por ciento del total de los legisladores. Si no hay un ganador luego de dos rondas de votación, se contempla la realización de otras dos, pero en este caso resulta suficiente obtener la mayoría simple entre los legisladores presentes.
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Si aún así ningún candidato reúne el número necesario, el parlamento se disuelve, y se debe llamar a nuevas elecciones legislativas.
Las rondas de votación se realizarán el 20, 24, 28 y 30 de este mes. El nuevo presidente asumirá su cargo al día siguiente de su designación.
La elección debió haberse realizado en abril, pero la primera ronda de votación fue anulada por la Corte Constitucional y se convocó a comicios parlamentarios adelantados para el 22 de julio.
En abril, el único postulante a la presidencia era Gul, considerado un líder de "línea dura" del AKP. Su candidatura generó masivas protestas populares y provocó la ira del Estado Mayor del ejército. Su jefe difundió un memorando, equivalente a un ultimátum, en el que advertía que las Fuerzas Armadas tomarían medidas para preservar la tradición secular del país en caso de que Gul resultara elegido.
El AKP se impuso en las elecciones parlamentarias de julio con 46,7 por ciento de los votos, lo que le permitió formar un nuevo gobierno con mandato de cinco años. Ese resultado es visto por muchos como un cheque en blanco para que el oficialismo imponga a su candidato presidencial, pero vientos de moderación parecen estar soplando en las velas del AKP en este momento.
El primer ministro y líder del partido, Recep Tayyip Erdogan, no quiere comenzar su nuevo período de cinco años en el gobierno con un frente interno conmocionado, sobre todo cuando ya debe enfrentar serios desafíos.
Erdogan resiste los crecientes pedidos para que ordene una invasión del territorio kurdo en el norte de Iraq, redacte una nueva Constitución, mejore las relaciones con Estados Unidos y Francia e intente desbloquear las negociaciones para el ingreso de Turquía a la Unión Europea.
El primer ministro podría optar por apaciguar a la oposición nacionalista y a los militares proponiendo otros candidatos a la presidencia, uno de los cuales podría ser elegido por consenso.
Erdogan mostró sus cartas la semana pasada, cuando usó su influencia para que Koksal Toptan fuera designado presidente del parlamento. Toptan, un diputado del AKP, es un político moderado.
La oposición, formada por el Partido Republicano del Pueblo, el Partido de la Izquierda Democrática, el Partido Acción Nacionalista y el Partido Sociedad Democrática, de orientación pro-kurda, preferirían ver a alguien como Toptan en la presidencia.
Hay, sin embargo, un obstáculo para esta estrategia: Gul en persona. Está firmemente convencido de que la victoria del AKP en las elecciones parlamentarias de julio son la confirmación de que él debe ser el próximo presidente. Muchos líderes de peso dentro del oficialismo comparten ese punto de vista.
Erdogan tendrá que emplear una mano de hierro para imponer a su candidato. Portavoces del AKP desestimaron rumores sobre un enfrentamiento entre el primer ministro y Gul a causa de este tema. Pero, el fin de semana pasado, Erdogan le pidió a los legisladores de su partido que le entregaran firmadas y en blanco las planillas de votación que se usarán para elegir al presidente: él escribiría el nombre.
El AKP controla 341 de las 550 bancas del parlamento. Esto permitiría a Gul obtener la presidencia en la tercera o cuarta ronda de votación, cuando se requiere sólo la mayoría simple de los presentes, un número que se puede alcanzar con los votos del partido oficialista sin recurrir a alianzas.
La coalición entre los republicanos y la izquierda democrática, que cuenta con 111 diputados, anunció que boicoteará la elección si el candidato no resulta de su agrado, pero los nacionalistas y la agrupación pro-kurda comprometieron su participación, aunque votarán en contra de un aspirante que no los satisfaga. Su presencia, sin embargo, hará posible que la elección pueda comenzar.
Gul, un economista de 57 años, trabajó entre 1983 y 1991 para el Banco Islámico de Desarrollo en Jedda, Arabia Saudita. Esos fueron sus años de formación en materia de política y sociedad islámica.
Al regresar a Turquía ingresó en política y en 2001, junto con Erdogan, fundó el AKP. Tras la victoria electoral del partido en 2002 se convirtió en primer ministro. En marzo de 2003 renunció a favor de Erdogan y se convirtió en viceprimer ministro, inicialmente, y luego en ministro de Relaciones Exteriores.
A pesar del fundamento religioso de sus convicciones políticas, durante su período como primer ministro mostró una actitud moderada y fue el arquitecto de la reaproximación de su país con la Unión Europea (UE). Fue uno de los firmantes del proyecto de Constitución de la UE y, entre 1992 y 2001, fue miembro de la Asamblea General del Consejo de Europa.
Con esos antecedentes, su acceso a la presidencia no representa un gran riesgo para los sectores seculares de Turquía, aunque Gul fue ministro durante el gobierno de un partido islámico derrocado por los militares en 1997.
El mayor punto de controversia es su esposa, Hayrunisa, quien usa el chador, el velo que es distintivo de la adhesión al Islam.
Más de 90 por ciento de los turcos se identifican a sí mismos como musulmanes, pero sólo entre 15 y 19 por ciento de las mujeres admiten que usan el velo, prohibido en las oficinas públicas y las escuelas. En 1988, Hayrunisa demandó a la Universidad de Ankara ante la Corte Europea de Derechos Humanos, luego de ser expulsada por su insistencia en usar el chador. Su caso fue rechazado por el tribunal.
Los velos que usa Hayrunisa son aparentemente de buen gusto y a la moda, de colores pastel o blanco nieve e incluso algunos con un estampado imitación leopardo. Pero la mera idea de que ella pueda usarlos en el palacio presidencial constituye una pesadilla y anatema para los grupos seculares más comprometidos.
El chador, un símbolo de modestia en las sociedades musulmanas, fue prohibido en 1923 por el fundador de la moderna república turca, Mustafa Kemal Ataturk, junto con otras vestimentas que recordaban al Imperio Otomano y el mundo árabe.
Aunque Erdogan está en condiciones de imponer a Gul como presidente, el primer ministro es sensible a la tradición secular del país y aseguró a los ciudadanos, en muchas oportunidades, que adhiere a los principios de Ataturk.
Su apoyo a Toptan se ubica en esta línea. No es islamista y su esposa no usa velo. Muchos desean que la mujer del presidente se vista en un estilo secular.
La coalición de los republicanos y la izquierda democrática propuso como candidato al ministro de Trabajo, Murat Besesgioglu. Su pasado está "limpio" respecto de mezclar la religión con la política. Y, más importante aun, no sólo su esposa jamás ha sido vista usando un velo sino que es conocida por llevar una vida social típicamente secular. ********