La carencia de médicos para alimentar el sistema estatal de salud de Portugal, derivada de la fuga de este personal hacia el sector privado, obligó al gobierno del primer ministro José Sócrates a adoptar soluciones rápidas y drásticas. Una de ellas es atraer clínicos del mundo en desarrollo.
Unos 100 médicos uruguayos se trasladarán en los próximos meses a Portugal para engrosar las filas del Servicio Nacional de Salud (SNS), tras el acuerdo que firmarán Lisboa y Montevideo, anunció a inicios se éste mes el ministro de Salud, Antonio Correia de Campos.
El convenio, surgido de las reuniones de ministros de Salud de Iberoamérica, se suscribirá a fines de septiembre, en ocasión de la visita oficial que realizará a Portugal el presidente de Uruguay, el izquierdista Tabaré Vázquez.
"Un ejemplo interesante de cooperación del Sur con el Norte, al que no estamos habituados, porque normalmente son los países llamados desarrollados los que ayudan a los en vías de desarrollo", comentó a IPS el doctor Franklin Sanches, con largos años de experiencia médica en Colombia, Brasil y Mozambique.
El médico experto en el área de cooperación, no resistió evocar la coincidencia entre el anuncio del acuerdo de Salud y "la ironía que encierra el que el sudamericano Uruguay, con pocos días de diferencia, dio una mano al europeo Portugal, al solucionar el problema de la avería del navío-escuela Sagres en el Río de la Plata".
La alusión se refiere al viaje de fin de curso de los guardiamarinas portugueses, que se vio inesperadamente interrumpido cuando se gripó el motor del Sagres en el trayecto entre Río de Janeiro y Buenos Aires, logrando proseguir viaje sólo gracias a la ayuda de la armada uruguaya, que lo remolcó a Montevideo, donde fue reparado.
Los profesionales uruguayos serán destacados especialmente en los Vehículos Médicos de Emergencia y Reanimación (VMER), "uno de los servicios más estresantes del sistema público, donde muchos jóvenes profesionales portugueses se rehúsan a trabajar o bien lo hacen por poco tiempo, esperando su oportunidad para abrir la mucho más rentable consulta privada", apuntó Sanches.
¿Por qué Uruguay?, consultaron los periodistas a Correia de Campos.
El funcionario no necesitó de tiempo para reflexionar sobre su respuesta: "Uruguay es la Suiza de América Latina, tiene una escuela de medicina que garantiza calidad, una ministra de Salud (María Julia Muñoz) sensible a nuestro problema y médicos en exceso".
La futura presencia de jóvenes médicos uruguayos en Portugal, a desempeñarse en el primer nivel de atención, fue una fórmula encontrada en la Conferencia Iberoamericana de Ministros de Salud, una de las reuniones previas a la cumbre del bloque realizada en noviembre en Montevideo y que tuvo, precisamente, a las migraciones como asunto central.
Uruguay, hoy con 3,2 millones de habitantes y unos 13.000 médicos, sufre la sangría de profesionales y personal altamente capacitado en distintas áreas, en el marco de un constante flujo emigratorio que lo ha ubicado entre los países más expulsores de nacionales de América Latina.
Entre las contrapartidas previstas está la capacitación de postgrado de ese contingente, que llegaría en tandas y sería para actuar durante dos años, explicó a IPS el subdirector Nacional de Salud de Uruguay, Gilberto Ríos. Empero, aclaró que aún se está en la fase de estudio del acuerdo, que también puede incluir la provisión de material técnico desde el país europeo.
Mientras, la solución del problema de las carencias de profesionales en Portugal para los VMER, que forman parte del Instituto Nacional de Emergencia Médica (INEM), podría verse dificultado por la clase médica portuguesa, celosa de la preservación de su estatuto privilegiado.
En un encuentro con corresponsales extranjeros en julio, Correia de Campos reconoció a IPS que, más que falta de profesionales de salud, en Portugal "existe una distribución asimétrica y la peor situación la enfrentamos alrededor de las grandes ciudades".
Consultado en la oportunidad sobre la actitud del gobierno socialista hacia el ingreso al país de más facultativos, el titular de Salud fue categórico: "acogemos con agrado a médicos extranjeros que deseen establecerse en Portugal".
En la actualidad hay 25.099 médicos para atender a los 10,2 millones de portugueses esparcidos en 92.300 kilómetros cuadrados, divididos entre el territorio continental europeo y los archipiélagos atlánticos de Azores y de Madeira. Un promedio muy superior al aconsejado por la Organización Mundial de la Salud, que ubica como mínimo un médico por cada 900 habitantes.
De este total de médicos, el ministro indicó que "cerca de 2.000 son extranjeros". Entre "los últimos que revalidaron su diploma, se cuentan 105 ucranianos, en base a un programa financiado por la Fundación Calouste Gulbenkian", una entidad privada lusa de utilidad pública cuyos estatutos tienen como fin promover el arte, la caridad, la educación y la ciencia, informó.
Sin embargo, Brasil y la comunidad española de Galicia son los principales orígenes de los médicos y odontólogos extranjeros en Portugal, cuya presencia se ve facilitada por la lengua común en el primer caso y por la gran similitud en el segundo.
Empero, la apertura oficial del gobierno socialista Sócrates hacia el ingreso de médicos y la evidente simpatía de la sociedad en general hacia "los hermanos brasileños" y "los primos gallegos", no ha sido suficiente.
El excesivo celo del Colegio Médico y su gran influencia en el país se ha traducido en actitudes que muchos profesionales de las nuevas generaciones califican de "corporativista".
Cuando en la segunda parte de la década del 90 los clínicos y odontólogos extranjeros comenzaron a llegar en cantidad a Portugal, los impedimentos legales para la práctica de ambas profesiones, como los exámenes para rivalidad los títulos, eran casi insuperables.
"Pero esta actitud fue cambiando poco a poco y hoy la situación ha mejorado notoriamente", dijo a IPS la doctora brasileña Rosaidea do Nascimento, especialista en acupuntura y tratamientos de medicina tradicional china.
Nascimento hace parte del equipo del doctor Pedro Choy, uno de los más destacados especialistas en este campo que ha proliferado con gran vigor desde que muchos luso-chinos se instalaron en Portugal cuando Lisboa devolvió a Beijing el enclave de Macao a fines de 1999.
Acerca del presunto corporativismo médico en Portugal, la profesional brasileña dice sentirse autorizada a opinar "sólo sobre lo que ocurre en mi campo y no entre los extranjeros en general".
Cuando no encuentran soluciones, "muchos médicos portugueses recurren a nosotros para tratar problemas propios, de sus familiares o hasta de sus pacientes y esto les ha hecho cambiar su relación hacia nosotros", apuntó.
Entre los escollos más significativos para ingresar al exclusivo club médico también se destacan las trabas a la creación de nuevas facultades y el mantenimiento de un promedio de notas, del segundo ciclo de secundaria y del examen de aptitud académica, de 19,2 en una escala de calificaciones positivas de 10 a 20 para que un alumno pueda estudiar medicina.
Uno de los principales objetivos de los dirigentes de la agrupación médica "es lograr que se sigan aplicando las leyes de mercado de oferta y demanda, para que de esta manera, con pocos, se mantenga un elevado costo para los pacientes", acusa Sanches.
Disconformes con el frustrado intento de ingresar a una facultad de su propio país, muchos alumnos portugueses optan por estudiar en el extranjero, especialmente en España y en particular en las universidades de Salamanca y de Santiago de Compostela. Sin embargo, esta solución no se presenta pacífica.
Cincuenta portugueses se matricularon para el curso académico 2007-2008 en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, ocupando un sexto de las plazas existentes, una "invasión lusitana" cuestionada "por los padres de los estudiantes españoles que no lograron entrar", informó días atrás el corresponsal de la agencia portuguesa Lusa en Galicia.
En Portugal, el no recurrir a profesionales extranjeros podrá adquirir formas dramáticas. Tan sólo en 2006, más de 600 médicos salieron del Estado para engrosar las filas de la consulta privada.
Esta cifra no sería noticia si la población portuguesa no estuviese cada vez más envejecida, tuviese pleno acceso a los cuidados de salud y si el gobierno no se viese forzado a cerrar cada vez más urgencias, maternidades, puestos de primeros auxilios y reducir ambulancias por falta de médicos, estimaba ya en mayo el psiquiatra Pedro Alfonso en un artículo del diario Publico de Lisboa.
Su conclusión final es dramática: "Parece existir una división entre los médicos fieles y los ateos, los primeros por una cuestión de fe continúan creyendo en el SNS, mientras los otros, infieles al servicio público, acaban por ser conquistados por el dinero de los privados".